Los niños de ahora quieren ser youtubers. Y cuando lo consiguen, muchos padres quieren ganar dinero

Los niños de ahora quieren ser youtubers. Y cuando lo consiguen, muchos padres quieren ganar dinero
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El cliché dice que, cuando sean mayores, los niños quieren ser futbolistas o policías; y las niñas, profesoras. Aunque pueda parecer algo propio de otros tiempos, el último informe ¿Qué quieres ser de mayor? de Adecco, publicado hace menos de un año -julio de 2016-, nos dice que ese tópico refleja precisamente la realidad española. No obstante, algo sí han cambiado los tiempos: entre guardias civiles, enfermeros, bomberos, informáticos y médicos, se ha colado una "nueva" aspiración: youtuber, claro.

En ese elenco de "nuevas" profesiones que hasta hace unos años no figuraban en ningún ranking, youtuber es la más destacada, por encima de otras como community managers, blogueros, gamers o probadores de videojuegos. San Google, gran buscador y mejor termómetro para tomar el pulso de estas oleadas, no deja lugar a dudas: hay un gran interés por el proceso mediante el cual uno acaba siendo youtuber. Al fin y al cabo el equipo necesario, al menos para comenzar, no es muy costoso.

Youtubers

Precisamente los más jóvenes son los que ocupan el grueso de los suscriptores de los youtubers más famosos, como varias veces ellos mismos han confirmado. Y en ocasiones, como el ser humano es un animal de imitación, terminan abriendo su propio canal, quizás en aras de convertirse en el próximo Rubius o al menos en conseguir una razonable fama y poder vivir de ello. No les faltan razones: sus ídolos transmiten una forma de vida con mucho dinero y fama prácticamente sin salir de la habitación, sin tener que estudiar bachilleratos ni carreras, sin jefes, y con un ambiente de diversión, ocio y cierto gamberrismo simpático. El paraíso. Aunque hay youtubers más allá de los challenges y las bromas, pero ese es otro tema.

Llega la polémica

PINO, que en realidad se llama Darwin, es un youtuber gallego que apenas tiene diez años. Con su cara angelical de no haber roto un plato, ha roto las expectativas que cualquiera podría tener sobre él: los vídeos de su canal, abierto en mayo de 2016, llevan 21 millones de reproducciones en trece meses gracias a los más de 300.000 suscriptores que le ven, le escuchan, y le comentan, muchas veces obsesionados con que les salude en uno de sus vídeos de forma personalizada.

Es fácil detectar qué canales de YouTube protagonizados por niños tienen un interés especialmente grande por parte de sus padres para monetizarlo

PINO suele hablar de videojuegos, aunque también publica vídeos de entretenimiento de cualquier tipo, muchas veces en compañía de su hermano pequeño o sobre todo de su tío Cristóbal, más conocido como TOBBAL o TOBBAlink, otro youtuber centrado en FIFA que ejerce de tío, de padrino... y de acompañante en los vídeos. De hecho, PINO comenzó a aparecer en su canal antes de crear el suyo propio. Desde entonces, los enlaces cruzados e intercambios de apariciones son constantes.

Además de esos vídeos y su enorme cantidad de reproducciones (solo con ellas se puede estimar que con diez años está logrando el equivalente a un digno sueldo mensual), el canal de PINO va más allá: hizo publicidad encubierta de una aplicación de resultados deportivos. Pese a que sus padres son quienes editan sus vídeos, como él mismo explicó en uno de ellos, es frecuente el uso de palabras malsonantes, como cuando inició uno sobre preguntas y respuestas (ya borrado) con un "¿Quién la tiene más grande, Tobbal o tú? ¿Naturales u operadas? ¿Rubias o morenas?". En ese momento tenía nueve años.

