Irán copa parte de nuestra actualidad mediática. El acuerdo alcanzado con Estados Unidos y la comunidad internacional para desmantelar su programa nuclear ha acabado con múltiples sanciones económicas que cercenaban su economía. Irán, ahora liberada de su aislamiento, comienza a tener un papel activo en la economía mundial, y eso es atractivo para países e inversores de todo el globo. Entre ellos España. Gracias a un potencial económico notable, Irán es ahora un posible socio de Occidente. ¿Pero cómo es este país de Oriente Medio a menudo poco comprendido y en muchos casos excepcional?
¿De dónde surge el actual Irán?
De la revolución islámica que, en 1979, derrocó al antiguo sha de Persia y edificó la primera República Islámica de la historia. Es el elemento clave que explica al actual Irán, y uno de los acontecimientos más relevantes de la segunda mitad del siglo XX fuera de Europa. En 1979, una revolución popular, alentada e inspirada por Ruhollah Jomeini, un clérigo chií de inspiración fundamentalista y tradicionalista, derroca al tradicional poder laico y autoritario de la monarquía persa, histórica gobernante del país.
En la revolución iraní se mezclaron tanto factores de radicalismo islámico como de desencanto y oposición al régimen de los shas. Jomeini supo canalizar las protestas y postularse como el futuro líder de un estado islámico regido por los principios de la sharia y con un férreo control estatal por parte de los ayatolás, los más altos clérigos del islamismo chií. Desde sus inicios, y dado su carácter anti-occidentalizante, Jomeini y su régimen, ya establecidos tras el fin del sha, declararon su enemistad con Estados Unidos, aliado tradicional del régimen represivo monárquico.
¿Cómo está organizado políticamente?
Al contrario que Arabia Saudí y las monarquías absolutas del resto de Oriente Medio, Irán cuenta con un sistema político diverso, explicado de forma muy concisa y esquemática en este especial de la BBC.
En Irán, la mayor parte del poder está en manos del Líder Supremo, cargo creado por Jomeini tras su victoria revolucionaria y heredado a su muerte por Alí Jamenei, ayatolá y actual líder político del país. Su control sobre los asuntos políticos del país es muy grande, aunque no total. Elige a la cabeza del sistema judicial, a seis de los miembros del relevantísimo Consejo de Guardianes, a los comandantes de las fuerzas armadas y de la Guardia Revolucionaria, a los líderes clericales, y a los directores de las radios y de las televisiones. Además, sanciona al presidente del gobierno y dirige la política del país.
El sistema político iraní es mixto: hay un parlamento y un gobierno electos, pero la mayor parte del poder la ostenta una figura religiosa y no electa
Este último detalle es importante: en Irán, la figura del Líder Supremo es gigantesca, pero encuentra ciertos contrapesos a su poder. La estructura del país es peculiar: por un lado, existe un parlamento, un gobierno y un presidente del gobierno cuya elección depende de elecciones generales y de un electorado activo. Por otro, el radio de acción de los representantes populares está limitado por instituciones no electas, como el Líder Supremo o el Consejo de los Guardianes. A menudo, surgen tensiones internas, especialmente cuando hay un parlamento y un presidente reformistas.
Es lo que sucede ahora. El actual presidente es Hassan Rouhani, un clérigo moderado que sustituyó en 2013 a Mahmoud Ahmadinejad, el primer presidente laico de la historia del país, de fuerte carácter personalista y autoritario. Rouhani se impuso en las elecciones con abrumadora mayoría gracias a un programa ligeramente aperturista. Los límites a la oposición interna, no obstante, están muy limitados por el Consejo de los Guardianes, un órgano de doce miembros que decide quién puede y quién no puede presentarse a las elecciones generales.
Los opositores son reprimidos. En 2009, cuando el Movimiento Verde, una movilización ciudadana de carácter pacífico, salió a las calles para protestar contra el posible amaño de las elecciones, el gobierno de Ahmadinejad encarceló a centenares de personas y reprimió con dureza a los protestantes. Los líderes más subversivos a menudo sufren arresto domiciliario. El espacio para la disidencia en Irán, lejos de los márgenes del sistema, es inexistente.
