España se iba a clasificar para el Mundial de Rugby. Terminó persiguiendo y amenazando al árbitro

España se iba a clasificar para el Mundial de Rugby. Terminó persiguiendo y amenazando al árbitro
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El rugby es un deporte conocido por la caballerosidad de sus competidores y por el reverencial respeto a las decisiones del colegiado. Frente al infinito teatro de la comedia en el que se ha convertido el fútbol moderno, los jugadores de rugby jamás protestan airadamente las elecciones del árbitro. En el relato hay mucho de realidad, pero también de mito. Y el ejemplo es lo que le sucedió a la Selección Española de Rugby cuando perdió ayer su partido contra Bélgica.

Algo de contexto: España es una pequeña potencia del rugby europeo. Ha participado en el Mundial en una sola ocasión, y desde entonces jamás ha tenido la oportunidad de volver a la máxima cita del rugby internacional, a celebrarse de nuevo en Japón el año que viene. Sin embargo, tras un Seis Naciones B espléndido, se había buscado una ocasión de oro: ganando a la pequeña selección de Bélgica en su campo, mucho más débil, obtendría tan anhelada clasificación.

Perder implicaba marcharse a un camino más arduo dado que Rumanía, la segunda mejor selección de rugby del torneo menor europeo (las otras seis grandes selecciones del continente compiten en el Seis Naciones, a años luz del resto), había cosechado más puntos que España. Causalidad o no, la Federación Europea de Rugby, presidida por un rumano, escogió a un cuarteto de árbitros rumanos para pitar... El España vs. Bélgica que dificultaba el acceso de Rumanía al Mundial.

En su día, la Federación Española apeló la decisión del organismo continental, sin éxito. De modo que España acudió a Bruselas asumiendo de antemano la dirección de un colegiado rumano, con un potencial conflicto de intereses asociado. El partido se dio mal: España perdió el dominio del partido muy pronto, y pese a anotar un ensayo más que su rival, el alto número de puntos obtenido por Bélgica en golpes francos (faltas señaladas por el árbitro) le hizo perder el encuentro.

A partir de ahí, el caos y el esperpento. Los jugadores españoles se fueron calentando conforme avanzaba el partido: a cada decisión contraria señalada por el colegiado, Vlad Iordachescu, las reacciones de los rugbiers ibéricos eran más airadas. Cuando Iordachescu señaló el fin del encuentro, la tensión y la frustración contenida estalló en una persecución de los jugadores al árbitro y sus colaboradores. Insultos, amenazas y, al final, una escolta policial acompañando al rumano.

Las imágenes han dado la vuelta al mundo. Es habitual que los quince de cada combinado se enfrenten en alguna tangana que otra, especialmente en partidos tan trascendentales como el que disputaron España y Bélgica, pero no que el árbitro sea el depositario de las iras. O si lo es, de un modo algo más civilizado: la cara de Iordachescu asustado ante quince gigantones españoles lanzándole hijodeputas y lindezas variadas recordó a la de Al-Ghandour en Corea del Sur 2002.

El debate se aireó en las redes. ¿Tenía razón España? En las prensa internacional se condena de forma unánime la actitud de los jugadores españoles al terminar el encuentro. Otros comentaristas, sin embargo, sí señalan que las decisiones del colegiado rumano fueron excepcionales y sospechosas de clara arbitrariedad. En España, seguidores habituales del rugby nacional achacaron la derrota al mal juego de la selección ante un equipo menor y a su incapacidad para leer las decisiones del árbitro, amoldando su juego a ellas.

Sea como fuere, España afronta ahora un camino larguísimo para llegar a Japón. Primero tendrá que ir a la repesca europea y jugar contra Portugal, una selección mucho más potente que la belga, para acceder posteriormente a la repesca mundial. En caso de que lo logre, allí se topará con la potente Samoa (que se ha clasificado en varias ocasiones para el Mundial de Rugby). Si pierde, aún tendrá una tercera oportunidad con Canadá y otros repescados.

La de ayer fue la historia de una pifia. Una frustración que, ya fuera por el árbitro o por el mal juego, privó a España de un hito histórico: volver al Mundial de Rugby por segunda vez.

Imagen | Laurie Dieffembacq/AP

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