Hay un viejo dicho popular que dice que "si la mar fuera vino, todo el mundo querría ser marino". Algo muy similar pasaría si la mar fuera hidrógeno: todas las grandes corporaciones eléctricas se harían, de repente, fanáticas de lo off-shore. Y es que el agua del mar, uno de los recursos naturales más abundantes de la Tierra, tiene todo para ser una enorme fuente de energía limpia y agua potable.
O casi todo. Porque mientras que las tecnologías de electrolísis del agua dulce se han vuelto cada vez más efectivas, las que trabajan con agua de mar siguen siendo un completo y absoluto desastre. Al menos hasta ahora.
Nuestras vidas son los ríos que van a llegar al mar...
Porque un equipo de investigadores de la Universidad de Houston acaba de publicar en Nature Communications un nuevo tipo de catalizador de la reacción de evolución del oxígeno que, combinado con un catalizador de la reacción de evolución del hidrógeno, logra densidades de corriente capaces de producir a demandas industriales al tiempo que requiere un voltaje relativamente bajo.
Cuando los dispositivos de electrólisis se enfrentan al agua del mar, el principal obstáculo es que el proceso libera iones de sodio, cloro o calcio que se apelmazan en el catalizador y, en poco tiempo, lo dejan inactivo. El nuevo dispositivo usa nitruros metálicos de bajo coste que, según explican, resuelven gran parte del problema.
No era fácil, los iones de cloro, por ejemplo, requieren voltajes ligeramente superiores para liberarse de los que necesita el hidrógeno y eso se vuelve muy problemático a nivel técnico. Su solución pasa por desarrollar un catalizador tridimensional utilizando, y cito textualmente, "nanopartículas hechas de nitruro de níquel-hierro y nanobarras de níquel-molibdeno-nitruro" que se integra en un electrolizador alcalino de dos electrodos.
Según sus conclusiones, el sistema también funcionaría con aguas residuales. Algo que proporcionaría otra fuente de hidrógeno sin necesidad de caros tratamientos y liberaría al agua dulce limpia de uno de los elementos que contribuyen a su escasez. Nos falta verlo en acción, pero que los sistemas de producción de hidrógeno con agua salada mejoren es una buena noticia.
Imagen | Moritz Mentges
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