Youtube Dinero

Por todo lo anterior, así como por declaraciones hechas por el propio niño, además de por el nivel de edición de sus vídeos o los recursos que requieren algunos de ellos (en una ocasión se gastó 100 euros abriendo sobres de Clash Royale, uno de sus juegos favoritos), el cejo se frunce: ¿está recibiendo PINO ayuda de sus padres y su tío para impulsar una inquietud, o está siendo utilizado para hacer un negocio a su costa? ¿Hasta qué punto es legal y ético?

PINO es quizás el mayor exponente de esta nueva oleada de youtubers que no tienen edad ni para conducir un ciclomotor, no conocieron las pesetas y nacieron años después de que Gran Hermano y Operación Triunfo aterrizasen en la televisión. Otra pareja de hermanos con canal propio son los de MikelTube: Mikel y Leo, catalanes de 7 y 4 años, llevan casi dos subiendo más de un vídeo a la semana. En este tiempo han logrado más de 350.000 suscriptores y 200 millones de reproducciones. Su padre reconoció en La Vanguardia que "empezó como un juego y ahora es como si entrase un sueldo más en casa". Y tanto: aparte de sus descomunales cifras, tiene hasta una tienda online de merchandising con el logo del canal.

Tienda Online Mikeltube Tienda online de MikelTube.

Los contenidos de MikelTube son muy similares a los de PINO, aunque sin palabras malsonantes. Pese a que se mantiene el interés por videojuegos como Clash Royale y los vídeos de temática variada de entretenimiento, en general tienen un tono mucho más familiar y relajado. De hecho, al contrario que en el canal de PINO, en este sí aparecen con frecuencia sus padres, José Miguel y Jessica.

Precisamente con Jessica hemos hablado sobre el canal de su hijo y los ingresos que este obtiene: asegura que no hay dependencia alguna de ellos para la familia, y que todo el dinero ingresado por MikelTube se reserva para el futuro de los dos hermanos. Apostilla que únicamente los primeros 75 euros ingresados fueron gastados, concretamente en invitar a merendar e ir al cine a sus tres primos. "Incluso los gastos de material, desplazamiento, entradas y demás que conlleva el canal es pagado de nuestro bolsillo, el de sus padres". Al mismo tiempo, reconoce que "todo comenzó como un juego y se ha convertido en una oportunidad de futuro para Mikel y Leo".

Mikeltube

Sobre la tienda de merchandising, explica que en un principio solo hicieron las camisetas para llevarlas en los vídeos, y que ante el interés de muchos suscriptores comenzaron a regalar algunas hasta que las cantidades eran demasiado elevadas y activaron la tienda. De hecho asegura que ni siquiera les da beneficio alguno, sino que "cuando nos encontramos un seguidor que luce contento su camiseta nos aporta un valor emocional que no tiene precio". Y un matiz importante que ha llegado a anunciar en entrevistas en presencia de su hijo mayor: "Mikel sabe que si trae malas notas, se acabó el canal".

Hay más ejemplos: La Diversión de Martina (casi un millón de suscriptores y doscientas millones de reproducciones en dos años), Los juguetes de Arantxa (casi 600.000 suscriptores y trescientos millones de visitas en dos años y medio, con apariciones de su madre y una fuerte cantidad de enlaces referidos a Amazon con los que obtiene comisiones, 3.000 euros de ganancias mensuales en promedio con picos de hasta 7.000 euros), o Los Mundos de Nico (200.000 suscriptores y 35 millones de reproducciones en tres años y medio, y en el que la presencia de sus progenitores, en especial la de su padre, que pasó de ser una voz en off a un protagonista más, ha aumentado), son otros canales cortados por patrones similares: es difícil reconocer el límite que separa el hobby de un niño al de un negocio de cara imberbe alentado por sus padres.

La Diversion De Martina Canal La Diversión de Martina.

En ocasiones se entreven algunos trucos sospechosos para aumentar el tráfico de sus vídeos, como cuando Los Mundos de Nico subió un vídeo titulado Strip Clash Royale en tormenta de nieve en el que los tres, padres e hijo, se quitaban prendas de ropa en base a las cartas que les fuesen saliendo de un mazo de Clash Royale.

