Que las luces de Navidad le sientan bien a la economía de las ciudades es casi casi una verdad irrefutable. Lo sabemos por algunos indicadores del INE, comentarios de hosteleros y comerciantes y los datos que, mal que bien, publicitan los propios alcaldes que se encargan de inaugurarlas. Con ese punto de partida claro hay una realidad no menos incontestable y que ha ido ganando visibilidad a medida que los ayuntamientos españoles se lanzan a una alocada carrera por ver cuál suma más X a su árbol XXXL o despliega mayor número de leds en sus calles: las luces, norias, bolas musicales y demás ornatos navideños dejan también su saldo negativo.
Vigo se ha autoproclamado "la ciudad de la Navidad" y adalid de la fiebre led patria. Quizás también por eso ofrece uno de los mejores ejemplos del balance menos amable de las fiestas. De las sombras en la celebración de las luces.
De la irrelevancia al fenómeno de masas. La celebración de la Navidad no es nueva en Vigo. El fenómeno de masas que desata, sí. No hace tanto las fiestas eran casi sinónimo de "temporada baja" para los alojamientos de la ciudad gallega: Vigo no estaba en el mapa de los destinos estacionales, los pocos visitantes que llegaban lo hacían a cuenta gotas y el flujo de viajes de negocios, principal sustento de los hoteles y pensiones durante el invierno, se cortaba en seco por los festivos.
En 2011 el sector hablaba de una ocupación media de entorno al 45%. El cartel de "no quedan plazas" solo lo colgaban, con suerte, aquellos negocios que celebraban fiestas privadas en Noche Vieja. No había nieve, no había tradición, el clima no era el mejor de la península y el despliegue de adornos urbanos no era muy diferente al de cualquier otra ciudad de 300.000 habitantes de España. Las cosas son distintas hoy, con hoteles y trenes repletos y un volumen de demanda que ya no solo cubre la oferta de los alojamientos, sino que anima la de los pisos turísticos.
"Las Navidades 'top'". No es fácil ponerle fecha de inicio a los fenómenos de masas. Al de la Navidad viguesa, sin embargo, podemos ponerle día, mes, año e incluso hora: el 12 de septiembre de 2018 el alcalde, Abel Caballero, protagonizó una mediática rueda de prensa en la que anunció que esas Navidades la ciudad tiraría la casa por la ventana con un despliegue de 1.478 guirnaldas, 1.000 arcos luminosos, 9 millones de leds, 325 árboles iluminados… Y un largo, larguísimo etcétera. Hasta ahí nada extraordinario. Lo que hizo que el anuncio se viralizase, corriese como la pólvora por redes y medios nacionales e incluso convirtiese a Caballero en trending topic fue la forma más que el fondo, la retórica.
"Iré a ver al ministro de Innovación, que saben ustedes que fue astronauta, y le preguntaré cómo se ven las luces de Vigo desde el satélite, desde arriba, desde aquella zona", llegó a proclamar Caballero en referencia a Pedro Duque y entre jocosos desafíos a los alcaldes de Nueva York, Londres, Tokio y París. A Madrid o Barcelona los dejaba ya en otra liga menor —proclamaba un exultante Caballero—; al fin y al cabo Vigo aspiraba a ofrecer "las Navidades 'top' de este planeta".
Surfeando la gran ola navideña. Retórica aparte, la apuesta funcionó. Vigo acaparó titulares. Y lo más importante: leds, árboles y el hype bien caldeado ya desde el verano ayudaron a que aquella Navidad, efectivamente, fuese todo un fenómeno de masas que nada tenía que ver con las discretas cifras de 2011. En diciembre de ese año el INE registró 58.200 pernoctaciones en los hoteles de la ciudad, un 74% más que un lustro antes. Vigo surfeaba ya la ola navideña. Sus calles se llenaban, sus hoteles se llenaban y Caballero bromeaba advirtiendo al alcalde de Nueva York que vería su alumbrado desde el otro lado del charco.
