El 14 de febrero de 1990, la Voyager 1, que estaba a 6000 millones de kilómetros de la Tierra, nos echó una foto. Esa es sin lugar a dudas una de las imágenes más sobrecogedoras de la historia de la fotografía espacial: la soledad se puede mascar en una instantánea donde la Tierra no es más que un punto azul pálido brillando en la inmensidad del Universo.
Pues no sé si a 6000 millones de kilómetros se notará, pero si las tendencias no se frenan el azul pálido se convertirá irremediablemente en un azul intenso, vivo y, seguramente, mucho menos verdoso. Una nueva investigación ha conseguido demostrar que el color del planeta tiene todo que ver con el futuro del fitoplancton, la base de las cadenas alimentarias marinas. La Tierra será más azul.
Azul, porque el planeta es azul como el mar azul
¿Más azul? "De la misma manera que las plantas terrestres son verdes, el fitoplancton también lo es", explicaba Anna Hickman, investigadora de la Universidad de Southampton. Eso quiere decir que la cantidad y los tipos de fitoplancton tienen mucho que ver con el color de la superficie del océano.
Ya hace tiempo que sabemos que el cambio climático es una mala noticia para el placton o, al menos, para su distribución actual. Este estudio no hace sino aportar más evidencia de que, si bien habrá zonas donde el plancton se vuelva mucho más abundante, en el cómputo global tendremos número rojos. Azules, en este caso.
¿Cómo lo saben? Según publica Nature Communications, el equipo de Hickman ha desarrollado un modelo informático que trata de estimar cómo factores como la temperatura, las corrientes oceánicas o la acidez oceánica afectan el crecimiento de los distintos tipos de fitoplancton. No es el primer estudio que analiza esto, pero sí es el primero que explora cómo esos cambios afectarían a la absorción y el reflejo de la luz del Sol en la superficie del océano.
Los resultados señalan que si la temperatura de la superficie marina mundial sigue aumentando (y los modelos más precisos de la actualidad sitúan ese aumento en unos 3 grados para 2100), el color de más de la mitad de los océanos cambiará. Si bien es cierto que veremos ese cambio a simple vista (salvo contadas excepciones), todos esos satélites que tenemos mirando detenidamente a la Tierra sí que lo notarán.
Quizás eso sea lo más importante. Al menos lo más importante de esta investigación. Sí, el fitoplancton es muy importante en el equilibrio mundial: no solo concentra el 50% de toda la fotosíntesis que se realiza en el planeta, sino que es la base de la red alimenticia marina. Cambios en la estructura del plancton, supondrán cambios en el surtido de pescado de los chiringuitos veraniegos. Chiringuitos que tendrán que mudarse al interior, pero esa es otra historia.
Todo eso es cierto, pero el estudio tiene serias limitaciones para dar cuenta de los impactos de esos cambios. Lo interesante es que demuestra que el color de los océanos es una buena medida de la progresión del cambio climático, una forma de monitorizar si todo lo que intentamos hacer sirve para algo. A partir de ahora, el azul será nuestro chivato: porque se ve que el cambio climático no es del color del cristal con que se mira.
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