Durante cuatro años y medio, la sonda InSight (Interior Exploration using Seismic Investigations, Geodesy and Heat Transport) de la NASA midió, desde su superficie, la actividad sísmica de Marte. Gracias a los datos provistos por esta sonda, un equipo de investigadores ha logrado esbozar un modelo geológico que nos muestra cómo es el núcleo del planeta rojo.
Un núcleo de hierro fundido. Los nuevos cálculos sobre la geología marciana nos han mostrado un núcleo del planeta algo distinto al que esperaban los expertos. El núcleo sería más denso y pequeño, con un radio de entre 1,780 y 1.810 kilómetros. Estaría compuesto, además por hierro fundido y una combinación de otros elementos, entre los que destacaría el azufre.
Hierro y algo más. “En lugar de ser sólo una bola de hierro [el núcleo] también contiene una gran cantidad de azufre, así como otros elementos, incluyendo una pequeña cantidad de hidrógeno.” explicaba en una nota de prensa Jessica Irving, miembro del equipo de investigación responsable del hallazgo. Entre los elementos detectados en pequeñas cantidades por el equipo también se cuentan el oxígeno y el carbono.
Distinciones. Esto implica que el núcleo de nuestro planeta vecino no tiene una estructura como la de nuestro propio interior. Si el núcleo de Marte es completamente líquido, el nuestro cuenta con dos partes, una exterior líquida y otra interior sólida. Esta estructura interna del núcleo terrestre tan sólo fue descubierta hace unos meses, y es que la tarea de entender lo que hay a miles de kilómetros en el interior de un planeta es una tarea extremadamente difícil. Aún en el nuestro propio.
El enigma del campo magnético. Aun siendo complicada la tarea, resulta importante. A diferencia de nuestro planeta, Marte no cuenta con un campo magnético. En nuestro caso sabemos que éste está vinculado con el metal existente en el interior de nuestro planeta.
Aunque sepamos que Marte no cuenta con un campo magnético, los expertos creen bastante probable que la tuviera en su momento gracias a algunas trazas dejadas por ésta en la superficie del planeta. Este campo magnético ha sido determinante para la evolución de la vida en nuestro planeta. Entender cómo, por qué y cuándo desapareció de Marte nos abriría la vía para entender cómo de habitable pudo ser nuestro planeta vecino en el pasado, cuándo y por qué dejó de serlo.
Dos eventos clave. La investigación se basa principalmente en dos eventos geológicos producidos en Marte, ambos sucedidos en el hemisferio opuesto a la localización de la sonda InSight. Se trata de un terremoto marciano y del impacto de un meteorito contra la superficie del planeta rojo.
En el corazón. La sonda logró captar las ondas sísmicas generadas por los dos eventos. Para llegar hasta la sonda, estas ondas tuvieron que atravesar el núcleo del planeta. Esto es lo que ha servido a los investigadores para crear este nuevo modelo del interior de Marte, una metodología muy semejante a la que, durante más de un siglo, ha servido a los geólogos para dibujar la estructura interior de nuestro propio planeta.
“Hemos estado escuchando la energía que viaja a través del corazón de otro planeta, y ahora la hemos oído” comentaba Irving, quien lidera los firmantes del artículo publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) en el que se da cuenta del trabajo. Firmantes entre los que también está representado el centro de investigación del CSIC Geosciencies Barcelona.
Una misión exprimida al máximo. Esta investigación contó con cierta dosis de suerte a la hora de captar los dos grandes eventos que aprovechó. La misión estaba programada para trabajar durante dos años (que aproximadamente equivaldrían a un año marciano), pero las condiciones de la sonda permitieron prorrogar la misión hasta finales del año pasado.
Todo ello pese a que la acumulación de polvo marciano complicó notablemente su tarea al obstaculizar la llegada de luz solar a sus paneles. Esta investigación no habría sido posible sin la prórroga de la misión, lo cual puede servir de valioso recordatorio de que incluso los cacharros más viejos pueden dejarnos en bandeja grandes descubrimientos.
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Imagen | NASA/JPL-Caltech/University of Maryland
*Una versión anterior de este artículo se publicó en mayo de 2023