Si algo funciona… ¿Por qué cambiarlo? O directamente, ¿por qué no seguir apostando? La buena experiencia de la campaña de 2018 indicó al Ayuntamiento el camino a seguir. Y sus responsables tomaron buena nota. En 2018 se había licitado un contrato de 2,5 millones de euros para tres años que acabó prorrogándose con otro millón extra y hace apenas unos meses el Gobierno local lanzaba otro nuevo contrato, de 9,5 millones, por un período de cuatro ejercicios. Todo para adornos de Navidad, que han crecido en repercusión, pero también en número.
Subido al discurso de las "Navidades 'top' del planeta" y en plena carrera con Madrid, Málaga o más tarde Badalona por celebrar la mayor fiesta del país, el Ayuntamiento decidió reforzar la apuesta año tras año. ¿Cómo? Con más leds. Y más metros de árbol. De los nueve millones de bombillas de 2018 se pasó a 10 en 2019, 11 en 2020 y las 11,5 de esta edición, en la que Caballero reivindica además tener el cono de Navidad más desaforado, si no en metros, sí al menos en impacto. "Nuestro árbol tendrá la estrella más grande de ningún árbol del planeta en la historia de la humanidad" presumía en noviembre el regidor gallego.
Riadas de gente… y euros. Leds, árboles y villancicos por supuesto son el medio, no el fin. Más allá del escaparate mediático que pueda representar para los dirigentes municipales y sus políticas turísticas, si algo interesa de la Navidad es el retorno económico que deja en las localidades. Ese es el objetivo. Y la justificación para un gasto que se ha disparado con el tiempo: solo en Vigo el coste por vecino para las luces de Navidad ha pasado en cuestión de unos años de tres a ocho euros por cabeza hasta llegar a los casi 2,4 millones que se dedicarán esta campaña.
Los hosteleros y comerciantes de la ciudad aseguran que el retorno para sus negocios es innegable. "El impacto de las luces fue sobresaliente, una repercusión importantísima", aseguraba en enero César Sánchez-Ballesteros, presidente de la federación provincial de hosteleros (Feprohos) a Faro de Vigo. Sus declaraciones llegaban de hecho justo antes de que un grupo de hosteleros y comerciantes homenajeasen a Caballero por la "riqueza económica" de la Navidad.
Declaraciones similares se encuentran otros años y de otras asociaciones, pero todas con un tono similar. Hace solo unas semanas Sánchez-Ballesteros volvía a mostrar de hecho su esperanza de que la Navidad ayude a "paliar" al sector los efectos de la inflación: "Es muy beneficioso para la economía local".
"De espaldas a los vecinos". No todos opinan igual. Desde hace años y a medida que el fenómeno de la Navidad viguesa se ha popularizado y extendido hasta convertirse en un fenómeno de masas han surgido voces que advierten de sus efectos negativos. Son, reconocen, las sombras en el gran espectáculo de las luces. Entre esas voces se ha destacado la de la presidenta de la federación vecinal de Vigo, María Pérez. "No somos anti Navidades, a mí de hecho me encanta la Navidad; pero con control, ahora están mal planificadas", lamenta Pérez, quien denuncia que el Ayuntamiento diseña las campañas "de espaldas a los vecinos".
Dos son sus quejas principales. La primera es la falta de "control" en el centro urbano, donde no es extraño que el éxito de la Navidad se traduzca en atascos y aglomeraciones que afectan a los residentes de la zona más céntrica. La segunda, recalca Pérez, es el "desequilibrio" que hay dentro del propio municipio, donde el masivo despliegue de leds de las principales calles choca con una puesta en escena mucho más discreta, cuando no directamente nula, fuera de la almendra central.
"No llega a todos los vigueses". La frase es de Pérez, quien asegura estar recibiendo "quejas de vecinos y comerciantes" de calles alejados del centro urbano por la falta de alumbrado en sus zonas. "La Navidad no llega a todos por igual. Es un referente para comercio, hoteles y hostelería, cierto; pero debería serlo para todos —insiste—. En los barrios también vive gente y hay negocios".
Aunque el Ayuntamiento ha presumido de 11,5 millones de leds y el encendido oficial se celebró hace ya una semana, lo cierto es que hay barrios enteros de Vigo donde todavía no se han instalado adornos. El motivo: un retraso en el proceso de contratación que demoró el montaje y ha llevado al Gobierno local a priorizar el centro urbano. El colectivo vecinal ha pedido en varias ocasiones que se active un comité para planificar las campañas y velar por la seguridad, pero el organismo que se ha creado, lamenta Pérez, mantiene excluidos a los residentes.