El caso de Los Mundos de Nico, de hecho, es especialmente llamativo: su madre es Vanessa Basanta, modelo e influencer acostumbrada a sacar partido comercial a las redes, con más de 150.000 seguidores en Instagram. Su padre, David Segura, se dedica al marketing digital. Una buena incubadora para lograr cifras de vértigo en el canal de un niño de ocho años.

 

Más allá del negocio

Hay una escala de grises entre los canales de niños que obedecen a una inquietud apoyada por sus padres y los que o bien desde su inicio o bien desde que toman cierta envergadura son vistos como un negocio que a la postre es sustentado por niños que no tienen ni doce años.

Uno de los primeros es Lucas Fos, valenciano de nueve años. Creció viendo cómo su madre se convertía en youtuber de éxito al frente del canal Azúcar con Amor. Esa curiosidad le llevó a querer abrir su propio canal, para lo cual le comenzaron a guiar sus padres, Conchín y José. Con este último hablamos de los contenidos de Lucas y de las figuras de youtubers de la edad de su hijo, en especial de quienes terminan orientados a rentabilizar al máximo su canal:

Lo bueno de que Lucas tenga su canal siendo tan joven es que va desarrollando competencias transversales: con nueve años está aprendiendo a hacer proyectos, pensar de forma crítica, recabar información, transmitir ideas y conocimientos, manejar tecnología, incluso está aprendiendo a reconocer timos y estafas que le llegan a través de los comentarios, que a veces le piden que haga cosas que no debe hacer. Yo nunca le fuerzo a que haga más vídeos ni nada, al revés, los hace si sigue sacando buenas notas y lleva los estudios al día. Solo me empeño en que a veces suba contenido de ciencia, de divulgación. Y con ellos le va muy bien: por uno de sus vídeos, el Departamento de Matemáticas de la Universitat Politècnica de València invitó a ir a toda su clase. También estuvimos en un evento en Sevilla relacionado con eso. A lo mejor cuando tenga 12 años ya no quiere hacer nada, no pasa nada. Pero mientras tanto, el niño ha de estar acompañado.

Un buen ejemplo de los vídeos de Lucas en que combina su afición por los videojuegos y esa vocación divulgativa que le inculca su padre es uno en el que explicaba Estadística básica a través de Clash Royale.

Jose también se refiere a los niños con canales de YouTube cuyos padres ni le fuerzan a aumentar el negocio ni se limitan a acompañarles para que tengan una experiencia inocua y divertida: los que no son conscientes de la actividad de su hijo o, por un motivo u otro, no supervisan ni apoyan la misma:

A veces llegan comentarios al canal de Lucas que vienen de chavales de su edad más o menos con canales muy pobres: vídeos que ellos mismos suben desde el móvil directamente, sin edición, donde se nota que ningún adulto les acompaña en el proceso. En cuanto ven vídeos de niños de su edad mucho más elaborados, con edición o recursos que solo un adulto puede lograr, quizás por envidia y sobre todo por no estar supervisados se dedican a insultar al niño en cuestión.

Finaliza dejando preguntas en el aire: ¿hasta qué punto es ético? ¿Hay que negarse si la afición del niño puede darle un dinero? ¿Hasta qué límite? ¿Y si la familia está en un mal momento económico y tiene en su hijo una oportunidad de levantar cabeza? Difícil responder a todas.

El espejo norteamericano

En Estados Unidos hay más casos de niños youtubers. También de niños que monetizan su canal, y a un nivel más extremo que el español. Quizás el caso más famoso sea el de Ryan, del canal Ryan ToysReview, un niño con cuyo canal se ha volcado su familia hasta el punto de que su madre abandonó su trabajo para poder dedicarse únicamente a hacer de su pequeño youtuber una mina de oro: según The Verge, su facturación supera el millón de dólares al mes. Tiene 8 años y en cada nuevo vídeo que sube va incrementando la sensación de que está leyendo un guión.

