California 1000 Air Race, la locura de las carreras de aviones

California 1000 Air Race, la locura de las carreras de aviones
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Casi desde el primer momento en el que los hermanos Wright consiguieron alzar el vuelo con su máquina más pesada que el aire todos los que se han dedicado a la aeronáutica han sentido la necesidad de ir más rápido que los demás.

Quizá sea algo que está grabado en nuestros genes, porque el hombre desde siempre ha disputado carreras, ya sean a pie, a caballo, en carro, sobre vehículos de motor y en este último siglo también por los aires.

La primera carrera aérea documentada como tal se disputó en Reims (Francia) en 1909, con la participación de un buen número de pioneros de la época en sus locos cacharros fabricados con madera, tela y alambre. Aquella primitiva carrera la venció Glenn H. Curtiss pilotando un aeroplano de diseño propio.

Su récord fue conseguir volar a una media de 47,65 millas por hora (75,07 km/h) las dos vueltas que había que dar al circuito de 10 km de recorrido. Este estaba marcado mediante un par de torres que indicaban dónde había que dar la vuelta. Algo tan sencillo que hasta hoy se sigue utilizando.

1909 Reims Aviation Race1

Estas competiciones aeronáuticas vivieron sus años dorados en los periodos posteriores a cada una de las grandes Guerras Mundiales. Más que nada porque en ellas la aviación siempre dio un paso adelante mejorando sus prestaciones e incrementando las velocidades de los aviones casi exponencialmente.

Tras la Primera Guerra Mundial surgieron algunas grandes pruebas como la Schneider Trophy reservada a hidroaviones o la Thompson Cup Race que se disputaba en USA. Y como no podía ser de otra manera, tras la Segunda Guerra Mundial se volvieron a disputar carreras. Una de las más conocidas es el Goodyear Trophy, que estableció las normas para lo que se conoce como la Fórmula 1 del aire gracias al trabajo de la Asociación de Pilotos Profesionales de Carreras (Proffessional Race Pilots Association)

Quizá el festival aéreo con carreras más famoso del mundo sean las Reno National Air Races, que se establecieron en 1964 y que a día de hoy se siguen disputando en el aeródromo de la ciudad del estado de Nevada (USA). Las carreras se celebran siguiendo un calendario con varias pruebas, y en ellas se disputan carreras de varias categorías, como la Fórmula1, las reservadas a Reactores o a aviones en concreto como los Texan T-6 o las de categoría ilimitada, dónde puede participar cualquier avión (con hélice) del tamaño que sea y con la preparación que sea.

North American T 6 Texan Race Start 2014 Reno Air Races Photo D Ramey Logan La RENO Air Race se celebra todos los años en el aeródromo de la ciudad del estado de Nevada

Con esta idea de correr en la categoría ilimitada, al final de los años sesenta un grupo de alocados participantes quisieron añadir una entrada más al calendario de competición, y se plantearon organizar la California 1000 Air Race. Esta carrera consistiría en que los aviones volasen durante 1000 millas (unos 1500 km) alrededor de un circuito marcado con torres alrededor del aeropuerto de Mojave (California). La “trampa” es que la mayoría de aviones de la categoría ilimitada no era capaz de volar tantos kilómetros con el combustible que eran capaces de transportar, así que estarían obligados a parar a repostar, con lo que la carrera sería aún más divertida.

Claro que en un momento en el que había muchas de estas carreras organizadas por todo el país lo mejor era llamar la atención de los medios de comunicación, y para ello a los promotores de la idea, se les ocurrió invitar a Clay Lacy, un piloto que era capaz de volar rápido en casi cualquier cosa con alas, y que acababa de ganar las Reno National Air Races de ese año.

La propuesta de Clay fue demoledora, si no podía volar 1000 millas con un avión de carreras, la solución era volar esa distancia con un Douglas DC-7, un cuatrimotor de pasajeros que el propio Clay ya conocía de su etapa de piloto de líneas aéreas. El espectáculo estaba servido, y lo mejor es que tenemos un vídeo (aunque esté en inglés) para poder disfrutarlo.

De los veinte participantes, el único con cuatro motores era el DC-7 de Clay, que tuvo que partir en última posición de la parrilla de salida para evitar que el chorro de aire de sus motores perjudicase a los demás participantes. El primer avión en aterrizar para hacer un repostaje fue un North American P51D Mustang, mientras el DC-7 seguía en el aire dando vueltas y vueltas al circuito. Según comentan algunos asistentes el avión de Clay se comportaba bastante bien para su tamaño a la hora de hacer los giros más cerrados en los pilones.

Como dicen en el vídeo algunos aviones perdieron o ganaron la carrera en los repostajes, ya que el tiempo de parada variaba entre los tres minutos de los más rápidos hasta los 10 minutos de los más “tardones”. Nada que ver con un repostaje de la Fórmula 1 actual. El vencedor fue Sherm Cooper pilotando un Hawker Sea Fury que no necesitó parar a repostar.

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El Douglas DC-7 de Clay acabó en sexto lugar de los 16 participantes que completaron la carrera. Sólo cuatro aviones no acabaron la misma por problemas técnicos, ya que no hubo ningún accidente digno de mención. El cuatrimotor había consumido nada menos que 4.000 galones de combustible (algo más de 15.000 litros) y 80 galones de aceite (también algo más de 300 litros).

Por desgracia para los organizadores la carrera sólo se disputó un año más, y, por desgracia para Clay, al año siguiente se prohibieron los aviones como el suyo ya que durante la carrera se había vivido alguna situación de peligro con los aviones más pequeños. Pero la California 1000 Air Race de 1970 será siempre recordada por incluir en la misma carrera aviones tan variopintos. Otro episodio de la historia aeronáutica mundial y sus pequeñas locuras.

Foto | D Ramey Logan

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