Seis meses después de los terribles incendios forestales otoñales, Galicia sigue discutiendo sobre la naturaleza y la responsabilidad del eucalipto en los fuegos que arrasan sus montes cada verano. Ahora con mayor justificación: el Gobierno central acaba de rechazar declarar al árbol australiano como especie invasora. La medida, impulsada desde septiembre por el Ayuntamiento de Teo, buscaba crear herramientas hábiles para controlar y erradicar su población.
¿Por qué no es invasora? El debate es largo. Cuando Teo planteó a Madrid la posibilidad de incluir al eucalipto dentro del Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras, el Ministerio de Agricultura lo derivó a un comité de expertos. Su conclusión fue nítida: el eucalipto sí es una especie invasora, por lo que habría que vetar nuevas plantaciones (de carácter comercial) y controlar y vigilar de cerca a las ya existentes. El motivo, su alto riesgo de invasión y, claro, de ignición.
Voces discordantes. Sucedió en diciembre. Acto seguido, otro informe encargado por la Subdirección General de Política Forestal negó la mayor: el eucalipto es una especie controlada, adaptada a su entorno y fuente de ingresos para sus agricultores. No se podría considerar especie invasora "salvaje" al no colonizar espacios no controlados. Otros árboles como los melocotoneros o naranjos también podrían ser calificados de "invasores" siguiendo el mismo criterio.
El Ministerio siguió este último criterio, y no el anterior.
El problema del eucalipto. ¿Quién lleva razón? Es difícil resolver la cuestión. Es cierto que el eucalipto es una especie no nativa de la península ibérica, pero también que su responsabilidad en las plagas de incendios gallegos de cada verano está por demostrar. Como contamos en su día, el problema no es tanto el árbol en sí (en los concellos donde hay más eucaliptos no se dan más incendios) como el abandono de las plantaciones y el empleo del fuego como herramienta.
Enemigo social. La ubicuidad del árbol en determinadas comarcas gallegas y su alta capacidad de ignición, sumado a su carácter exógeno, ha hecho del eucalipto un mito de los incendios atlánticos. Numerosos grupos le han declarado la guerra, al juzgarlo causa directa de los centenares de incendios. Diversos grupos políticos han planteado acotar las explotaciones, muy rentables gracias a su madera, resistente y barata. El 32% de la consumida por las papeleras españolas es de eucalipto.
¿A quién beneficia? Y ahí llegamos al quid de la cuestión y, quizá, a la reticencia del Gobierno a legislar contra el eucalipto. La industria maderera gallega mueve miles de millones de euros al año, siendo un referente nacional y exportando mucho. Declarar al árbol especie invasora y exótica implicaría dotar de un instrumento legal a las autoridades locales para perseguir las plantaciones, regularlas o incluso proponer su tala y prohibición. Algo que implicaría problemas para el negocio.