En noviembre de 2011 tuvo lugar en Hawái, estado natal del presidente Barack Obama, la cumbre anual del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC en sus siglas en inglés). En un encuentro con directores generales de empresa el presidente Obama afirmó que su país había pasado la pasada década "muy concentrado en asuntos de seguridad, especialmente en la región de Oriente Medio" a causa del 11-S y que había llegado el momento de volver la vista hacia la región Asia-Pacífico.
Esa política de reorientación estratégica fue bautizado el "Giro hacia Asia". El interés por la región se explica por su dinamismo económico y las expectativas futuras de un continente en el que la franja que va de India a Japón pasando por el archipiélago malayo engloba a la mitad de la población del planeta. Pero el asunto central, el que aparece en los documentos de los think-tanks de Washington y preocupa en los Ministerios de Defensa de la región, es el auge de China como superpotencia militar en el siglo XXI.
La expansión China, algo más que una simple amenaza para sus vecinos
Durante el siglo pasado, China vivió un período convulso desde la revolución que acabó en 1911 con 4.000 años de monarquía hasta la consolidación del poder del Partido Comunista en 1949, al término de la guerra civil. Al año siguiente, la nueva República Popular China se anexionó Tíbet, incluyendo varios enclaves bajo administración de Bután. Durante las siguientes décadas, China vivió varios conflictos fronterizos con los países vecinos por la soberanía de territorios en sus fronteras terrestres. Así, China entró en guerra con la India en 1962 y se anexionó la región de Aksai Chin.
En 1969 China vivió otro conflicto con la Unión Soviética, antiguo aliado con el que había roto ideológicamente, en el que se llegaron a producir combates limitados por la soberanía de una isla en el río Ussuri. La disputa no fue resuelta hasta la firma de un acuerdo fronterizo en 1991.
También, a pesar de haber sido aliado de Vietnam del Norte durante la guerra contra su vecino del sur, China entró en guerra contra el Vietnam unificado en 1979. Pequeñas franjas de territorio vietnamita quedaron entonces en poder chino. El cúmulo de estas experiencias es la existencia de reclamaciones territoriales pendientes y una desconfianza entre los países de la región hacia el gigante chino que trata en cambio de presentar su auge como un "ascenso pacífico".
La ruptura con la Unión Soviética en plena Guerra Fría privó a China de su proveedor de tecnología militar y la industria de defensa china quedó congelada en el tiempo. Se dedicó a modificar repetidamente la misma tecnología soviética de los años 50. Así, China estuvo produciendo para exportación hasta 2013 el caza Chengdu J-7, versión local de un avión soviético cuyo prototipo voló por primera vez en 1955. Y el bombardero estratégico chino Xian H-6K, que entró en servicio en 2009, es una versión modificada y modernizada de un diseño soviético cuyo prototipo voló en 1952. Pero todo cambió para China con la caída del comunismo en Europa.
Hasta la disolución de la Unión Soviética, Moscú mantenía un criterio selectivo en la venta de tecnología militar. Con la depresión económica rusa de los años 90, China se encontró con las puertas abiertas a la compra de la tecnología rusa más avanzada.
China siguió con la tecnología militar entonces a partir de los años 90 el mismo camino que con la industria civil. Primero sus factorías fabricaron productos extranjeros bajo licencia. Luego produjeron versiones modificadas con más o menos respeto a la propiedad intelectual ajena. Por último, presentó sus propios diseños creados desde cero pero con claras influencias extranjeras. Así, con los aviones militares chinos se puede practicar el mismo juego que proponía Motorpasión con los vehículos chinos: buscar los sospechosos parecidos con diseños previos.
Un caso especial es el del primer portaaviones chino. Fue botado en un astillero del puerto soviético de Mykolaiv, actualmente parte de Ucrania, el 4 de diciembre de 1988. La disolución de la Unión Soviética dejó el proyecto a medias y el buque quedó incompleto como un cascarón vacío sin motores sometido a los elementos hasta que una empresa de Hong Kong lo compró por 20 millones de dólares en 1998 para convertirlo en un hotel-casino flotante en Macao.
El buque fue remolcado en una larga ruta bordeando África hasta China, donde fue sometido a obras para reaparecer completado no como un hotel-casino flotante sino como el buque de guerra Liaoning. Hoy los astilleros chinos trabajan en el segundo portaaviones, un diseño local denominado Tipo 001A, que mejora el anterior. Y ya se espera un Tipo 002 aún más avanzado.