Por último, ¿quiénes son los guardianes del consejo? Es un órgano de elección indirecta mixta. Seis de sus miembros son designados directamente por el Líder Supremo, y otros seis por el parlamento. Su poder de veto y de control es altísimo, y, por tanto, la pluralidad política de Irán es pequeña. Con todo, incluso el Líder Supremo es elegido de forma popular aunque indirecta, a través de la Asamblea de Expertos, órgano de elección exclusivamente clerical que se renueva ante el electorado cada ocho años.
¿Por qué Irán es importante ahora?
Porque ha alcanzado un acuerdo con Estados Unidos para frenar su programa nuclear. Durante el mandato de Ahmadinejad y con la aquiescencia del Líder Supremo y del estamento clerical chií, el gobierno iraní inició un sospechoso programa nuclear con la posible intención de obtener la bomba atómica. Tanto Estados Unidos como sus aliados, entre ellos Israel, entraron en pánico. Los unos a través de sanciones internacionales y los otros a través de acciones de sabotaje y veladas amenazas de guerra actuaron en su contra. Sólo las negociaciones de la administración Obama han puesto fin al programa.
A nivel político, el acuerdo ha encontrado resistencia tanto en Israel como en el sector conservador de la política americana. En Irán, Rouhani, un líder de talante moderado, ha llevado al país a sentarse a negociar con Estados Unidos, un hecho histórico que no se producía desde la revolución islámica de 1979. Internamente no está exento de riesgos: Jamenei ha mantenido una retórica agresiva contra EEUU, aunque en última instancia ha debido aceptar los términos, y sólo si el fin de las sanciones sirven para relanzar una economía renqueante el acuerdo será una victoria política para los moderados.
¿De qué modo podría afectar a su economía?
De un modo muy positivo. Las condiciones de partida de Irán son muy buenas. El país cuenta con la segunda reserva de gas más grande del mundo, y con la cuarta de petróleo. Su economía, pese a las sanciones, se cuenta entre las veinte más grandes del mundo. La mayor parte de su población es urbana y está bien educada, lo que ofrece una mano de obra cualificada de gran potencial. Es un país grande, con mucha población y notablemente joven. Su PIB per cápita es similar al de China. Y sus recursos naturales están por explotar: la exportación de crudo o gas no llega a un quinto de su economía.
Ahora, todo ese potencial se ha liberado.
¿Será suficiente? En este estupendo artículo de Foreign Affairs ponen cifras a la actual economía de Irán, y observan con buenos ojos sus posibilidades futuras. Sin embargo, también advierten de lo evidente: el problema de Irán no sólo han sido las sanciones. La economía del país fue primero nacionalizada y después privatizada tras la revolución islámica, y está plagada de disfuncionalidades y prácticas corruptas. Sólo un amplio programa de reformas le convertirá en un destino muy atractivo para las inversiones mundiales.
¿Cómo es Irán a nivel cultural?
Pese a que Irán es una República Islámica regida por las leyes de la sharia y dirigida por una élite de clérigos radicales y ultratradicionalistas, es diferente al régimen saudí. Por un lado, Irán es el país chií más importante de Oriente Medio, lo que le sitúa al margen de la totalidad de las monarquías petrolíferas del Golfo Pérsico, siendo su enemigo natural. Por otro lado, Irán no es un país árabe: su población es mayoritariamente persa, aunque hay decenas de minorías étnicas repartidas a lo largo y ancho de su extenso territorio.
Al margen de consideraciones étnico-culturales, el modo en que el régimen iraní coarta la libertad de sus ciudadanos es diferente al del saudí o al de países afines al salafismo suní. En Irán, las mujeres están muy reprimidas: no pueden presentarse a las elecciones y siempre deben llevar cubierta la cabeza con algún tipo de paño. Sin embargo, la coerción a la que están sometidas es más laxa: en Teherán y en determinados círculos, los requerimientos de vestimenta permiten cierto margen de actuación. Las mujeres jóvenes llevan vaqueros y se cubren su cabeza parcialmente, como comprobó Jordi Pérez Colomé en su momento.
En Vice grabaron un documental sobre el florecimiento modístico de Irán.
