Nada más comenzar el nuevo milenio Paquito trató de conquistar el mercado español. Aquel fue el apelativo popular de las Intel Dot.Station que esta firma trató de vender a cientos de miles de usuarios españoles con la eterna promesa de "enchufar y listo". Solo era eso. Una promesa.
Cuando comprabas un Paquito no solo comprabas la máquina, sino que además contratabas internet con una cuota mensual que costaba 2.950 pesetas, unos 18 euros en la actualidad. Aquello fue un horror: Paquito era un "PC tonto" lento, cerrado y limitado, que acabó fracasando de manera excepcional.
La era de los PCs tontos para conectarse a internet
Intel presentó sus Intel Dot.Station en junio de 2002. Lo hizo con la intención de conquistar el terreno de las llamadas 'web appliances', dispositivos destinados a facilitar el acceso a internet.
Para entonces en Estados Unidos había una batalla intensa por conquistar ese segmento, pero los propios analistas dudaban del éxito del formato. Stephen Baker, analista en PC Data, preguntaba "¿Por qué comprarías algo así cuando por unos cientos de dólares más puedes tener un PC con una pantalla de 17 pulgadas?".
Esa pregunta es más importante de lo que parece, y resumía el auge y caída de estas soluciones en todo el mundo. Como explicaba uno de los responsables de Intel, este ordenador no tenía sentido si con él no se contrataba la conexión a internet con algún ISP.
Estos Intel Dot.Station eran ordenadores muy limitados. Contaban con un Intel Celeron a 300 MHz, un disco duro de 4 GB, 32 o 64 MB de RAM, un módem de 56Kbps, tarjeta de red Fast Ethernet 10/100, un monitor de 14 pulgadas con resolución 1024x768y teléfono integrado.
De este producto, olvidado por la mayoría, mantiene un buen repaso esta página también ahora desaparecida pero que sigue estando disponible vía Archive.org. En ella podemos comprobar cómo por entonces había sistemas como el Audrey de 3Com que no tuvo éxito.
Intel quiso intentarlo con un diseño que se asemejaba al iMac de Jony Ive que era la evolución de los Macintosh originales. De ahí, dicen, surgió el nombre (Macintosh -> Pakintosh -> Paquito, más o menos), y lo cierto es que el equipo tenía algunas ideas sorprendentes, como el hecho de que esa antena que parece sobresalir es en realidad parte de un teléfono con el que teóricamente se podían hacer llamadas y que también servía como micrófono.
En estas máquinas se preinstalaba Red Hat Linux 9 con un entorno cerrado que prácticamente no daba opciones al usuario a hacer otra cosa que no fuera navegar por internet con el navegador de Mozilla integrado. Era posible almacenar algunos datos en el disco duro integrado, pero no instalar otras aplicaciones que las que venían por defecto. El coste de fabricación rondaba los 500 dólares de entonces, según los analistas.
Auge y caída estrepitosa de Paquito
Esa fue precisamente la idea con la que varias empresas de nuestro país trataron de comercializarlo. El Banco Santander Central Hispano fue protagonista del lanzamiento de lo que se conoció entonces como AOL Avant, el servicio de conexión que formaba parte fundamental de la oferta. Además de AOL y el BSCH tanto Sol Meliá como el Grupo Planeta se implicaron en el proyecto.
AOL Avant, explicaba El País entonces, tenía la intención de distribuir 500.000 "terminales de acceso a internet" entre los clientes y empleados del BSCH. El banco, como explica alguien que estuvo cerca de quienes trataron de venderlo, actuaba como escaparate de este producto:
"El banco pensaba usar su cartera de clientes como clientes también de este nuevo producto. Estamos hablando de una época donde algunos bancos habían convertido sus sucursales (o empezaban a hacerlo) en tiendas de productos físicos y tenían vitrinas con cacerolas, móviles y un montón de cosas más".
Como explica este usuario, los empleados del BSCH se acabaron convirtiendo en agentes de telemarketing que prometían a los clientes un producto fantástico —primero en exclusiva a los mejores clientes, a los que llamaba el propio director de la sucursal—. Los bonus eran jugosos, pero sólo si la cantidad de Paquitos vendidos era importante. Más tarde las grandes superficies tratarían de distribuirlos también.
El problema es que aquellos ordenadores resultaron ser muy inferiores a un ordenador convencional. "La mayoría de la gente ya tenía un ordenador en casa que funcionaba bien y que además era más útil que este chisme", y es que Paquito no tenía método de almacenamiento que no fuera el disco duro, cuyo acceso estaba muy limitado. Incluso como navegador, asegura este usuario, sus prestaciones eran escasas.
Cuando los clientes descubrieron con sorpresa que tenían que pagar esa cuota mensual de casi 2.950 pesetas por el alquiler —sin contar con la conexión a internet con AOL, que era obligada para que el producto sirviera para algo— y las limitaciones de Paquito, intentaron devolverlo:
"Aquello también estaba previsto. Los empleados de AOL Avant cogían la llamada y tomaban nota para ir a recogerlo pero jamás iba nadie a buscarlo, y al cliente tampoco se le daba de baja alegando que no había devuelto el equipo, ergo le seguía interesando. La gente empezó a devolver los recibos consecuentemente y esto fue el principio del fin de los Paquitos".
En octubre de 2002 quedó patente que aquel experimento había sido un desastre. De los 500.000 clientes que se estas empresas se habían marcado como objetivo solo se habían logrado 105.000, y tanto el BSCH como Time Warner se retiraron de la iniciativa.
Este usuario recuerda cómo a los dos años de haberse presentado habían desaparecido todos los Paquitos. Según indicaban en El País, 110.000 de aquellos ordenadores que jamás se lograron vender —ahí es nada— "acabaron en el almacén de la compañía informática española ADLI".
En diciembre de 2002 la empresa Prodigios Interactivos —que había estado implicada en el proyecto original— relanzó aquellos equipos, que vendía a 299 euros y preinstalaba Windows para tratar de salvar parte de la inversión. En esa noticia de El Mundo se habla de otros 145.000 ordenadores "apilados en una nave de la compañía Logista".
Algunas webs independientes lograron convertirs en referencia para los usuarios que quisieron darle nueva vida al Paquito y "hackearlo" —con instrucciones para incluso cambiar el procesador— para poder acceder a las opciones que realmente ofrecía el equipo.
Poco después los retales de estos equipos aparecieron en SubastasPC, una empresa que logró quitarles el Linux que traían, les incorporó una unidad de CD-ROM, les habilitó los puertos USB y los convirtió en equipos algo más funcionales al instalar Windows XP.
Aquello no sirvió de mucho, y los Paquitos han acabado convirtiéndose en un objeto de coleccionista que, eso sí, es fácil conseguir en servicios de venta de segunda mano por precios que rondan los 50 euros.
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