El interés chino por desarrollar su poder aeronaval responde a su condición de fábrica del mundo y gran consumidor de recursos. La gran parte de esos recursos naturales y bienes producidos son transportados por vía marítima y en China preocupa que sus líneas de comunicación marítimas pueden ser cortadas por países rivales en caso de conflicto. Precisamente frente a la fachada marítima de China encontramos una cadena de países que son estrechos aliados de Estados Unidos.
Japón en el ojo de la geostrategia
En la perspectiva geoestratégica china, la cadena de islas que va de Japón a Filipinas constituyen un cerco al país y en caso de guerra sería una prioridad neutralizar las fuerzas de Estados Unidos que se puedan desplegar allí. Pero para los países de la zona la ayuda militar estadounidense podría no estar disponible en caso de crisis y se han lanzado a una carrera armamentística donde la preocupación por China es evidente.
En Japón, la traumática experiencia de la Segunda Guerra Mundial llevó a una política de no injerencia en asuntos externos, y a ponerle a sus fuerzas armadas el eufemístico nombre de Fuerzas de Autodefensa. En 1967 decidió aplicar una norma no escrita de no exportar material militar. Hoy esa decisión es historia. Japón ha ofrecido aviones de patrulla antisubmarina Kawasaki P-1 a Reino Unido y ha ofrecido la construcción conjunta de submarinos clase Sōryū a Australia.
El nombre de esa clase de submarinos, tomado del primero construido, aporta un detalle significativo. Hasta hace poco, Japón bautizaba sus submarinos con nombres de corrientes marinas. En cambio, Sōryū significa “dragón azul” y fue el nombre de un portaaviones de la Armada Imperial Japonesa hundido en la batalla de Midway.
Que Japón ahora sí esté dispuesto a exportar tecnología militar responde a que encontrar clientes extranjeros es la única forma de amortizar el gasto en I+D cuando se desarrollan proyectos complejos. Por ejemplo, Japón está embarcado en el desarrollo de un caza invisible al radar. El prototipo Mitsubshi X-2 Shinshin voló por primero vez el 22 de abril de 2016. Japón se convirtió en el cuarto país en contar con un avión así después de EEUU, Rusia y China. No se trata de un avión que entrará pronto en servicio, sino un demostrador para probar tecnologías.
Pero Japón ya ha dado así un paso en una carrera tecnológica en la que Europa no ha llegado ni siquiera a establecer los requerimientos del proyecto.
Japón rompió otra tabú con la construcción de los portaeronaves clase "Izumo", que tienen un desplazamiento a plena carga de 27.000 toneladas. Se trata de buques equiparables al L61 "Juan Carlos I" de la Armada Española, aunque de momento no operarán con aviones. En Japón se les denomina eufemísticamente "destructores portahelicópteros" aunque no tengan nada que ver con un destructor. Son en realidad los buques de guerra más grandes construidos en el país desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Antes se construyeron dos portahelicópteros más pequeños, la clase Hyūga, que heredaron los nombres de dos acorazados de la Armada Imperial Japonesa.
El interés de Japón por contar con buques portahelicópteros y con capacidad de transportar tropas para operaciones de asalto anfibio tiene que ver con la preocupación japonesa de proyectar fuerzas hacia lugares como las islas Senkaku, cuya soberanía le disputan China y Taiwán. Como parte de esa preocupación, Japón ha convertido un regimiento de su ejército en una unidad de infantería de marina y desplazó a militares a California para recibir formación de los marines en su nuevo rol de fuerza de asalto anfibio.
Corea del Sur y su preparación ante la eterna amenaza
Corea del Sur es otro país que, como Japón, está desarrollando un caza furtivo y construyendo buques de asalto anfibio. La industria aeronáutica coreana tiene menos experiencia que la japonesa, su primer avión militar voló por primera vez en 2002, así que para el desarrollo del proyecto KF-X se buscaron socios externos. Indonesia aporta el 20% del presupuesto mientras que la estadounidense Lockheed se incorporó al proyecto como socio tecnológico. Las reticencias estadounidenses a la transferencia de tecnología y el temor a que el avión se termine convirtiendo en competencia directa de sus propios productos se derivó en retrasos. Así que la entrada en servicio del avión está prevista para 2025.
La armada coreana lanzó en 2001 un plan ambicioso para contar con un flota de alta mar que ahora está dando sus frutos. En 2007 entró en servicio el primero de los dos portahelicópteros de la clase Dobko. Se trata de un buque pensado para las operaciones de asalto anfibio, con capacidad para transportar tropas y albergar dos aerodeslizadores en su duque inundable. La capacidad de enviar tropas a la orilla a gran velocidad en helicóptero y aerodeslizadores forma parte de la doctrina militar de "operaciones más allá del horizonte", que consiste en permanecer lejos de la orilla y las defensas enemigas para, tras encontrar buscar un lugar no defendido, enviar allí rápidamente la fuerza de desembarco.
