WeWork parecía tener un modelo de negocio excepcional. La startup fundada en 2010 por Adam Neumann y Miguel McKelvey ofrecía espacios de trabajo flexibles tanto para clientes individuales como para grandes empresas. Podías pagar por utilizar un lugar compartido, una oficina privada e incluso plantas completas de algunos de sus edificios situados en las principales ciudades del mundo.
En 2019, la firma alcanzó la asombrosa valoración de 47.000 millones de dólares tras recibir una generosa apuesta por el grupo de inversión japonés SoftBank. La realidad por estos días es completamente diferente. Tras años de declive, más pronunciados después de la pandemia, ha perdido el 99% de su valor desde aquel entonces y ahora tiene una capitalización de 121 millones de dólares.
La sombra de la bancarrota en WeWork
The Wall Street Journal señala que las finanzas WeWork están en su peor momento. Frente a este escenario, la compañía de coworking está preparándose para declararse en bancarrota tan pronto como la semana próxima. Se trata de un movimiento que le permitirá seguir operando mientras impulsa una reestructuración a gran escala.
La información sobre la posible quiebra de la firma proviene de fuentes anónimas con conocimiento del asunto que hablaron con el mencionado periódico estadounidense. WeWork, por su parte, ha rechazado todas las peticiones de comentarios al respecto, y un portavoz se ha limitado a decir que no hacen “comentarios sobre especulaciones”.
En cualquier caso, la noticia ha tenido un notable impacto en el mercado. Los inversionistas reaccionaron negativamente y las acciones de WeWork se desplomaron casi un 50% en la apertura de Wall Street, una caída que ejerce aún más presión a la ya debilitada economía de la empresa estadounidense que salió a la bolsa en 2021.
Por el momento toca esperar para saber cómo evolucionará la condición financiera de la compañía, pero el panorama en este momento es el siguiente. WeWork ha incumplido el pago de los intereses de deuda de varios de sus bonistas, después de que expirara un período de gracia de 30 días que había conseguido para buscar una solución.
Ahora, la firma dirigida por David Tolley ha conseguido una extensión de siete días adicionales. Presumiblemente, este es el tiempo que la firma necesita para sentar las bases de una reestructuración a gran escala, que incluye vender parte de sus activos, cancelar o renegociar contratos de arrendamiento de edificios y acogerse a la Ley de Quiebras.
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