Nos pasa a todos. Después de hacer ejercicio y sudar, la ropa no huele como cuando acabamos de sacarla del armario. Parece obvio que la mezcla de sudor con las telas produce ese cambio en el ambiente. Sin embargo, y aquí también creo que todos lo han experimentado, hay olores y olores. De hecho, hay prendas que identificamos claramente por el olor que desprenden después del paso por el gimnasio. La ciencia acaba de revelar por qué huelen tan mal.
El estudio. El trabajo, una investigación de la Universidad de Alberta, explica por qué algunas fibras comúnmente usadas huelen más que otras cuando la gente suda. El análisis de varias fibras empapadas en una solución mostró que el algodón y la viscosa, que son fibras celulósicas o de origen vegetal, absorbieron (y, en consecuencia, liberaron) cantidades más pequeñas de compuestos que causan olores que el poliéster, el nailon y la lana.
Imitando el sudor. Para llevar a cabo el análisis, el equipo, liderado por Rachel McQueen, científica de ropa y textiles de la Facultad de Ciencias Agrícolas, Biológicas y Ambientales, utilizó una solución de sudor líquido simulado, “aunque sabemos que el poliéster huele más después de usarlo junto a las axilas sudorosas en comparación con las camisetas de algodón, no sabemos realmente por qué", explica. "Ahora comprendemos mejor cómo los distintos tipos de fibras del sudor transfieren y absorben selectivamente los olores".
Para ello, primero sumergieron en una botella esa solución de sudor simulado, y la agitaron durante un par de minutos antes de dejarla reposar durante media hora. Luego se sacó la tela del líquido, se deshidrató un poco y se dejó nuevamente para que las partículas de olor tuvieran tiempo de filtrarse.
Midiendo el olor. La siguiente fase del estudio consistía en realizar una medición del hedor que envolvía a la tela. ¿Cómo? Dejar que cada uno de los investigadores oliera y los calificara no parecía suficiente, así que el equipo recurrió a la técnica llamada espectrometría de masas, una forma de medir la relación masa-carga de iones en una muestra determinada. En esencia, una técnica capaz de detectar los olores en el aire en tiempo real.
Resultados. Tal y como detallan en el trabajo publicado, los resultados mostraron un patrón claro. Las telas hechas de celulosa, es decir, fibras naturales hechas de plantas, como algodón, lino o cáñamo, absorbieron y liberaron menores cantidades de compuestos olorosos malolientes. Por otro lado, las fibras sintéticas como el poliéster, así como la lana, absorbieron más olor y también liberaron más.
Explicando el olor del sudor. Como señala McQueen, para entender por qué es así, debemos observar los ingredientes que constituyen el sudor. Sí, es básicamente agua, pero también hay compuestos aceitosos, clave, ya que es donde se forma el olor. Además, recuerdan que, dependiendo de la química particular de las fibras, estos aceites pueden interactuar de manera diferente.
"Si bien las fibras celulósicas amantes del agua, como el algodón y la viscosa, absorben más agua del sudor que el poliéster, el poliéster no quiere absorber el agua", cuenta McQueen. "Le gusta más el aceite y absorbe más olores, que no se disuelven en agua, y más compuestos aceitosos, que luego también podrían descomponerse y volverse malolientes".
De lo malo, lo menos malo. El trabajo también dividió los olores entres las prendas que desprendían los mayores hedores. De hecho, encontraron que las telas más malolientes no eran iguales. Con el nailon y la lana, esa mayor liberación de partículas de olor en realidad no duró tanto. Sí, al principio apestaban, pero después de 24 horas el olor se había disipado mucho.
"Eso nos dice que, si bien el poliéster todavía necesita ser lavado, en el caso de las prendas de nailon y lana, la gente podría refrescarlas simplemente ventilándolas en lugar de lavarlas cada vez", cuenta McQueen. En cualquier caso, si bien la mayoría de las telas tenían al menos alguna cualidad redentora en cuanto al olor, había un claro perdedor en la prueba del olfato: el poliéster. Curiosamente, una de las telas más baratas en el mercado, mucho más que el algodón o el lino.
Consejo final. Por todo ello, los investigadores sugieren a todos aquellos que suelen hacer ejercicio (o que simplemente sudan con frecuencia a diario), evitar en la medida de lo posible las prendas de poliéster, “incluso con algunas de las afirmaciones antiolor en las etiquetas de algunas prendas de vestir, es posible que quieras tener cuidado. Si la propiedad antiolor se debe a un antimicrobiano, puede que no sea tan eficaz como se cree, porque hay otro mecanismo en juego, que tiene que ver con la química de la fibra y la interacción con los olores”, zanjan.
Ya sabíamos que el tejido de la ropa era crucial para pasar más o menos calor y cuáles eran las mejores, ahora la ciencia ha señalado claramente el tejido que se diferencia del resto por desprender el olor más nauseabundo. Si sudas más de la cuenta, ya sabes lo que debes evitar.
Imagen | ThoroughlyReviewed, Véronique Duplain
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