España atraviesa un proceso de honda secularización. Desde mediados de los setenta y hasta nuestros días los españoles han pasado de ser una de las sociedades más católicas de Europa a una de las más indiferentes al hecho religioso. En este proceso, unos ritos han sustituido a otros. Algo especialmente evidente en materia nupcial.
La cifra. El último informe del Instituto Nacional de Estadística sobre el movimiento natural de la población (un amplio estudio que abarca de forma regular los matrimonios, los nacimientos, las defunciones y otros aspectos demográficos) es claro. En 2019 se celebraron 165.578 bodas en toda España. 129.240 fueron civiles. 33.869 fueron católicas, una caída del 10% respecto a 2018. En total, apenas un 20,5%.
#Matrimonios católicos (porcentaje sobre total de diferente sexo):
— Donald (🏡) (@donald_dpm) June 3, 2020
2019: 20,5%
2018: 24,1%
2017: 25,3%
2016: 27,9%
2015: 29,8%
2014: 31,7%
2009: 45,5%
2007: 54,5%
2005: 60,7%
2001: 73,1%
La evolución. El dato es por sí mismo revelador. Pero la gravedad del fenómeno se comprende mucho mejor si observamos la tendencia a largo plazo. En 2001 el 73,1% de los matrimonios celebrados en España eran católicos. Ocho años después el porcentaje se había reducido al 45,5%. A mediados de la pasada década caía hasta el 31,7%. Y a las puertas de los años veinte, a duras penas supera el 20%. Un proceso muy rápido.
Menos bodas. Todo ello en un contexto de menores compromisos nupciales. En el año 2000 el INE registró 216.451 nupcias. Fue el pico desde que se tienen registros. Por aquel entonces la mayor parte de los matrimonios eran católicos (163.000, también el pico, frente a 52.000 civiles). Durante las dos décadas siguientes los ritos cristianos se han desplomado, mientras que los civiles no han dejado de crecer (44.779 en 1996; 129.000 en 2019).
El desplome es muy gráfico.
General. La gente se casa menos. Y cuando lo hace, no opta por la Iglesia. Sevilla, una de las ciudades acaso más devotas de la península, ofrece un ejemplo gráfico: mientras a finales de los noventa el 83% de los enlaces se realizaban por el rito católico, hoy los civiles duplican a las religiosos. Un proceso desvinculado de la legalización del matrimonio homosexual, por cierto (sólo representa el 3% de las bodas totales).
Secularizados. No se trata de un fenómeno aislado. España es hoy uno de los países menos religiosos de Europa. Sólo el 9% de los españoles, por ejemplo, asocia el cristianismo a su identidad nacional (el porcentaje más bajo del continente, sólo superado por Suecia). Casi el 60% del país considera "nada importante" la religión a la hora de definir la pertenencia a la nación. Un elevado contraste con el 38% de Reino Unido o el 9% de Polonia.
Y no va a mejorar. Sólo el 37% de los menores de 30 años se considera "católico", por un 55% que no se adscribe a ninguna creencia. La ya religión es cosa de viejos.
Imagen: Josh Applegate/Unsplash