La escena se abre del modo más dramático posible. Una osa y su osezno caminan por un desfiladero de hielo mientras una cámara los filma a lo lejos. Al acercarse al final de la cresta, el osezno pierde el equilibrio y comienza a descender ladera abajo. Tras varios minutos de tensión, el pequeño remonta una decena de metros en ascensión vertical hasta llegar a su madre. El vídeo se sube a Internet, Twitter lo celebra y la historia (de superación) rompe en viral.
¿El problema? Fue una pesadilla. Causada por un drone.
Al completo. Es al menos lo que han denunciado diversas cuentas conservacionistas también en Twitter. El vídeo viralizado recorta toda la escena, y de forma crucial saca de plano a la madre cuando el pequeño se precipita barranco abajo por segunda vez. Como ilustra este hilo de @DrBioblogo, es probable que la trágica escena haya sido causada en primera instancia por el drone que la está filmando.
¿Por qué? Excelentes herramientas fílmicas, se sabe que los drones pueden resultar tremendamente disruptivos para la fauna salvaje. En el vídeo al completo se aprecia como la madre, en estado de evidente tensión, provoca la segunda caída de su criatura al tratar de atrapar al drone con sus zarpas. La osa mira a cámara en numerosas ocasiones, lo que descarta que el origen de la escena (la huida a una cresta peligrosa y la posterior actitud) se deba a un predador.
Antecedentes. La ubicación y las circunstancias concretas de la acción se desconocen. Otros biólogos y conservacionistas han indicado que se trata de una pareja de grizzlies. Algunos parques nacionales estadounidenses, como Yellowstone o Grand Teton, han prohibido la utilización de drones en su interior tras numerosos ejemplos de acoso a familias grizzlie. No se trata sólo de los osos: en Wyoming han causado estampidas de hasta 1.500 renos.
El conflicto. Bien utilizados, los drones son excelentes herramientas para estudiar la fauna salvaje. Permiten acercarse a los ejemplares desde una distancia prudencial. Mal utilizados, como hemos visto, resultan hostiles y amenazadores para muchos animales. Se sabe que los drones alteran el comportamiento de pingüinos antárticos, aceleran el ritmo cardíaco de los osos y modifican las reacciones de ciertas aves observadas.
As a #grizzlybear scientist and a drone operator, this is a hard no. This is harassment and put these bears in a real tough situation as they tried to flee. https://t.co/jobtLWZljG
— Clayton T. Lamb (@ClaytonTLamb) 4 de noviembre de 2018
¿Un manual? De ahí que una pareja de biólogos australianos haya planteado en Current Biology un manual de buenas prácticas para todos los investigadores y pilotos de drone que decidan adentrarse en los confines de la naturaleza. El objetivo, explican, es limitar el impacto de las máquinas. A corto plazo, aspira a evitar situaciones como las del osezno escalador. Una historia tierna que, en realidad, era una pesadilla. Causada por un drone.