Una versión anterior de este artículo se publicó en 2017.
¿Molibdeno? ¿Qué diablos es el molibdeno y para qué narices necesito saberlo? Es probable que esta pregunta, relacionada con este u otro elemento distinto e igual de exótico, surgiera en la mente de todos los lectores que disfrutaran de la asignatura de Química durante su niñez. Y es posible que a día de hoy aún no haya sido respondida. ¿Para qué sirve la tabla periódica?
Obviamente, para muchas cosas. La tabla es a la química lo que la teoría de la evolución a la biología, su fundamento básico a partir de la cual se han realizado otros descubrimientos claves para nuestro día a día. Elaborada a finales del siglo XIX, incluye a los elementos químicos conocidos por el ser humano, ya estén presentes en la naturaleza, existieran en el pasado o hayan sido sintetizados en un laboratorio.
Muchos de los elementos son fácilmente reconocibles. Todos sabemos para qué sirve el oxígeno, que el carbono es la base de la vida en la Tierra o que sin el aluminio sería imposible comprender el mundo moderno. ¿Pero qué hay de otros mucho más exóticos y a priori irrelevantes para nuestras vidas? ¿Qué pasa con el estroncio, con el paladio, con el rutenio, con el rubidio o con el vanadio?
Consciente de lo ajena que resultaba la tabla periódica para las personas comunes y corrientes, Keith Enevoldsen, un ingeniero de software estadounidense, decidió emprender hace ya varios años un apasionante y admirable proyecto: la tabla periódica for dummies. O lo que es lo mismo: una tabla periódica donde a cada elemento se añade un objeto/elemento cotidiano, presente en nuestras vidas diarias, y para el que son indispensables.
El resultado es este simpático y muy útil gráfico donde podemos descubrir con facilidad por qué narices nos debería importar el hafnio. En su caso, porque es un elemento bastante importante de los submarinos nucleares. Cada casilla tiene un pequeño dibujo asociado, bastante ilustrativo y divulgativo.
Además, Enevoldsen ha ido actualizando el proyecto con el paso de los años. En la actualidad, hay dos tablas-periódicas-for-dummies: por un lado la que incluye todos los dibujos, la más popular y sencilla, y por otro la que incluye una breve relación de lugares/cosas donde podemos encontrar a cada elemento. Juntas (se pueden disfrutar en este PDF) son amenas y al mismo tiempo profundas, dado que ofrecen una breve explicación de qué es cada elemento (en inglés).
Y así, la vida es más fácil y divertida. ¿El paladio? Se utiliza desde en las clínicas de los dentistas hasta en los medidores y controladores de contaminación de los automóviles, esos catalizadores que se cotizan ahora a precio de oro en las calles. ¿El talio? En los termómetros diseñados para soportar muy bajas temperaturas. ¿El berilio? Aparece en las esmeraldas y se utiliza en las máquinas de rayos X. ¿El cadmio? En la pintura. ¿El rutenio? En las conexiones eléctricas.
Es un ejercicio de divulgación muy entretenido y que permite descubrir no sólo para qué sirve cada elemento, sino su mera existencia. Incluso aquellos que, como los metales superpesados, jamás se encuentran en la naturaleza y sólo se utilizan en los laboratorios por su carácter extraordinario y altamente radioactivo. Ah, y el molibdeno se utiliza para las tijeras que tienes en la cocina. Entre otras muchas cosas.