Diciembre |
viajeros en establecimientos hoteleros |
Pernoctaciones |
---|---|---|
2012 |
18.478 |
33.613 |
2013 |
18.832 |
33.456 |
2014 |
19.476 |
35.421 |
2015 |
18.773 |
36.479 |
2016 |
22.927 |
46.867 |
2017 |
25.445 |
46.203 |
2018 |
22.217 |
48.234 |
2019 |
46.132 |
89.020 |
2020 |
8.264 |
22.225 |
2021 |
39.330 |
74.475 |
2022 |
57.922 |
101.532 |
"Una tortura de más de dos meses". Al menos tal y como se han concebido hasta ahora, las campañas de Navidad pasan por un extenso despliegue de luces, atracciones con música, altavoces que emiten villancicos hasta bien avanzada la tarde y mercadillos navideños que llegan acompañados de su propia música y una marea de visitantes. Encajar una apuesta así en un núcleo urbano densamente poblado, con apartamentos y entradas y salidas de garajes, no es sencillo.
En Toledo ya hay vecinos del casco histórico quejándose de lo que consideran "40 días de sufrimiento" y en una localidad de la misma provincia, Ocaña, un juez ha respondido a la demanda de dos residentes por el mismo motivo con una medida cautelar que impedirá celebrar las fiestas en la plaza principal. Vigo no marca la excepción. "Para nosotros es una tortura que dura más de dos meses", confiesa Alba Novoa, presidenta de la Asociación Vecinos Zona Centro, un colectivo que abarca los barrios en los que se instalan la noria o el mercadillo de Navidad.
"Soportamos ruidos, problemas de convivencia y salubridad y de movilidad. No podemos entrar y salir de nuestras casas sin restricciones. No nos dejan carriles habilitados para residentes”, denuncia Novoa sobre los cambios que el Gobierno local aplica al tráfico durante las jornadas de mayor afluencia de visitantes y que incluye desvíos, cortes de calles y la anulación de algunas paradas del bus público. En el entorno de la Alameda, en pleno corazón urbano, se añade además —recalca Novoa— las molestias que generan la noria gigante instalada por el Ayuntamiento y las demás atracciones y mercadillo navideño. "Hay heces y orines", critica.
Cuestión de tráfico… y seguridad. No es la primera vez que la Asociación de Vecinos Zona Centro se queja de la saturación. Hace semanas alertaba de que el despliegue navideño y los colapsos comprometen la seguridad de los residentes del centro. "La falta de medios de los servicios públicos y mala planificación impiden que se pueda garantizar la seguridad durante la campaña de Navidad", señalaba el colectivo tras reunirse con miembros de los bomberos, Policía Local y Nacional y técnicos en Emergencias Sanitarias. Durante esas citas —sostiene la asociación vecinal en un comunicado— los profesionales habrían coincidido en la falta de medios y planificación para intervenir en caso de que fuera necesario.
Tampoco ese debate es nuevo. En enero, aún en plena campaña de Navidad, circuló un vídeo grabado supuestamente por los bomberos de Vigo en el que puede verse las dificultades con las que se encontraba un camión para abrirse paso entre el denso tráfico de la ciudad. Pese a activar las luces de emergencia y la sirena, el vehículo avanzaba con problemas por calles saturadas, especialmente el túnel de Beiramar, una de las arterias principales del municipio. Por las mismas fechas La Voz de Galicia alertaba de que los atascos generados por las luces de Navidad ralentizan la respuesta de las ambulancias, con retrasas de 10 minutos.
De 8 a 18 minutos. "No estamos en contra de las luces, pero es evidente que existe falta de planificación en lo referido al tráfico y sobra improvisación. Vigo no está preparado para algo así y en el caso de las ambulancias el tiempo de respuesta se alarga a 18 minutos, cuando lo normal es llegar en 8", explicaba a La Voz José Iglesias, de la Asociación Galega de Técnicos de Emergencias Sanitarias.