Otra novedad de la armada coreana es contar por primera vez con destructores con el sistema AEGIS de defensa antiaérea, que permite seguir 800 blancos en un radio de 175 millas náuticas. Las armada de Corea del Sur ha encargado seis buques de la clase "Sejong El Grande", que cuenta con un desplazamiento de 11.000 toneladas a plena carga. Eso supone que por primera vez Corea del Sur cuenta con destructores de mayor desplazamiento que cualquiera en servicio en las armadas de Europa Occidental.
No solo las grandes potencias están preocupadas por el poder militar chino
Si un repaso a estos proyectos nos permite comprobar que los países con más recursos de la región están decididos a dotarse de aviones furtivos y capacidad de proyección anfibia, es interesante comprobar también que otros con menos poderío económico están igualmente preocupados por el desarrollo militar chino. Los mayores buques de la armada de Filipinas son dos antiguos patrulleros de altura retirados del servicio en la Guardia Costera estadounidense. Y su fuerza aérea carecía hasta hace poco de aviones de combate.
En 2014 firmó un contrato por 12 cazabombarderos ligeros FA-50 construidos en Corea del Sur. Como dijo el presidente Duterte, no son capaces de hacer frente a los aviones de la fuerza aérea china. Así que el país está buscando alianzas.
En febrero de este año, Filipinas firmó una alianza militar con Japón, país que ya le había realizado donaciones de material. Mientras que un nuevo acuerdo permitirá la presencia estadounidense en cinco bases en territorio filipino. La presencia no será permanente, sino que las unidades estadounidenses rotarán por ellas en un tipo de despliegue parecido al que se lleva a cabo en Europa del Este. Además, las armadas estadounidenses y filipinas realizarán patrullas conjuntas.
Otro país que también ha modernizado sus fuerzas armadas pero busca nuevas alianzas es Vietnam. Al término de la Guerra Fría sus fuerzas armadas contaban con armamento soviético y mantuvo el vínculo con Moscú convirtiendo a Rusia en su proveedor principal. Su armada compró fragatas, corbetas y submarinos rusos mientras que la punta de lanza de su fuerza aérea, los cazabombarderos Su-30MK2, son también de origen ruso. Pero poco a poco, Vietnam ha ido diversificado sus proveedores. Así, ha comprado fusiles de asalto a Israel o aviones de patrulla a Canadá y España. Pero lo realmente significativo ha sido el acercamiento a Estados Unidos.
El 1 de junio de 2015 ambos países firmaron un acuerdo militar en el que se avanzaba desde el memorando de entendimiento firmado en 2011 para plantear la posibilidad de exportaciones de armamento estadounidense a Vietnam e incluso la coproducción. Se trata de una novedad si consideramos que hasta el momento existía un embargo estadounidense a la venta de armas a Vietnam. China es el principal socio comercial de Vietnam, así que es pronto pensar que el país se va a lanzar en brazos de Estados Unidos.
Pero ese tipo de movimientos son señales que se envían y China reaccionó rápidamente con una cumbre bilateral de ministros de asuntos exteriores donde el ministro chino mostró su deseo de mejorar la gestión de las fronteras conjuntas y la cooperación bilateral.
Similitudes con la Europa previa a la I Guerra Mundial
Hay quien ve paralelismos entre la actual situación de la región de Asia-Pacífico y la de Europa en el período previo a la Primera Guerra Mundial. En aquel entonces las potencias europeas vivieron una carrera armamentística naval, especialmente Alemania y Reino Unido. Mientras, los países del continente quedaron entrelazados en una red de alianzas que hizo que cuando un nacionalista serbo-bosnio asesinó al príncipe heredero del Imperio-Austrohúngaro el sucesivo cumplimiento de los pactos firmados prendió fuego al continente en una guerra desde Gran Bretaña a Rusia.
La región de Asia-Pacífico muestra hoy los síntomas típicos del nacionalismo de los países emergentes, el equivalente de las crisis de adolescencia. Esos gestos de autoafirmación y necesidad de reconocimiento podrían ser temporales y ser canalizados mediante mecanismos de generación de confianza construidos vía organizaciones regionales.
Pero también podría suceder que una futura crisis económica regional, como la crisis financiera asiática de 1997, se expandiera más rápido por la mayor interconexión y los líderes asiáticos recurrieran a los enemigos externos como vía de escape. Unas fuerzas armadas más capaces serían las herramientas que permitirían aventuras militares insensatas.
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