De un tiempo a esta parte, las vacunas se han convertido en un campo fértil para la polémica. El surgimiento de un movimiento antivacunas relativamente en boga y el contagio de enfermedades que se creían prácticamente erradicadas, como el sarampión, ha provocado que la vacunación o no de un niño sea un tema candente.
Así que, ¿por qué vacunar a nuestros hijos? Las respuestas de la ciencia y de los activistas y divulgadores científicos hacia el asunto oscilan entre una posición beligerante y otra más comprensiva y razonable. Pero mientras parece muy difícil convencer a un antivacunas de que su decisión es negativa para el niño y para la sociedad, hay una herramienta que, al menos, dispara la efectividad de los argumentos: este gif.
Lo que se ve más arriba es el proceso de contagio de una enfermedad dada en función del porcentaje de personas que estén vacunadas o no. Y el mecanismo es absurdamente simple desde un punto de vista visual: cuantos más estemos vacunados, mejor, porque ejerceremos de barrera natural para el virus. En cuanto el porcentaje de personas vacunadas supera el 75%, el contagio es virtualmente anulado y muy controlable.
Es la lógica detrás de la "inmunidad de grupo" ("herd inmunity" en inglés), base de los grandes proyectos de vacunación a gran escala llevados a cabo en las sociedades modernas a partir del siglo XX, y es la lógica detrás de las penalizaciones que países como Estados Unidos o Australia han aplicado a padres que se niegan a vacunar a sus hijos. En esencia, es el grupo de personas que han sido inmunizadas contra el contagio de una enfermedad.
La efectividad de las vacunas reside precisamente en esta clave: la inmunidad de grupo ofrece una limitación automática a los caminos que una enfermedad cualquiera puede seguir entre la sociedad para llegar a las personas no vacunadas. Dado que hay pequeños grupos de población que no pueden ser vacunados, como los niños en según qué vacunas, la lógica dicta que el resto de la sociedad les protege. Si los vacunados proliferan, alargan los caminos que un virus requiere para alcanzar a otro no-inmunizado.
Pero el esquema se desmonta con sencillez cuando hay menos personas vacunadas. Un simple porcentaje de vacunación del 75%, bastante alto, permite que la enfermedad conecte los puntos de forma rápida. Cuanto más bajo sea ese porcentaje, más letal y más incontrolable será la escalada de una epidemia cualquiera.
¿Es buena idea vacunarse? La mejor respuesta es ese gif.
Pero hay más argumentos. En Xataka recopilaron en su momento 31 artículos y otras piezas informativas que ofrecían contexto sobre el regreso de enfermedades infantiles como la difteria, de nuevo al alza gracias al creciente número de niños no vacunados. Y en Magnet hablamos en su momento de cómo era el mundo previo a las vacunas y las altas tasas de contagio de enfermedades peligrosas como la poliomelitis o el sarampión.