En el caso de ictus o infarto, el experto asegura que esa demora en la atención supone un "problema": "Cada minuto que se llega tarde a una asistencia supone entre un 7 y 10% menos de índice de supervivencia". Los colapsos que se generan durante los días de más afluencias de visitantes han obligado ya al Ayuntamiento ha reconocer "problemas". "La gente quiere llegar con el coche al centro y eso no es posible. El espacio está casi reservado para peatones", advertía en 2022 Caballero.
Fiesta sí, pero con "límites". Vecinos y servicios de emergencia no son los únicos que han advertido de la cara menos amable de la "la Navidad 'top'". Incluso la Fiscalía ha reprochado al Ayuntamiento que no esté "combatiendo" las molestias que la campaña acarrea a los vecinos y ya le ha dado un toque de atención: "No se trata de acabar con las fiestas, pero sí de ponerle límites". Entre las repercusiones negativas cita el "ruido difícilmente soportable" que padecen algunos vigueses.
Las reclamaciones ya han pasado de hecho de la esfera política a la juzgados, a donde acudió una vecina para denunciar al Ayuntamiento por los perjuicios que, sostiene, le ocasiona la celebración de la Navidad. El Contencioso Administrativo 1 de Vigo desestimó la demanda, pero ella ha apelado ante el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG). Y, como publicaba La Voz en septiembre, a ese recurso se ha adherido el propio Ministerio Público. Entre los argumentos que esgrime está la contaminación acústica, con una "reiteración y prolongación en el tiempo" de la vulneración de los niveles de ruido máximo permitidos. Su razonamiento se referiría, en concreto, a una residente que vive al lado de la noria.
75 decibelios... y choque de derechos. Novoa asegura que los vecinos de algunas partes del centro, las más expuestas a la celebración, soportan "una media de 75 decibelios", bastante por encima de los 55 dB considerados tolerables por la Organización Mundial de la Salud (OMS). "La pelota está en el tejado del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia", insiste la portavoz de Zona Centro. En su opinión, además de los problemas para recibir ambulancias, los residentes del entorno ven vulnerados sus derechos al descanso, inviolabilidad del domicilio o intimidad.
"El ocio no representa un derecho fundamental, hay otros por encima. Vivimos en una Zona Acústicamente Saturada (ZAS) y hay unas leyes que hay que cumplir. Por que sea la Navidad no pueden dejar de acatarse o arrasar con nuestros derechos".
Cuestión de cifras. El principal argumento que esgrime Abel Caballero para defender el despliegue navideño es el retorno económico que tiene para Vigo. En 2022 llegó a asegurar que las fiestas tendrían un impacto en la ciudad de unos 750 millones de euros, más del doble que el presupuesto municipal de 2024. El pasado marzo, al hacer su balance global, el Ayuntamiento hablaba directamente de "más de 1.000 millones, sin sumar el retorno que produce la propia ciudadanía de Vigo". A modo de referencia, el presupuesto local de Valencia asciende a 1.100 millones.
Apoyándose en esas cifras, Caballero ha reclamado que la Navidad es "infinitamente más importante" que el Xacobeo, asegurando que las fiestas dejan en Vigo "más gente que el Camino de Santiago". Otros municipios manejan cifras mucho más contenidas. En Málaga el Ayuntamiento calculaba el año pasado que el alumbrado había tenido un impacto de 35 millones en hoteles y restaurantes.
Repasando los datos. ¿Cuánta gente mueve la navidad viguesa? En enero el regidor reivindicó que por el mega árbol de luces led situado en Porta do Sol, en pleno centro urbano, llegaron a pasar más de cinco millones de personas, lo que equivale a casi 17 veces el censo de Vigo. En concreto aseguró que entre el 20 de noviembre y el 9 de enero desfilaron por allí 5.127.000 personas, cálculo obtenido supuestamente con ayuda de la localización de los móviles. Meses después esa cifra se precisó algo más y quedó en 5.345.759 visitantes entre el 19 de noviembre y 15 de enero. Teniendo en cuenta que se trata de un período de 59 días, eso equivale a un tránsito ininterrumpido de 3.800 personas cada hora, las 24, día y noche.
Durante una intervención en Fitur, en enero, Caballero hablaba de "tres millones de visitantes en dos meses". En la nota oficial publicada por el Concello de Vigo se habla de eso: "visitantes", no vecinos de Vigo. Incluso esos tres millones suponen un flujo de 50.000 personas diarias. El INE recogía que en diciembre de 2022 que Vigo tenía 60 establecimientos hoteleros que sumaban unas 4.500 plazas.
