Hay un juego que se llama “animal, vegetal o mineral”: al que le toca piensa en un objeto u organismo y el resto tiene que hacer preguntas para intentar adivinar lo que es, empezando con esta sencilla clasificación. Sin embargo, la naturaleza no es tan sencilla y existen docenas de grupos de especies vivas que no son ni plantas ni animales.
Normalmente pensamos en las plantas como organismos que no se mueven mucho y que utilizan la fotosíntesis para producir energía a partir de la luz solar y crear sus propias moléculas orgánicas a partir del suelo. Mientras que por otro lado vemos a los animales como criaturas que se mueven y que se alimentan de otros organismos para obtener la energía y las moléculas que necesitan.
Sin embargo, son muchos los organismos que desafían estas descripciones: la dionaea muscipula, a pesar de ser una planta, se alimenta de otros organismos y algunas de sus partes se mueven más rápido que el desafortunado animal que acaba siendo su presa.
Muchos grupos de animales no se mueven y viven en la misma superficie durante la mayor parte de su vida, incluyendo esponjas, corales, mejillones y percebes, por nombrar algunos.
Es relativamente fácil distinguir si estas criaturas son plantas o animales, pero hay algunos organismos cuya naturaleza es más bien desconcertante. Aquí presentamos algunas de las criaturas más intrigantes que desafían la típica clasificación de “animal, vegetal o mineral”.
Anémonas de mar hambrientas
Las anémonas de mar son técnicamente animales, pero se parecen tanto a las plantas que llevan el nombre de un grupo de flores. Incluso Aristóteles, el antiguo filósofo griego, creó uno de los primeros sistemas del mundo para la categorización de los seres vivos y estaba desconcertado ante estos especímenes. Llegó a clasificar las anémonas como "zoofitos", organismos que tienen rasgos de ambos grupos.
La cierto es que son animales, ya que pueden, muy lentamente, moverse y alimentarse de otros organismos despistados que se quedan atrapados en sus tentáculos. De hecho, las anémonas de mar pertenecen a un grupo de animales llamados cnidarios, que también incluye a las medusas. Curiosamente, algunos de los componentes de su sistema nervioso son los mismos que los de los seres humanos, a pesar de que su anatomía sea muy diferente.
Para hacer las cosas aún más confusas, hay una anémona marina que se llama “venus atrapamoscas” y que hace honor a su nombre. Es un ejemplo brillante de evolución convergente donde dos organismos no relacionados evolucionan adaptaciones similares de forma independiente (por ejemplo, las alas de las aves y de los murciélagos). En este caso, se trata de un animal que se parece a una planta que imita una planta carnívora que se alimenta como un animal.
Moluscos con forma de hoja
La clorofila es el pigmento verde de las células vegetales que permite la fotosíntesis y uno de los rasgos que definen a las plantas. Sin embargo, algunos animales utilizan un truco muy inteligente: roban estas fábricas de energía solar y las utilizan para su beneficio, un proceso que se conoce como cleptoplastia.
La elysia chlorotica es un magnífico ejemplar de molusco que una vez fue descrito como "una hoja que se arrastra”. Estos moluscos pueden tomar los cloroplastos de algas que se comen, succionándolos con una estructura que más o menos se parece a una pajita en un ejemplo de puro veganismo.
Estas babosas de mar tienen células especializadas que pueden conservar los cloroplastos durante meses e incluso pueden utilizar la clorofila robada para camuflarse. El molusco dragón azul, o pteraeolidia ianthina, puede ir un paso más allá y en lugar de conservar los cloroplastos de los alimentos es, es capaz de esclavizar células de algas enteras.
Las criaturas que no son ni animales ni plantas a menudo se las conoce como protistas y muchos de los seres que conforman esta categoría tienen la costumbre de robar plastidios de algas o de subyugar otros organismos unicelulares que pueden incluir dinoflagelados, ciliados y foraminíferos.
De esta manera, todos estos organismos son capaces de utilizar un comportamiento de tipo animal (comer otros organismos) para adquirir rasgos similares a las plantas (fotosíntesis), consiguiendo mayor provecho de sus sesiones de solarium que sus semejantes.
Bosques de algas
Las algas suelen son organismos acuáticos y normalmente pensamos en las algas como unicelulares que aparecen como un tipo de crecimiento o mucosidad en la parte superior de cuerpos acuáticos y que tienen varios colores.
Pero también hay tipos de algas multicelulares que se parecen mucho más a las plantas, a pesar de que a menudo no tienen raíces u hojas que nos hagan pensar en plantas. A pesar de que han evolucionado por separado, las algas son como las plantas: no se mueven y pueden realizar la fotosíntesis.
Si alguna vez has ido a la playa, lo más probable es que hayas tropezado o nadado entre ulvas lactucas, la lechuga de mar que pese a su nombre no se trata de un vegetal, sino de un alga verde.
Las algas nori se utilizan comúnmente en la cocina japonesa para envolver deliciosos trozos de sushi y arroz y las algas dulse son un alga roja que se come como aperitivo en Irlanda e Islandia y que algunos aseguran que frita sabe a tocino. Pero a pesar de su apariencia similar a la de las plantas y gusto de tipo animal, nori y dulse no dejan de ser algas.
Otro ejemplo son las laminariales, grandes conjuntos de algas que forman sorprendentes bosques submarinos. Algunos ejemplares llegan a la impresionante longitud de 80 metros y también se trata de un ingrediente clave en muchas comidas asiáticas. A pesar de su tamaño, este alga pertenece a las algas marrones y no está relacionada con las plantas.
Setas del tamaño de ciudades
Muchas veces se trata a las setas como si fueran verduras, pero los hongos (que incluyen levaduras y mohos) están en realidad más cerca de los animales que de las plantas y forman una reino totalmente independiente. Al igual que las plantas, no se mueven, pero tampoco realizan la fotosíntesis.
En su lugar su fuente de moléculas y energía son otros organismos. Pero en lugar de "cazarlos" como los animales, pueden crecer en la superficie (como es el caso del suelo, los árboles o los pies humanos) o en la capa superior de la descomposición de los organismos muertos (corteza muerta, animales muertos, el pan que te comes...). Debido a su estrecha relación evolutiva con los animales, cuando te comes un champiñón te estás comiendo algo más parecido a una hamburguesa que cualquier otro sustituto vegetal.
No solo eso, sino que pueden un tamaño mayor que cualquier planta (o animal, para el caso), con las cabezas individuales en el exterior formando parte de un organismo gigante que se extiende bajo tierra. El hongo de miel, o armillaria, es supuestamente capaz de ocupar hasta nueve kilómetros cuadrados de bosque, pesar hasta 35.000 toneladas y vivir hasta 2.400 años.
Estos hongos son los culpables de una plaga forestal inmensa conocida como la "podredumbre blanca", una enfermedad en la raíz de los árboles que los mata lentamente.
La naturaleza es diversa, hermosa y complicada, siempre desafiando las definiciones simples. La percepción humana puede ser fácilmente engañada por la complejidad de los seres vivos, si bien no hay nada de esta complejidad que nos impida cocinar deliciosos platos con casi todos los organismos que nos encontramos.
Autor: Jordi Paps, Profesor en la Escuela de Ciencias Biológicas (Universidad de Essex)
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.
Fotos | Sylke Rohrlach, iStock, Karen N. Pelletreau, Lord Mayonnaise