La composición es la asignatura pendiente de muchos fotógrafos. Es muy difícil ordenar el mundo en un rectángulo y que tenga sentido. Para conseguirlo encontramos en los libros, cursos y páginas muchas reglas y normas que se siguen a rajatabla y puede que no tengan demasiado sentido. Vamos a ver los errores típicos de la composición fotográfica.
En el mundo de la fotografía hay que saber ordenar la realidad y que tenga sentido. La obsesión por la composición consiste en trazar líneas imaginarias al azar. Y realmente es más complicado que eso. Hay que dirigir la mirada del espectador para que sepa qué es lo que queremos contar.
Al final siempre se acaba hablando de la (regla de los tercios, o del número áureo...). El problema es que están consideradas como fundamentales y eternas, cuando nacieron en el siglo XIX de la mente de un artista desconocido que quiso pasar por teórico. Los fotógrafos hemos heredado y evolucionado la forma de mirar de los pintores, y ellos pocas veces trabajaron con esas normas que parecen inamovibles.
Las teorías de la composición
En los tratados de arte hay muy pocas referencias a las reglas de composición. Y a la regla de los tercios son mínimas, como por ejemplo un párrafo de un libro de John Thomas Smith, 'Remarks on Rural Scenery' (1797) que la utiliza para colocar el horizonte.
Pero donde más se habla, y que es la fuente de inspiración de muchos autores posteriores, es en 'The Parthenon and other greek temples. Their dynamic symmetry' (1924). Este libro, del desconocido Jay Hambidge, buscó la solución para lograr los éxitos de los grandes artistas clásicos con la regla de los tercios y otras menos conocidas.
Jay Hambidge era un artista de escaso éxito que buscó la respuesta del arte en las matemáticas. Y empezó a pintar líneas encima de los cuadros y edificios de la antigüedad para encontrar el Dorado.
Sus ideas calaron muy poco dentro del mundo del arte. Sin embargo, empezó a ser relevante en los manuales de fotografía que poco a poco inundaban las librerías en los años 70. Es difícil encontrar alguna referencia antes.
En los tratados más antiguos, como el de Marco Vitruvio Polión, que ilustró Leonardo DaVinci, solo hablan de la proporción del ser humano (según los cánones de Policleto y Praxíteles) y que sea utilizado como medida de todas las cosas. Este texto del siglo I a.C. habla de arquitectura y de la relación del hombre con ella. Y se ha utilizado para explicar la composición en la fotografía.
Es difícil explicar cómo hay que componer una fotografía. Y desde luego no parece buena idea partir de teorías escritas antes del nacimiento de Cristo o interpretadas por alguien que no consiguió trascender con su arte. Si realmente funcionan, ¿por qué solo conocemos a Jay Hambridge por las referencias a su desconocido libro y ninguna de sus obras?
Hay que superar a Jay Hambridge y acercarse a las teorías de la escuela de la Gestalt, ya que sus principios están basados en la observación y percepción de los elementos.
Además, si nos adentramos en la neurofisiología, aprenderemos que la observación de los elementos depende de muchas más cosas de las que se pensaban en el siglo XIX. Y que los integrantes de la Gestalt iban muy bien encaminados.
¿Por qué nuestra atención se fija más en unas zonas de la imagen? Según los estudios de Ronald H. Forgus y Lawrence E. Melamed en su libro 'Percepción: Estudio del desarrollo cognoscitivo’, resulta que nos fijamos porque existen factores que nos hacen reaccionar de una forma u otra.
Pueden ser externos: Brillo y tamaño, contraste, movimiento, cambio, repetición y aislamiento; e internos: nuestra forma física, la motivación, los afectos y el interés.
Aquí está la clave para componer, para llamar la atención de unos elementos sobre otros, para dirigir la mirada. Y explica también por qué hay autores que nos gustan o que nos repelen. Todo depende de nuestro cerebro y nuestras experiencias.
Los mitos y creencias de la composición
Las reglas de composición son una mera guía para empezar. Es como usar hojas cuadriculadas para no torcerse cuando escribimos a mano, como los ruedines de la bicicleta cuando aprendemos a montar o como el profesor de autoescuela que llevamos al lado en el coche, con sus propios pedales.
Si nos quedamos con ellas, nuestra fotografía avanzará muy poco. Todo es mucho más complejo. Conseguir dirigir la mirada del espectador depende de otros factores mucho más visibles y poderosos que dibujar líneas en el aire. Hay que olvidarse de los tópicos.
La composición depende de dibujar líneas
Una de las cumbres de la pintura occidental son 'Las meninas' de Diego Velázquez. Y allí no hay línea alguna. Pero todo está perfectamente colocado. Es una de las obras maestras del arte occidental.
Podemos acercarnos más en el tiempo y fijarnos en el trabajo de Robert Frank, donde todo parece desordenado hasta que aprendes a leer las imágenes. Él tampoco se puede explicar con líneas.
En estos dos trabajos, símbolo de una época, la composición depende de la luz y del contraste. Blanco sobre negro en el caso del fotógrafo y la luz de esa puerta abierta que vemos al fondo en el cuadro del pintor.
El color no importa en la composición
Muchos manuales recomiendan colocar el elemento principal en la intersección de las líneas de la regla de los tercios. Y olvidarse de todo lo demás.
Pero si al fondo de la fotografía hay un señor vestido de rojo o se ve una señal de prohibido, poco se puede hacer. Da igual todas las líneas que hayas dibujado que la composición no funcionará.
El color es uno de los elementos más importantes dentro de la composición. Incluso obliga a leer el encuadre de otra forma. Lo que funciona en blanco y negro puede ser un fracaso en color. Y viceversa.
La luz es un elemento más de la composición
Es muy curioso leer que la luz es otra forma de componer. Realmente depende todo de la iluminación. El sentido y la composición de la fotografía puede cambiar totalmente con una luz u otra.
Un paisaje, un monumento, son distintos según la luz. Y si la luz cambia, tendremos que modificar la composición. Al mediodía la Alhambra de Granada puede resultar repetitiva, pero con la luz de la tormenta, desde el mismo mirador de san Nicolás, puede ser espectacular.
Imaginaos toda la montaña sumergida en la oscuridad y la piedra de los palacios bañada por la luz roja del sol... La composición será la misma, pero en un caso la fotografía será una más y en el otro caso resultará espectacular.
En conclusión, tenemos que huir de los convencionalismos, de todo lo que nos limite a la hora de disparar. La composición no es otra cosa que tener un estilo propio, una forma de comunicar nuestra forma de mirar.
Si nos limitamos a las reglas de siempre, que incluso están grabadas en la pantalla LCD de la cámara, lograremos aburrir al personal. No quiere decir que no funcionen, pero no es lo único que tenemos que hacer. El lenguaje fotográfico es tan rico que no basta con el ABC que conocemos todos.
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