Las primeras semanas de actividad de la sonda lunar india Chandrayaan-3 están siendo frenéticas. Hasta ahora la sonda ha detectado elementos como el azufre y la logrado hitos como dar un salto sobre la superficie lunar. Sin embargo hay un hallazgo sigue envuelto en cierto misterio. Se trata de los movimientos sísmicos que ha registrado.
Dos movimientos muy distintos. Los movimientos sísmicos lunares detectados por la sonda Chandrayaan-3 fueron muy distintos en su naturaleza y se produjeron los días 25 y 26 de agosto. El primero de estos movimientos no tiene nada de misterioso: corresponde a las vibraciones causadas por el rover al dar sus primeros “pasos” sobre la superficie lunar.
El movimiento sísmico registrado el día siguiente sin embargo fue más breve. Y por ahora los responsables de la misión desconocen qué lo causó. Es por ello que el equipo explicara recientemente que estaban investigando el origen de este movimiento.
Inerte, pero no inmóvil. Los expertos consideran a la Luna un objeto geológicamente inerte. No siempre lo fue, pero lo ha sido aproximadamente durante los últimos 2.500 millones de años. Sin embargo existen distintos eventos que pueden causar temblores en la Luna.
El primero resulta bastante intuitivo: asteroides. La superficie de nuestro satélite natural cuenta con numerosos cráteres causados por millones de años de impactos de asteroides.
La ausencia de atmósfera permite que las rocas con las que se topa la Luna acaben estrelladas en su superficie (a diferencia de la Tierra, donde nuestra atmósfera nos protege de los asteroides más pequeños). La energía liberada por estos impactos puede causar temblores perceptibles.
Mareas en la Luna. Una segunda posible causa de movimientos sísmicos es nuestro propio planeta. La fuerza de mareas surge como consecuencia de la interacción gravitatoria entre dos cuerpos entrelazados en un movimiento orbital. Afecta a ambos cuerpos, en nuestro planeta causa, como su propio nombre indica, las mareas.
Sin embargo, esta fuerza puede ser de intensidad suficiente como para afectar a rocas. En el caso de interacciones muy fuertes esta fuerza es capaz de desintegrar satélites y planetas que orbitan cerca de objetos más masivos que ellos mismos, y podría ser también la causa de leves movimientos en la geología lunar.
De Apollo a Chandrayaan. Los últimos datos sismográficos lunares con los que contábamos se registraron por las misiones Apollo durante la década de 1970. Sin embargo aún siguen siendo de utilidad para los investigadores.
Un estudio reciente, por ejemplo, utilizó estos datos para estudiar con detenimiento otra posible causa de movimientos sísmicos en nuestro satélite: la temperatura. Los datos de las Apollo mostraban una serie de movimientos de tierra, imperceptibles para el ser humano pero regulares. Se producían en los atardeceres y amaneceres lunares, es decir, cada 14 días terrestres aproximadamente.
Los autores del estudio atribuyeron a los cambios de temperatura esta serie regular de terremotos lunares, el “reloj de alarma lunar” en palabras del equipo. Y es que los cambios en la temperatura lunar son ciertamente abruptos: la amplitud térmica de nuestro satélite oscila entre los -133º y los 120º centígrados.
Oportunidad de oro. Una de las utilidades de los datos sismográficos es la de entender la geología interna de un planeta o satélite. Recientemente, los datos compilados por la sonda marciana InSight y su sismógrafo nos han permitido averiguar nuevos datos sobre el interior de Marte.
Ahora los instrumentos sismográficos de Chandrayaan podrían abrirnos una nueva etapa en la exploración lunar y a la hora de averiguar nuevos detalles sobre cómo se formó nuestro sistema solar y los distintos elementos que lo conforman, incluida la Luna y la Tierra.
ILSA. El Instrumento para la Actividad Sísmica Lunar (ILSA) es uno de los numerosos aparatos a bordo de la sonda india. Cuenta con un conjunto de seis acelerómetros de alta precisión. Tanto este como el resto de instrumentos de la sonda se encuentran a día de hoy en estado de hibernación.
Se mandtendrán así varios días más, hasta finales de septiembre, cuando los paneles solares de los vehúculos puedan volver a captar suficiente radiación solar como para mantener activos los instrumentos a bordo.
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Imagen portada | ISRO
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