A las puertas del quinto aniversario de la revolución del Maidán y del inicio de la hostilidades en el Donbass, Ucrania y Rusia se han enfrentado por primera vez en una acción militar. Sucedió el domingo pasado, cuando tres navíos de la Armada ucraniana trataron de cruzar el disputado Estrecho de Kerch. El ejército ruso abrió fuego, hirió a tres marineros ucranianos y capturó a otros 24. Ucrania lo define como un acto de guerra.
¿Por qué? Bajo legislación internacional, todos los estrechos deben quedar abiertos a la libre navegación. La pasada primavera, sin embargo, Rusia construyó un largo puente que conecta la península de Crimea con la Rusia continental. En la práctica domina el estrecho de Kerch, puerta de entrada al mar de Azov. Para Ucrania es un punto clave: desde ahí exporta su producción de carbón y acero.
Rusia acusa a la Armada ucraniana de maniobras amenazantes en el estrecho. Ucrania acusa a Rusia de cerrar ilegalmente el paso, y de extralimitarse en sus aguas territoriales.
La consecuencia. El incidente ha permitido al presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, convocar la Ley Marcial. Le habilita para suspender parte de los derechos civiles, controlar a la prensa, ilegalizar protestas o manifestaciones y paralizar cualquier proceso electoral pendiente. Ucrania debe acudir a las urnas el próximo mes de marzo. Poroshenko tiene un índice de aprobación del 10%. Es tercero en las encuestas.
La oposición ha limado su proyecto de Ley Marcial. Sólo durará 30 días, sólo se aplicará en regiones fronterizas y no servirá para limitar los derechos civiles. Pese a todo, sospecha de las intenciones de Poroshenko, y teme que la utilice en su favor electoral.
El contexto. A nivel internacional, Ucrania ha recibido el apoyo de la mayor parte de las potencias occidentales. Estados Unidos ha sido vocal en su condena a Rusia, que redunda en su aislamiento. Técnicamente, Rusia jamás ha participado en la guerra en el Donbass, pero sí ha financiado a los grupos separatistas levantados en armas. Su rol en la crisis ucraniana es el origen de las actuales sanciones levantadas por EEUU y la UE.
¿Irá a más? Es improbable. Poroshenko ha sobreactuado, en gran medida, de cara a las elecciones. Como apunta un experto en The New York Times, Putin no tiene incentivos para escalar las hostilidades. Su gran objetivo, desestabilizar territorial y económicamente Ucrania, se cumplió hace años tanto en Crimea como en el Donbass. No obstante, el roce hace más plausible un enfrentamiento más abierto.
Imagen: Efrem Lukatsky/AP