Que tengamos hoy en día una jornada de ocho horas tenemos que agradecérselo a 100.000 trabajadores catalanes de la industria eléctrica de 1919. Se la conoce como la Huelga de La Canadiense y es uno de los mayores éxitos sindicales a nivel mundial.
Cuáles fueron sus orígenes: La Canadiense, empresa eléctrica, despidió a ocho trabajadores sindicados de su departamento de oficinas. En solidaridad, 117 trabajadores de facturación de la compañía pidieron al gobernador de la ciudad su readmisión. El gobernador prometió su ayuda, pero cuando los trabajadores volvieron a sus trabajos les esperó la policía para expulsarlos. Les habían traicionado y la noticia corrió como la pólvora.
Y cómo cristalizó: la protesta se fue propagando a más sectores dentro de la empresa y, por efecto contagio, a otros sectores. Textil, ferroviario, servicio de aguas y gas, artes gráficas… se convirtió en huelga general. La vida en la ciudad quedó suspendida. Se estima que en aquellos 44 días se paralizó en Barcelona un 70% de su industria, cosa que no sentó nada bien a los burgueses. Más de 3.000 trabajadores presos y varias manifestaciones. Cuando se vio que el movimiento iba a extenderse a otros territorios se forzó la dimisión del Gobierno, cuya última medida fue firmar el “decreto de la jornada de ocho horas”.
¿Y cómo fue posible? Gracias a la cohesión del movimiento obrero. Se aglutinaban sobre todo bajo la CNT, sindicato que había nacido en Barcelona en 1910 y que pasó de 30.000 afiliados a los casi 750.000 en el mismo año de la huelga.
Ocho horas universales: aunque las ocho horas ya habían sido introducidas en algunos países, sólo aplicaban a casos concreto, como a los niños de entre 9 y 13 años, por ejemplo. Lo que se consigue en España con el tratado firmado por el conflicto de La Canadiense es hacer esa norma masiva y extendida a todos los trabajadores de manera universal y obligada.
¿Y se consiguió de forma pacífica? Es llamativa la poca violencia que desencadenó un evento que paralizó a media ciudad durante más de un mes. Sólo tuvieron lugar la explosión de una bomba y cuatro asesinatos. Como contraste, sólo diez años antes otros disturbios de Barcelona se saldaban con 75 civiles muertos, un millar de heridos y 112 edificios incendiados.
Hubo antecedentes vascos: la jornada de ocho horas ya se había puesto sobre la mesa, sin éxito, en la huelga de los mineros vizcaínos de 1890.
Años convulsos: la década de los 10 y 20 fueron momentos de grandes conquistas obreras. Si en 1918 tuvieron lugar en España 463 huelgas y 109.168 huelguistas, se pasó al año siguiente a 895 huelgas y 178.000 huelguistas. El número de jornadas perdidas también se duplicó: de 1.819.295 a 4.001.278.
De las ocho horas al domingo: el primer día libre semana llegó mediante la aprobación en 1904 de la ley del descanso dominical. Aunque por aquel entonces la norma se rechazó desde los altos estamentos y medios de comunicación. Se decía que sólo serviría para que los trabajadores alentasen su alcoholismo y perdiesen su dinero al no saber manejar un tiempo de ocio.
El siguiente avance nos lo perdimos: España, sumida en la Guerra Civil, no vio hasta mismo tiempo después cómo se materializaba la siguiente conquista obrera, la jornada de 40 horas semanales que consiguió imponer la Organización Internacional del Trabajo.