Cuando Donald Trump subió al estrado la pasado jornada electoral para congratularse de los resultados, en su podio no sólo ponía Trump, debajo de su nombre estaba Pence. Mike Pence ha sido ya elegido como el próximo vicepresidente de Estados Unidos, y va a ser, junto a Trump, la figura más relevante política y mediáticamente de los próximos cuatro años.
Y por eso es interesante conocer mejor cuáles son sus orígenes, sus ideas, el símbolo que Pence representa para el partido republicano. Lo adelantamos: aunque algunos piensen que la administración Trump podría, pese a tratarse de un presidente republicano, ser positivo para el colectivo LGBT, es posible que Pence les haga pasar por un momento bastante difícil.
Mike Pence el paladín derechista que controlará a Trump
Después de dos derrotas en su intento por convertirse en congresista, estuvo trabajando durante una década como presentador de radio, donde se creó una buena fama entre los oyentes de derechas. Pence consiguió finalmente su puesto en el Congreso en 2001. Siempre tuvo carisma entre el público y determinación para ascender en el organigrama del partido, pero desde dentro le criticaban y animaban a corregir su falta de mayor compromiso con las ideas conservadoras.
Para cambiar esta idea presidió el grupo del ala dura de la derecha del Comité de Estudios Republicanos. También criticó la política garantista de Bush hijo de cubrir el gasto medicinal a través de Medicare. Fue un azote de los conservadores contra las políticas sociales de Obama, y se vio favorecido por la ascensión del Tea Party. Para este tiempo, las ideas de Pence estaban consolidadas y son las mismas que defiende a día de hoy.
Trump y Pence no están de acuerdo en todo, y de hecho uno de los temores de los republicanos es que el vicepresidente, más serio y creíble, no sepa controlar a Trump, un hombre carismático entre el público pero con poco sentido del “trabajo real”. Pence apoyaba inicialmente a otro candidato, Cruz, pero siempre mantuvo que Trump era bueno para el partido. Su misión ha sido la de darle un rostro de confianza a los votantes más tradicionales de los republicanos, recelosos de Trump, y su pericia para controlar a Trump durante su presidencia determinará su futuro en las áreas de poder.
Obamacare sí, políticas ultraconservadoras también
Como hemos dicho Pence era en sus inicios algo más aperturista. Y algo de eso queda. Por ejemplo, aunque el de Indiana ha criticado duramente el Obamacare, su propuesta no es eliminarlo, sino hacer algunas modificaciones.
Cuando era gobernador por Indiana aplicó el programa sanitario demócrata mientras otros gobernadores conservadores lo estaban rechazando en sus estados. Según su punto de vista, era una opotunidad para inyectar financiación y mejorar la salud de sus ciudadanos mediante dinero estatal. Su propuesta por aquel entonces fue negociar con Obama. En su territorio, los beneficiarios tendrían que ingresar dinero en una cuenta de ahorros sanitarios, y eso es lo que gobierno central y federal están llegando a acuerdos en este sentido.
El político apuesta por las políticas tradicionales de su partido. Recortes de impuestos, aumento del gasto militar, apoyo a las intervenciones militares y escepticismo ante el cambio climático. Es conocido por ejemplo un texto suyo de 2001 en el que rechazaba la idea de que el tabaco tuviese las tasas de mortandad que dicen los científicos. Según Pence, no se podía hacer una correlación lo suficientemente grave entre cigarrillos y muertes por cáncer de pulmón u otras enfermedades. Y más importante aún, no se ha retractado de sus comentarios, con lo que, para la vida pública estadounidense, es una forma de comunicar que sigue de acuerdo con esa idea.
La libertad LGBT importa menos que las restricciones religiosas
Lo que más preocupa sin embargo a buena parte de la ciudadanía estadounidense es su determinante postura religiosa. Protestante evangélico y firme defensor del conservadurismo social, se ha metido en algunos líos a la hora de aplicar las doctrinas protectoras de los derechos LGBT de la administración Obama, hasta el punto de que hay rankings sobre sus comentarios más homófobos, desde recomendar a las empresas no contratar a gays, decir que los homosexuales son responsables del colapso social hasta intentar deregar la doctrina “No preguntes, no cuentes” del servicio militar estadounidense.
Él fue el que permitió en su Estado que los comerciantes pudieran rechazar dar servicio a determinados grupos con motivo de su orientación sexual (los famosos casos de comerciantes que se niegan a elaborar tartas o caterings de boda a matrimonios gays), aunque luego tuvo que retractarse y redactar textos estatales que denegasen ese tipo de prácticas.
Otro escándalo hacia el colectivo LGBT: aunque el matrimonio homosexual ha estado permitido en Indiana desde 2014, la enmienda de 2013 que regula los trámites legales para acceder al matrimonio es ambigúo. Técnicamente, si dos personas del mismo sexo intentan solicitar su casamiento, puede incurrir en un delito criminal. Aunque no se sabe si esta normativa se ha aplicado de forma efectiva contra ningún individuo.
Más indignación genera su postura en el tema reproductivo. Es muy, muy antiabortista. Es él quien quiere eliminar la financiación de Planned Parenthood, ha luchado fuertemente contra asociaciones pro-derechos del aborto. En 2016 firmó una polémica propuesta de ley que pretendía eliminar los abortos por malformaciones genéticas y que pedía que las madres enterraran o incineraran los restos del feto o nasciturus, independientemente de su etapa de desarrollo.
Pence cree en la cura de la homosexualidad
El punto más oscuro de su historial político se lo llevan los campamentos de conversión para gays. Pence no es sólo un defensor particular de estos espacios, sino que ha invertido dinero público en algunos campamentos de su región que llevan a cabo estas prácticas (y que se ha visto que en algunos centros, no necesariamente de Indiana, se practica para ello exorcismo, inducción de náuseas y terapia de electroshocks). Pence nunca ha declarado públicamente estar a favor de la terapia de electroshocks de estos espacios, sólo defiende su existencia y financiación.
Estos espacios están prohibidos en cinco estados, pero ninguno de ellos es Indiana. En la página web del congresista, Pence escribía: “Hay que financiar directamente a estas instituciones que asisten a las personas que buscan cambiar su comportamiento sexual”.
Sólo cuatro días antes de las elecciones el republicano declaraba en un programa de radio que algunas normas garantistas de los derechos LGBT ganadas con la anterior legislatura serían derogadas en caso de que su partido ganase las elecciones. Sobre este punto tendrá que luchar ahora en el Congreso y en el Senado, donde, pese a la mayoría obtenida por los republicanos, no todos los congresistas y senadores le apoyarán.