Europa está rompiendo sus lazos energéticos con Rusia. Su problema es que no hay muchas alternativas

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La guerra de Ucrania sigue su curso y a las sanciones económicas ahora se unen todos los movimientos que están convirtiendo a Rusia en un estado paria con un rublo que se desploma. Al cierre de espacios aéreos o los boicots de grandes tecnológicas como Twitter, Facebook o Google se unen ahora también las rupturas de gigantescos acuerdos comerciales con las grandes empresas rusas del sector energético. Eso tiene ramificaciones impredecibles.

BP y Shell cortan con Rusia. Shell ha anunciado que abandona su joint venture con Gazprom. Eso incluye dejar su participación en varios grandes proyectos con el gigante ruso como el del Nord Stream 2. Tenía una participación del 27,5% en la fábrica Sakhalin-2 de gas natural licuado, y un 50% en la joint-venture Salym Petroleum Development N.V., y el valor económico de esos acuerdos era según Shell de unos 3.000 millones de euros en 2021. Lo de BP es aún más gordo: se deshará de su participación en el gigante ruso del petróleo Rosneft PJSC, que era de unos 25.000 millones de dólares. La empresa británica fue una de las primeras en establecerse en Rusia tras el colapso de la Unión Soviética, y sus lazos con el país y sus oligarcas eran algo polémicos, indican en Bloomberg.

Y no son las únicas. Hay varios divorcios más de empresas occidentales con los gigantes energéticos rusos. La francesa TotalEnergies ha anunciado hoy que no realizará nuevas inversiones, pero no habla de cortar las ya existentes: tiene una participación del 19,4% en Novatek —la mayor productora rusa de gas natural licuado— y otros acuerdos importantes en ese sector. Exxon está en el punto de mira y hay presiones para que abandone también sus alianzas con empresas rusas como Rosneft, mientras que la noruega Equinor también ha anunciado que abandona sus posiciones en Rusia. Curiosamente algunos gigantes del sector en EEUU no mueven ficha de momento. Ocurre no solo con Exxon, sino con Chevron, que solo ha dicho que está monitorizando la situación". Hay muchas otras empresas occidentales implicadas que también podrían tomar medidas próximamente, indican en Reuters.

¿Quién necesita más a quién? Este singular pulso entre Rusia ya no es con Ucrania, sino con el resto del mundo, que ha decidido cortar lazos que mantenían ese equilibrio energético que ahora está comprometido. En The Washington Post afirman que Rusia necesita más el dinero europeo de lo que Europa necesita el gas rus: el viejo continente es el cliente por excelencia de sus exportaciones de gas, y según estos analistas Europa puede diversificar su suministro de forma "relativamente fácil". Si no lo hemos hecho antes, apuntan, es porque Rusia seguía siendo bastante barata y todo marchaba sobre ruedas.

Gas Petroleo Países con la mayor producción de petróleo (izquierda) y gas natural (derecha) en 2020. Fuente: Statista.

Rusia produce petróleo y gas a lo bestia... En 2020 Rusia produjo 10,67 millones de barriles de crudo al día y era tercera productora mundial. Solo Arabia Saudí (11,04) y EEUU (16,48) la superaban. Rusia fue también segunda productora mundial de gas natural en 2020 (638.000 millones de metros cúbicos) por detrás de EEUU (914.600) y por delante de Irán (250.800) y China (194.000).

... y también lo exporta a lo grande. El país presidido por Vladímir Putin tiene la ventaja de que consume mucho menos de lo que produce (3,2 millones de barriles al día en 2020), así que es un gran exportador de petróleo. China es su mayor cliente con diferencia: en 2020 el valor de las exportaciones allí fue según Statista de 23.769 millones de dólares, pero Europa es un gran cliente y Países como Holanda (9.418 millones), Alemania (6.280), Polonia (4.177), Italia (3.741) o Finlandia (2.756) tienen en Rusia a su principal suministrador.

Con el gas pasa tres cuartos de lo mismo: hay países que dependen al 100% del gas ruso (Macedonia, Bosnia Herzegovina, Moldavia, Finlandia, Letonia), y otros con dependencia importante. Bulgaria un 77%, Alemania un 48%, Italia un 46%, Polonia un 40% y Francia un 24%. España importó un 10,43% de su suministro en 2020: aquí el gas llega fundamentalmente desde Argelia y EEUU.

¿Y entonces, qué haremos si nos quedamos sin el petróleo y el gas rusos? En Europa estos cortes obligan a diversificar. En The Economist ya lo apuntaban el pasado mes de octubre, y el llamado corredor del sur de gas plantea una de las alternativas para evitar la dependencia del gas ruso. No será fácil prescindir de Rusia, y de hecho Estados Unidos, Catar y Australia, que son los mayores exportadores del mundo de gas licuado, extán exportando casi al límite de su capacidad. El ministro de Energía catarí, Saad al kaabi, ya indicó que a corto plazo era inviable reemplazar el suministro que Rusia proporciona a Europa.

Las renovables son opción más de futuro que de presente —Alemania quiere que el 100% de su suministro sea de esas fuentes en 2035—, pero la dependencia es clara. De hecho Europa siguió comprando gas a Rusia estos días a pesar de las sanciones, como explicaban en Business Insider.

Escalada de precios a la vista y potencial "renacimiento" de la energía nuclear. Esos movimientos refuerzan la enorme presión económica a la que está sometida Rusia, pero el impacto será también notable en el resto del mundo, donde se prevé que los precios del barril de crudo suban de forma significativa —ya lo están haciendo—. Fred Smith, fundador de FedEx, explicaba el impacto de un conflicto que es básicamente "un problema energético... va a ser un castigo para los consumidores".

La subida de precios de las gasolinas hará que baje el consumo, y los responsables económicos podrían subidas de las tasas de interés, lo que según Smith provocará "una reducción del producto interior bruto. Puede que 2022 no sea el año del crecimiento del PIB como todo el mundo esperaba". Había otro apunte interesante de este directivo: "la energía nuclear va a tener un renacimiento, y Francia está liderando ese camino".

Imagen | Anton Romanko

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