La capacidad hotelera de Vigo. Según los datos del Instituto Galego de Estatística (IGE), entre hoteles, pensiones, albergues, apartamentos turísticos y campamentos el número de plazas a disposición de turistas este año en la localidad es de 10.800. Aun contando con los visitantes que pueden alojarse con familiares o en residencias sin registrar, con esa capacidad el flujo de 5,3 millones de visitantes —o incluso el de tres millones al que se refirió Caballero durante su intervención en Fitur— se explicaría con dos posibilidades: que un número importante se alojase fuera de Vigo o que proceda de municipios próximos.
Las cifras de la polémica. Los datos aportados por Caballero han generado escepticismo entre los grupos de la oposición. Marea de Vigo llegó a pedirle "que no delire" con el supuesto retorno económico generado por la Navidad: "La cifra de dos o tres millones de visitantes en Navidad es rotundamente falsa, salvo que cualquier persona no censada que venga a la ciudad lo haga por la Navidad".
Los balances, advierte Pérez, parten de los datos de posicionamiento GSM del Ministerio de Transportes. El conteo tiene en cuenta los dispositivos móviles que se encuentran en la ciudad sin estar registrada en ella; pero, sostiene Pérez, obvian si se relacionan con gente que acude a Vigo por motivos profesionales, personales, de ocio... o atraídos por las luces de Navidad. Sobre su lectura final, recuerda que las cifras municipales muestran que hubo 203.137 visitantes llegados de Mos, un municipio próximo Vigo y que tiene un padrón oficial de 15.200 residentes.
"Firmes e incuestionables". Caballero asegura sin embargo que son cifras "objetivas, firmes e incuestionables" y que no contabilizan los móviles de personas que entran en Vigo por motivos laborales o de estudio ni a los propios vecinos de la ciudad. Es más, según sus tablas buena parte de esa afluencia procedería de otras naciones: 140.100 de Portugal, 28.300 de Francia, 18.200 de Reino Unido, 17.100 de Países Bajos, 16.700 de Estados Unidos, 13.300 de Alemania y 7.100 de Suiza. La lista suma y sigue con visitantes europeos y sudamericanos.
Solo el 27 de diciembre de 2022, el primer edil sostiene que "llegaron a Vigo 170.300 personas", 26.800 extranjeros, 49.800 nacionales y 93.700 del resto de la provincia, "excluido Vigo". De nuevo son cifras sorprendentes para la ciudad, que tiene un padrón de 292.374 vecinos y concentra prácticamente todo su despliegue de luces de Navidad en el centro de la ciudad. En todo Pontevedra, excluido Vigo, residen 653.6oo personas, lo que significa que solo ese día uno de cada diez habitantes del resto de la provincia (el 14%, en realidad) visitó Vigo.
La generación de empleo. El BNG incluso ha ido más allá: la formación nacionalista tacha los datos de "estafa" y aporta otra perspectiva: según esgrimió en octubre su portavoz, Xabier P. Igrexas, los datos segregados de recaudación del IVA de la Agencia Tributaria mostrarían que, entre noviembre de 2022 y enero de 2023, la cifra bajó un 7,37% en comparación con la Navidad anterior. Los datos del paro reflejarían además, según los nacionalistas, que entre noviembre y diciembre se crearon 192 empleos en el sector servicios, pero enero acabó con 195 menos.
Los datos del INE muestran que las campañas de Navidad se han notado, y con fuerza, en el sector hotelero de la ciudad, aunque con valores a priori muy alejados de los que esgrime el Ayuntamiento. En diciembre de 2022 el tráfico de viajeros en los hoteles de la ciudad fue de 57.922 con 101.532 pernoctaciones, muy lejos de los 18.478 y 33.613 de 2012, pero también de los cientos y cientos de miles de visitas computadas por el Consistorio. De hecho, Caballero asegura que el primer fin de semana de la campaña 2023/2024 dejó más de 300.000 visitas, con "miles de personas" congregadas en el árbol de Porta do Sol cada media hora.
Imágenes: Concello de Vigo 1 y 2
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