La única persona en la historia a la que hirió un meteorito

La única persona en la historia a la que hirió un meteorito
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Pongamos que estás en tu sofá disfrutando de una tarde tranquila. De pronto, un sonido infernal te despierta apenas un instante antes de ver como una roca destroza violentamente tu estantería, tu vieja radio "vintage" y rebota hacia ti. Tardarás un poco más en darte cuenta de que la piedra ha atravesado el techo antes de golpearte. Y por muy extraña que parezca esta historia, es totalmente cierta.

El meteorito de Sylacauga

Era una tarde despejada de 1954 cuando un meteorito golpeó a Ann Elizabeth Hodges. La mujer tuvo suerte y solo recibió un enorme moretón en su cintura. Pero podría haber vivido una consecuencia tan trágica como la de su pobre radio. Al fin y al cabo, hablamos de un pedazo de roca que cayó a cientos de kilómetros por hora, ardiendo en su friccionante paso hacia la superficie de este pequeño planeta.

Ann terminó en el hospital pero no por el golpe, sino por una pequeña crisis nerviosa causada por la enorme multitud que fue a comprobar qué había pasado. Recordemos que en los años cincuenta, la Guerra Fría estaba en pleno auge y los conspiranoicos no perdían una oportunidad para ver aviones soviéticos sobrevolar (y explotar) en cielos estadounidenses. Así que, tras el avistamiento del meteorito, una pequeña hueste de curiosos se fue reuniendo en torno a la casa de los Hodges.

Ann Hodges 1954 2

Y aquí comenzaron las peripecias del famoso meteorito de Sylacauga, cuyo nombre se debe al pueblo de Alabama donde cayó. El fragmento que impactó sobre Ann fue denominado "meteorito Hodges", mientras que el meteorito completo, que se partió en tres a unos diecinueve kilómetros sobre la superficie, era mucho más grande, probablemente de casi medio metro.

Ann Hodges meteorito

Tras el revuelo, la asistencia a la señora Hodges y la incertidumbre, la Fuerza Aérea de los Estados Unidos envió un equipo a recolectar los restos del meteorito. La fama de la piedra fue en un incandescente ascenso durante los siguientes días, continuando hasta un par de años después. Los medios y los vecinos de toda la región se hicieron eco del impacto y hubo quien quiso comprar el meteorito. Por su parte, Eugene Hodges, el marido de Ann, contrató a un abogado para recuperar la roca de las manos del Estado.

Ann Hodges 1954 meteorito

Al mismo tiempo, la arrendadora de la casa reclamó la propiedad de la piedra, para disgusto de los Hodges

Al mismo tiempo, enterada del lío, Bertie Guy, la arrendadora de la casa, reclamó la propiedad de la piedra, para disgusto de los Hodges, con la intención de sufragar las reparaciones que el meteorito le había costado. El estrés causado por toda esta diatriba y en vistas de que la atención sobre el meteorito se esfumaba, junto a los potenciales compradores, empujaron a Ann a donar el fragmento del meteorito de Sylacauga al Alabama Museum of Natural History. Pero Ann, según cuenta la crónica, nunca dejó de tener miedo a que algo le cayese, de nuevo, a través de su techo.

Otros "afortunados" en la historia de los impactos extraterrestres

Anna E. Hodges es la primera y única persona (al menos de forma fehaciente) que ha sido herida por un meteorito. Pero no es el único caso relacionado con una roca extraterrestre descrito en nuestra historia. Por suerte para el resto, ninguno ha sido herido, si es que podemos creer su versión. Remontémonos a agosto de 1992, en Mbale, Uganda. Un chico se dirigía a la aldea cuando una bola de fuego atronó en el cielo. Poco después, un guijarro golpeaba la copa de un banano y caía sobre su cabeza.

Según los informes, un enorme meteorito de casi una tonelada habría estallado a catorce kilómetros de la superficie, desintegrándose. ¿Pertenecía el fragmento a ese meteorito? Nunca lo sabremos con certeza. Esto es lo que ocurre con cientos de otros testimonios que aseguran el impacto de un meteorito: a diferencia del meteorito de Sylacauga no existen pruebas ni análisis que demuestren el origen de estas rocas.

Peekskill Meteorite In Museum Of Natural History

Eso no quita para que hayan, como decíamos, decenas y decenas de historias sobre meteoritos (muchas de ellas con finales trágicos). Un ejemplo lo podemos encontrar en la historia india de 2016 en la que se afirmaba que un conductor de autobuses había muerto ante el impacto de una roca espacial, tras escucharse una explosión. La NASA, sin embargo, confirmó que esto no era posible pues el incidente no coincidió con ningún evento astronómico detectado ni previsto.

Mucha más suerte han tenido los protagonistas de otros casos documentados en los que el meteorito pasó muy de cerca, sin llegar a golpearlos. Hablamos, por ejemplo, de Michelle Knapp, cuyo Chevrolet fue perforado por un meteorito para su sorpresa, en 1992. No hace tanto, en 2004, una piedra extraterrestre entró alegremente por el tejado de la casa de la familia Archer, en Auckland, Nueva Zelanda. La roca solo rebotó y quedó tendida, expectante, en el suelo de su salón.

¿Qué tengo que hacer para que me caiga un meteorito?

Si quieres entrar a formar parte del club de los "golpeados por un meteorito" más vale que tengas paciencia. Tal y como calculó un ingeniero del Centro Aeroespacial Alemán llamado Christian Gritzner, hace un tiempo, la posibilidad de que esto ocurra es de 174 millones. Para ello calculó la superficie que ocupamos, nuestra esperanza de vida media y la superficie habitable. Eso, sumado a los cálculos de meteoritos que caen al año le proporcionó el resultado del que hablábamos.

Meteorito de Cheliábinsk Fragmento del meteorito de Cheliábinsk

Se estima que hasta 10.000 toneladas de material interestelar se desploman cada año sobre la Tierra. No es un número baladí. ¿Por qué no son más frecuentes las historias de meteoritos que caen sobre nosotros? La razón primera y más importante, sin duda, es el hecho de que casi todos lo hacen en el mar. Al fin y al cabo, el agua ocupa la mayor parte de la superficie terrestre. Por otro lado, una gran cantidad de este material se desintegra en su caída, dejando un tenue rastro de polvo y gas.

Se estima que hasta 10.000 toneladas de material interestelar se desploman cada año sobre la Tierra

Como contábamos, existen muchos testimonios recogidos en prensa e informes de personas a las que un supuesto meteorito se les ha venido encima. De hecho, muchas de las versiones vienen de largo, incluso de otras épocas en las que "las estrellas caían del cielo". Pero os podemos asegurar que el caso de Ann Hodges es único y especial. Nadie querría que un mostrenco como el de Cheliábinsk, que entró a nada menos que veinte kilómetros por segundo golpeara su casa y mucho menos su persona. Y si no, que se lo pregunten a los 1.491 heridos que provocó este bólido, una piedra que no necesitó impactar contra nadie para mostrar su devastador potencial.

Imágenes | Pxhere, Universidad de Alabama, Wikimedia

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