Continúa la fiebre de la marihuana en Estados Unidos. La última gran multinacional del siglo XX en sumarse al futuro de la, quizá, gran industria del siglo XXI ha sido Altria, antaño Philip Morris, la compañía tabacalera que posee Marlboro. Hoy mismo ha trascendido que ha comprado el 45% de Cronos, una de las principales empresas canábicas de Canadá. La operación asciende a los 1.800 millones de dólares.
¿Por qué? Por lo magro de sus resultados en el sector de tabaco. Se espera que Altria tan sólo aumente sus ingresos en un 1% este año. Es lógico si pensamos en la caída progresiva del consumo de cigarrillos durante los últimos diez años. Su pernicioso efecto en la salud y las duras regulaciones gubernamentales han maniatado a la industria del tabaco. Las acciones de Altria han caído un 25% durante el último curso.
El futuro. Toca diversificar. Para la industria del tabaco el destino natural es el mercado de la marihuana. El pasado mes de octubre Canadá legalizaba su consumo en todo el país. Se suma a numerosos estados estadounidenses (California y Colorado, entre otros), a Uruguay y a un buen puñado de países que ya han legalizado la marihuana para uso medicinal. Es un mercado creciente y cada vez más regularizado.
En Canadá. Lo ha hecho en el país vecino, eso sí: pese a que algunas regiones de Estados Unidos han sido pioneras en la legalización del canabis, la ausencia de una legislación estatal no ofrece las suficientes garantías para invertir a gran escala. Canadá sí. Hace algunos meses Coca-Cola tanteaba la posibilidad de invertir en Aurora. Corona y Constellation Brands ya han comprado parte de Canopy. Pepsi no descarta entrar en el mercado.
Las empresas canadienses de marihuana llevan meses sumergidas en una suerte de burbuja inversora, con su valor de mercado disparado.
El mercado. Hay motivos para ello. El número de consumidores de marihuana se ha expandido. Su volumen de mercado alcanza los $9.000 millones sólo en Estados Unidos (California supera los $2.000 millones, Colorado, el estado pionero, los $1.500 millones). Los estados tienen grandes incentivos para abrir las puerta al sector: recauda muchos impuestos, genera puestos de trabajo y crea una enorme industria auxiliar.
Es improbable que a corto plazo que EEUU legalice el canabis a nivel federal. Pero la tendencia es clara. En Europa el camino aún es más incierto, pero algunas formaciones políticas, como Unidos Podemos, ya reclaman su regularización en España.
El giro. Para muchas multinacionales, el canabis podría ser una repentina tabla de salvación. No sólo se trata de hundimiento del tabaco (en España la venta de cajetillas ha caído a la mitad en quince años), sino del estancamiento de las bebidas azucaradas (en mínimos históricos en EEUU) y del incierto futuro del alcohol (los jóvenes han dejado de consumirlo, aunque la tendencia en cada país varía).
Imagen: Jonathan Hayward/AP