La arquitectura RISC-V aspira a ser el Linux del hardware. Y poco a poco y gracias al apoyo de una comunidad de entusiastas que trabaja en ella sin descanso, y también gracias al respaldo de empresas como Huawei, Western Digital o ZTE, entre otras, sigue recorriendo el camino que la separa de su objetivo.
RISC-V nació en la Universidad de California en Berkeley, en 2010, con un propósito esencialmente educativo, pero también con la intención de afianzarse a medio plazo como una alternativa de hardware libre tanto a los diseños x86-64 de Intel y AMD como a las CPU con arquitectura ARM que tanto han proliferado durante los últimos años. Como podemos deducir por su nombre es un diseño de tipo RISC (ordenador con un conjunto de instrucciones reducido).
Su atractivo más evidente es que al tratarse de una arquitectura libre y abierta está a disposición de cualquier persona, institución o empresa para poder ser utilizada y modificada sin pagar ningún canon. Este es un punto muy potente a su favor, y la hace atractiva para un abanico de escenarios de uso muy amplio, como ordenadores personales, sistemas empotrados o supercomputadores, entre otras máquinas. Sí, también para supercomputadores.
Los centros de supercomputación europeos apuestan por RISC-V, y lo hacen desde ya
Hace pocos días tuvimos la ocasión de hablar largo y tendido con Mateo Valero, catedrático de Arquitectura de Computadores en la Universidad Politécnica de Cataluña y director del BSC (Barcelona Supercomputing Center). Mateo es un científico reconocido y el máximo artífice de la supercomputación en España, y durante nuestra conversación con él compartió con nosotros una reflexión muy reveladora:
«Lo que sucedió en aquel momento con Linux [en alusión a la utilización de este sistema operativo en los supercomputadores] está pasando ahora con el hardware gracias a la arquitectura RISC-V. Nosotros estamos promocionando que Europa pueda desarrollar supercomputadores con hardware europeo».
Además Mateo nos explicó que la institución que dirige, el BSC, está auspiciando un movimiento en los centros de supercomputación de toda la Unión Europea que persigue fomentar el desarrollo y la utilización de procesadores RISC-V con una intención muy clara: conseguir que la supercomputación europea no tenga la dependencia de los procesadores estadounidenses que tiene actualmente.
«El BSC es la institución que está moviendo todo esto en Europa, unas veces con problemas políticos, y otras con problemas económicos. En cualquier caso, la única opción que tiene Europa si quiere ser independiente en el ámbito de la supercomputación solamente pasa por desarrollar procesadores RISC-V. Y es una decisión política. No hay otra solución».
Actualmente los procesadores integrados en los superordenadores no solo europeos, sino de todo el planeta, han sido fabricados por Intel, IBM, AMD, NVIDIA, o por alguna de las compañías que producen chips ARM. Y esto pone toda la tecnología en manos de un único país.
RISC-V podría acabar con la hegemonía estadounidense en el ámbito de los supercomputadores, pero, como confiesa Mateo, que esta estrategia sea o no viable no está en manos de los directores de los centros de supercomputación. Está en manos de los gobiernos. Es, como reconoce Valero, «una decisión política».
Imagen de portada | Derrick Coetzee
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