Como un Petón abatido por la tecnificación del fútbol moderno, la mayoría de la humanidad asiste al apogeo de la cultura crypto "sentimental, emocionalmente" superada, indefensa, abrumada. ¿Qué es un NFT? Un inextricable objeto de inversión. ¿Qué es el Metaverso? Un puñado de gráficos cutres desarrollados por Facebook. ¿Qué es Cryptoland, la primera "isla física" y al mismo tiempo "crypto" del mundo?
Vamos a descubrirlo ahora mismo.
El proyecto. Data de finales del año pasado, cuando varios medios especializados anunciaron la creación de Crytpoland, "un proyecto a gran escala con la misión de construir la primera isla física del mundo para la comunidad crypto". En su web, Cryptoland aspira a solventar el gran problema de la cultura crypto: "Unidos en lo digital, separados en lo físico". La isla, así, aspira a convertirse en un punto de unión para todas aquellas personas detrás de los avatares los simios excéntricos, las obras de arte sustraídas y la replicación de todo-lo-real.
El vídeo. Lo interesante llega ahora. Cryptoland ha ganado notoriedad gracias a un largo vídeo promocional donde exploran los recovecos de su isla... Digitalmente. A la simulación le preceden los testimonios exaltados de algunas de las figuras más populares de la crypto-cultura, como Kyle Chassé, quien afirma haber invertido ya $500.000 en el proyecto. Acto seguido se nos presenta una recreación animada que haría llorar de la emoción a los desarrolladores del primer Dreamworks.
En la recta final del vídeo toman protagonistas los, suponemos, responsables de Crytpland: Max Olivier y Helena López Jurado.
El hilo. Hablaremos de ellos en un par de párrafos. Pero primero, acudamos al hilo que ha popularizado Crytpoland no tanto entre la comunidad crypto como entre todas las personas que observamos atónitos y confusos todo lo relacionado con el Metaverso. Lo firma Molly White y es extenso. Funciona a un tiempo como crítica ácida y como advertencia sobre lo que, en apariencia, bien podría ser otro Fyre Festival: un proyecto demasiado-bueno-para-ser-cierto encaminado hacia el desastre.
an up-and-coming crypto scam—er, project—has managed to dunk on cryptobros better than any satirist i've seen so far, with one of the most painful-to-watch youtube videos i've seen in a while. join me in hell as we watch this together: https://t.co/m6ptLfU1jU
— Molly White (@molly0xFFF) January 4, 2022
Qué es Cryptoland. Ante todo, una isla. Un trozo de tierra ubicado en el Pacífico. Al parecer, se trata de Nananu-i-Cake, un pequeño islote dentro de las aguas territoriales de Fiji comprado hace varias décadas por un ex-político británico y puesto a la venta en diversas plataformas inmobiliarias. El precio a pagar: unos $12 millones. La isla es pequeña (240 hectáreas), acredita cinco playas y cuenta con una limitada infraestructura (una carretera, electricidad y suministro de agua). Lleva en el mercado como mínimo desde 2017. Esa parte, al menos, es cierta.
A partir de aquí, la fantasía mostrada en el vídeo-simulación: Cryptoland aspira a convertirse en un resort-club privado-hub de inversión-isla residencial de lujo. La joya de la corona del proyecto son 60 parcelas inmobiliarias distribuidas por las "Colinas Blockchain", una suerte de Beverly Hills abiertas a subasta desde 319 ETH ($1,3 millones). En resumen, el Gran Parque de Atracciones crypto. El lugar al que tendrás que ir si quieres estar en el auténtico meollo de la comunidad.
La inversión. ¿Cómo se paga todo esto? Con inversores, por supuesto. Cryptoland ha lanzado una colección de NFTs (Cryptolanders) basados en su propio avatar (una moneda que habla) y que ahora mismo cotizan a razón de $500 la unidad. Mucho dinero en el plano de lo real, una modesta cantidad en el mercado de NFTs. Todos los detalles del proyecto se pueden encontrar en este PDF, lo único tangible a día de hoy.
Quién hay detrás. Lo que nos lleva de nuevo a Max Olivier y Helena López Jurado, las dos caras más visibles de Cryptoland. Si tus nombres te resultan vagamente familiares.. Quizá se deba a una vieja polémica que ambos mantuvieron con la comunidad youtuber. Olivier y López organizaron en 2016 los PlayAwards, una gala de premios favorecida en su día por figuras tan relevantes como El Rubius. En 2017, un año después, el certamen cayó en desgracia y fue boicoteado por otros como Wismichu.
¿Por qué? Porque la comunidad youtuber descubrió que Olivier y López estaban también al frente de YouMag, una revista del corazón centrada en las celebridades surgidas de Internet. Olivier centró entonces todas las iras de los youtubers, llegando a protagonizar un artículo de El Confidencial. El tiempo enterró tanto a sus premios como a su revista en el olvido. No es el mejor precedente para un proyecto de la envergadura de Cryptoland.
Paralelismos. Sobre todo porque sabemos cómo han terminado coqueteos grandilocuentes como este. El Fyre Festival, un festival de lujo promocionado hasta la extenuación en redes sociales, es el mejor ejemplo. Cuando las muchas personas que compraron su entrada (12.000$) acudieron al resort caribeño donde se celebraba... Se toparon con tiendas de campaña cutres y bocadillos precocinados. Un documental arrojó luz sobre la estafa dos años después (hablamos de él en su momento).
Competencia. Cryptoland ni siquiera es el primer proyecto de la cultura crypto para hacerse con una isla privada. Crypto Island lleva cierto tiempo recaudando dinero, o al menos intentándolo, para comprar una en Bahamas. Ambos apuntalan una sospecha más que plausible: que el universo crypto y los NFTs no son más que esquemas de fraude piramidal desplegados a escala masiva.
El tiempo dirá si hay burbuja (e isla) o no.