¿Cuál es el origen de la cepa 2019-nCoV? Es una pregunta que tanto la Organización Mundial de la Salud como el gobierno chino han tratado de responder durante las últimas semanas. La respuesta podría encontrarse en un enorme mercado de productos frescos a las afueras de Wuhan, el epicentro de los contagios, lo que ha espoleado toda suerte de teorías sobre el rol de la cocina china en la crisis.
¿Cuánto hay de cierto? Esto es lo que sabemos.
Origen. El 1 de enero las autoridades chinas clausuraban el mercado de Huanan, el más grande de Wuhan y uno de los más importantes del centro de China. El grueso de los primeros contagios se concentraba o bien en trabajadores del mercado o bien en compradores habituales. El primer fallecido por coronavirus, un hombre local de 61 años, era un asiduo de los puestos. La OMS alertaba sobre ello el 12 de enero.
¿Por qué? Desde el principio, la investigación ha tenido muy presente el precedente de 2002, cuando otro coronavirus, en este caso asociado a enfermedades respiratorias, causó la muerte de más de 700 personas en todo el mundo. Su origen también se encontraba en China. Más en concreto en la provincia de Yunnan, donde una civeta, contagiada a su vez por un murciélago, transmitió el virus a un humano.
Un caso de zoonosis. Uno que probablemente se ha repetido.
Carne. Se sabe que el mercado de Huanan comercializaba animales vivos y piezas exóticas, tales como serpientes, koalas, zorros, civetas, cocodrilo, camello o crías de lobos. Como se explica en este reportaje, no era la norma. La mayoría de puestos vendían pescado y marisco. Pero un puñado de tiendas ofrecía piezas de caza y especies salvajes muy apreciadas por el paladar chino. A menudo, sin controles sanitarios.
Una imagen (o decenas de ellas) vale más que mil palabras. Los vendedores mataban y seleccionaban la carne de algunos animales en el acto, muchos de ellos cazados días atrás, en entornos sucios y con materiales inadecuados.
Problema. China tiene cierto apetito por la carne exótica. Se trata de un hábito adquirido décadas atrás, cuando la escasez de alimentos invitaba a consumir cualquier tipo de animal. Hoy el hambre no acecha, pero la carne de lobo o civeta tiene una elevada connotación cultural. En ciudades como Guangzhou o Shenzhen su venta es legal, si bien supervisada, más en teoría que en la práctica, por las autoridades.
Todos los mercados frescos de China, aquellos donde se venden animales vivos (desde gallinas hasta ranas, exóticos o no) han cerrado estos días.
¿Sopa de murciélago? Durante las últimas horas se ha viralizado una fotografía inquietante asociada al inicio del virus. Se trata de una sopa de murciélago, atribuida a un restaurante de Wuhan. No es cierta. La imagen pertenece probablemente a un establecimiento de Palau, donde la sopa se consume con frecuencia y tiene alta consideración.
Existe la posibilidad de que el origen del virus se encuentre en un murciélago, pero es probable que, como sucediera en 2002 y en otras enfermedades propagadas por el contacto con animales, otra especie ejerciera de intermediario. La investigación tampoco tiene claro que el origen se encuentre en los murciélagos. Las serpientes también son sospechosas.
El futuro. Los "mercados húmedos" llevan siendo objeto de controversia varias décadas. A finales de los noventa su supervivencia se antojaba difícil, gracias a las nuevas tendencias de consumo entre la población china, más acomodada y menos dispuesta a pasar por alto las pobres condiciones higiénicas de sus puestos. Tras la epidemia de 2002, el gobierno supervisó con mayor dureza su funcionamiento.
Aquel episodio, y la conexión desvelada con las civetas, provocó que el consumo de carne exótica cayera. En 2006, el 70% de los chinos admitía no haber comido animales salvajes en el último año. En 1999, ese porcentaje se reducía al 50%. Es posible que el nuevo coronavirus tenga el mismo efecto.