Ocho minutos duró el último sueño espacial español. El tiempo que tardó el satélite SEOSAT-Ingenio en perderse para siempre en los confines de la galaxia. El fiasco arrojó por la borda una inversión superior a los 200 millones de euros y años de colaboración conjunta entre el Ministerio de Ciencia e Innovación y la Agencia Espacial Europea. Su misión era sencilla. Orbitar la Tierra y tomar imágenes de alta resolución a una altura de 2,5 metros sobre la superficie del planeta.
Se trataba del primer satélite de observación terrestre puramente español, pero a duras penas habría supuesto una novedad en la saturada órbita de la Tierra. Las estimaciones más generosas hablan de más de 6.000 aparatos girando alrededor del planeta. Sólo un 40% de ellos seguiría en funcionamiento. El resto tan sólo consistía en chatarra, a la espera de finalizar sus días estrellada en algún rincón remoto del océano. Es una cifra impresionante, pese a que sean invisibles a nuestros ojos.
¿Pero qué hacen allí y a quién pertenecen? Es lo que trata de dilucidar este gráfico elaborado por VisualCapitalist. La mayoría de ellos (1.007) están dedicados a las telecomunicaciones y juegan un rol indispensable en el tejido de redes y conexiones que sostiene el mundo contemporáneo. Su segunda función más relevante (446) es la "observación terrestre", misión que, de no haber perecido, debería haber cumplido SEOSAT-Ingenio. Otro puñado funciona como herramienta de navegación y un número más reducido tiene un carácter experimental y de desarrollo.
Dado el tradicional carácter estatal de la exploración espacial, sostenida con toneladas de dinero público, uno podría imaginar que la mayor parte de los satélites orbitando la Tierra pertenecen a los gobiernos. No es así. Sólo el 16% de ellos son propiedad de los estados, a los que debemos sumar el 13% dedicados a funciones militares. El grueso de nuestros satélites (54%) son privados y tienen propósitos comerciales. Es algo en sintonía con el desarrollo reciente de la exploración espacial, capitalizada por empresas como SpaceX.
Suyos serán también la mayor parte de satélites si sus ambiciosos planes se cumplen a corto plazo. A día de hoy cuenta con unos 350 aparatos orbitando el planeta, cifra que está creciendo día a día. Ya ha dispone del permiso de la agencia reguladora estadounidense para lanzar más de 7.000 a corto plazo. Su objetivo es mucho más ambicioso. Musk desea contar con una red de hasta 30.000 objetos a su servicio orbitando la Tierra. SpaceX es la empresa más entusiasta en una renovada carrera espacial, carrera que también alcanza a la colocación de satélites en torno al globo.
Al fin y al cabo, más de 2.200 aparatos iniciaron su andadura orbitando la Tierra entre 2009 y 2018. Cifra que podría aumentar un 330% a lo largo de la próxima década. Se espera que las empresas privadas y los organismos públicos lancen alrededor de 990 aparatos cada año, resultando en más de 9.000 nuevos satélites de aquí a 2028. El frenesí de SpaceX se está viendo acompañado por las intenciones de otros actores inesperados. Amazon es uno de ellos. Ya tiene autorización para lanzar 3.200 satélites.
El resultado es este. Marcados en blanco, los satélites operativos. El anillo exterior (morado) lo componen más de 3.200 objetos inoperativos, ya caducos. El azul, los comerciales. Verde y amarillo, gubernamental y militar, respectivamente. El morado interior, una combinación de objetivos y misiones. Y el naranja, civil.
Se puede ver en alta resolución aquí.