En su viaje a Irán, recogido en el esencial libro El país esquizofrénico, Colomé retrató parcialmente al país persa. Los ciudadanos iraníes, especialmente los más jóvenes, salen de fiesta, ven televisión occidental gracias a las numerosas antenas instaladas en las casas, escuchan música Hip Hop y tienen cierto contacto con la cultura globalizada. En Irán, salirse de los estrictos guiones marcados por el régimen de los ayatolás son actos de resistencia activa aunque diminuta, como bien explica en The Atlantic Abbas Milani, un escritor iraní que lleva viviendo en el exilio décadas. Es lo que él define como "la revolución incremental", un lento pero progresivo cambio de hábitos impulsado por la sociedad.
Todo esto sucede al margen de la Guardia Revolucionaria, la muy represiva policía de la república, y de la estricta vigilancia del poder conservador. Para Milani, estas pequeñas concesiones se interpretan como una cesión a cambio de menores aspiraciones políticas. Es complicado saber cuánto durará: tanto en 2009 como en 2011 hubo protestas exigiendo mayor apertura democrática al estado.
En cualquier caso, el de Irán sigue siendo un régimen con un dudoso historial en el respeto a los derechos humanos. Los homosexuales, por ejemplo, son perseguidos de forma activa por el gobierno, y animados a someterse a operaciones de cambio de sexo. El colectivo LGBT está sometido a penas de cárcel y de muerte por el mero hecho de serlo. La comunidad LGBT internacional ha denunciado con frecuencia ejecuciones de homosexuales disfrazadas de penas de otro tipo, como las que sufrieron Mahmoud Asgari y Ayaz Marhoni o Abdullah Ghavami Chahzanjiru y Salman Ghanbari Chahzanjiri.
Todo ello va de la mano de la persecución a la oposición política interna. El acceso a Internet y a las redes sociales es limitado, y la libertad de expresión, cercenada.
¿Cuál es la posición de Irán en Oriente Medio?
A nivel histórico y por sus características, Irán es enemiga natural de Arabia Saudí, las monarquías petrolíferas del Golfo Pérsico y, por extensión, de Estados Unidos, país ante el que los ayatolás se muestran muy agresivos. Todo ello ha empujado a Irán a alianzas al margen de los aliados políticos globales de Estados Unidos, siendo Rusia uno de sus principales apoyos entre la comunidad internacional. Las cosas están cambiando, no sólo gracias al acuerdo nuclear, sino también al interés de Irán en combatir a ISIS en Irak.
Es allí donde, de forma histórica, Irán y Estados Unidos están colaborando con el gobierno iraquí y con las milicias chiíes del sur del país frente al salafismo radical y enajenado de ISIS. Sin embargo, la ejecución reciente de clérigos chiíes opositores en Arabia Saudí ha enardecido la de por sí inestable relación entre ambos países. A nivel general, Arabia Saudí e Irán compiten por las mismas esferas de influencia y de poder, algo que ha quedado manifestado de forma evidente en sus respectivos papeles en el conflicto sirio (Arabia Saudí con la oposición, Irán con Al-Asad, alatuita-chií).
El antagonismo de ambas potencias es uno de los elementos clave de Oriente Medio, y va más allá del conflicto suní-chií.
En todo caso, el carácter distintivo de Irán le ha mantenido en cierto aislamiento respecto a sus vecinos árabes. A nivel histórico, por otro lado, Irán tuvo que hacer frente al conflicto bélico con la Irak de Saddam Hussein, una guerra de ocho años sin claro vencedor que provocó la muerte de miles de soldados y que contribuyó a que Irán quedara enfrentada a la Liga Árabe.
¿Qué relación tiene España con Irán?
A nivel económico, comienzan a ser buenas. Irán produce petróleo, y gracias al fin de las sanciones internacionales va a estar en condiciones de exportarlo a todo el mundo. En España, el país persa se encuentra en negociaciones para entrar en la inversión de una nueva refinería en la península ibérica. Los detalles del acuerdo aún se desconocen, pero fue anunciado por el viceministro iraní de Petróleo, Abbas Kazemi, hace unas semanas. Irán quiere poner su petróleo en España y producir 200.000 barriles diarios, y eso interesa a las empresas locales.
La búsqueda de inversiones españolas en Irán va más allá del petróleo, y hasta tres ministros han visitado el país en el último año con el objetivo de colocar a España en una posición preferente dentro de Irán. Las posibilidades son muchísimas y las expectativas económicas de Irán grandes, de modo que la relación podría ir a más.
Imagen | Kamyar Adl