Pese a sus teóricas similitudes, Arabia Saudí y Qatar no disfrutan de la mejor de las relaciones. Hace aproximadamente un año el pequeño país del golfo se convertía en el inesperado protagonista del vodevil geopolítico de Oriente Medio cuando Arabia Saudí anunciaba sanciones políticas y bloqueos económicos. Otros aliados regionales le siguieron. Como resultado, Qatar quedó aislada, diplomática y geográficamente. Una situación que podría agravarse por empeño de Arabia Saudí.
¿Cómo? Por obra y gracia de la geografía. Qatar sólo cuenta con una conexión terrestre, y está dominada en su totalidad por Arabia Saudí. Durante el último año la frontera ha estado cerrada y bloqueada, causando graves tribulaciones económicas a Qatar. Ahora Riyadh quiere llevar el aislamiento al siguiente nivel mediante la construcción un gigantesco canal que convierta al diminuto estado en una isla. Virtualmente. El proyecto sale a licitación el próximo 25 de junio.
¿Es posible? Sí: la frontera de Arabia Saudí se adentra lo suficiente en la península como para cavar el canal en su territorio. El proyecto no es demasiado extravagante en lo técnico (hay multitud de canales que cortan penínsulas para acortar días de navegación) y costaría alrededor de 700 millones de dólares, calderilla en el presupuesto saudí. Lo extraordinario sería su motivación y el particular carácter del castigo: es raro que un país decida unilateralmente convertir a otro en una isla.
Wait, they also want to dump nuclear waste at the border zone pic.twitter.com/XQmDjlQCbA
— İyad el-Baghdadi | إياد البغدادي (@iyad_elbaghdadi) 18 de junio de 2018
¿Por qué? Qatar siempre ha sido un verso suelto dentro de los riquísimos reinos sunís del Golfo Pérsico. La monarquía local jamás ha hecho ascos a las alianzas improbables, y ha tejido lazos tanto con Estados Unidos como con Irán, el tradicional archienemigo de los saudíes. Al mismo tiempo, Qatar apoyó de forma lateral (a través de su cadena estatal, Al Jazeera) los múltiples levantamientos populares de la Primavera Árabe, contrarios al interés de Riyadh en el orbe árabe.
De forma resumida, las élites qataríes siempre han querido influir con mayor o menor éxito en el teatro global de Oriente Medio, a menudo chocando con las tácticas y las estrategias de Arabia Saudí. Las sanciones de hace un año, justificadas en una supuesta financiación qatarí a del terrorismo extremista, respondían al particular conflicto frío entre ambos países.
¿Se hará? La idea ha tenido cierto recorrido durante el último año, y puede tener un carácter más amenazante que real. La posibilidad de llevarlo a concurso público, como hará Arabia Saudí la próxima semana, lo acerca hacia la realidad. A priori, Riyadh quiere convertir el canal de Salwa en un espacio dedicado a los destinos turísticos de lujo y a un cementerio de residuos nucleares. Sería un indudable golpe propagandístico: a nivel práctico, Qatar lleva un año aislada. La mayor parte de sus provisiones (como la comida) llegaban por tierra, vía Arabia Saudí.
¿Consecuencias? No sólo el aislamiento total de Qatar, sino su humillación: Arabia Saudí lo habría desgajado literalmente del continente. Para el resto de la región, limitadas. El reino es ya hoy un paria dentro de las monarquías suníes. El canal agravaría el dilema que Qatar representa hoy para Estados Unidos (tiene bases en la península), un dilema solventado, como cabría esperar, dando vía libre a Arabia Saudí para endurecer su política contra Qatar. Ahora, canal mediante.