No ha sido el único. Siguiendo sus pasos está Evan Tube, cuya familia ha visto el sendero de dólares que va dejando Ryan y también se ha volcado en replicar su éxito a través del chaval. Le ha salido bien, son más que conocidos sus millonarios ingresos. La pregunta es la de siempre: ¿dónde va ese dinero? ¿Está la familia explotando un negocio a costa de la imagen pública de su hijo? ¿Quién garantiza las condiciones y los deseos del niño?

Estos niños han cruzado, orquestadamente o no, la barrera que separa una diversión doméstica redituable y la capacidad de influir seriamente en las ventas de un determinado producto o un establecimiento concreto. Al igual que en España, en Estados Unidos hay pocas y ambiguas leyes que regulen esta figura. Y desde luego, ninguna está hecha en tiempos de YouTube.

¿Qué dice la Ley?

Como en tantos otros ámbitos, la ley española de turno no contempla en específico ciertas actividades relacionadas con Internet, y sus disposiciones quedan difuminadas al llevarlas al terreno digital ya que fueron creadas únicamente con vistas a la televisión, la radio y la prensa.

En este caso, el Estatuto de los Trabajadores contempla en su sexto artículo el trabajo de los menores de 16 años en el ámbito de los "espectáculos públicos" -salvo en la tauromaquia- siempre y cuando se disponga de un permiso especial:

La intervención de los menores de dieciséis años en espectáculos públicos solo se autorizará en casos excepcionales por la autoridad laboral, siempre que no suponga peligro para su salud ni para su formación profesional y humana. El permiso deberá constar por escrito y para actos determinados.

Sin embargo, esto raramente se aplica, ni el caso de niños youtubers ni en el caso de niños que trabajen en televisión, caso que llevamos décadas acostumbrados a ver. Aunque particularmente en la televisión sí se suelen solicitar permisos en bloque (decenas de niños de forma simultánea) más a título informativo que bajo la condición de ciertas garantías o inspecciones. Hasta la fecha no hay noticias de sentencias ni investigaciones, pero al menos a nivel público, tampoco de denuncias de niños que, una vez han crecido, se vuelven contra sus padres por haber utilizado su imagen siendo tan pequeños y, quizás en algún caso, lucrado a su costa. Tampoco es fácil que esto ocurra cuando se está persiguiendo un sueño, una carrera laboral, y el niño o adolescente tenga perspectivas de futuro con ella.

En cualquier caso, nadie vigila este epígrafe. Las comunidades autónomas, organismo competente en este campo, no controlan que las condiciones para el menor sean las adecuadas, ni que el número de horas trabajadas no exceda de lo determinado. Ni siquiera la evolución del niño y si en algún momento actúa por inercia o presión familiar aunque en realidad ya no le apetezca. Recordemos que hablemos de niños pequeños trabajando. Por otro lado, la Ley de Protección Jurídica del Menor contempla en el artículo 4 del título II el "derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen" de forma genérica.

Marisol Y Joselito Marisol y Joselito, pioneros en trabajar en el mundo del espectáculo desde muy pequeños. Ahora se habla de ellos como "infancias rotas".

Desde los tiempos de Joselito y Marisol se ha evolucionado poco en este sentido. Que el entorno de espectáculos públicos haya pasado de platós y teatros a quedarse en el propio domicilio familiar ha ahorrado tiempos de espera y por lo tanto horas destinadas a la actividad, pero ha convertido en terreno baldío el entorno laboral de niños de diez años o incluso menos.

Convertir a un hijo en youtuber esperando su éxito comercial no es tan distinto a ponerle a jugar al fútbol esperando a que se convierta en el próximo Messi, la diferencia es que en el fútbol no verá ni un duro hasta que tenga edad de verlo, mientras que en YouTube, como hemos visto, puede lograr varios miles de euros al mes sin jefes, sin apenas reglamentos... y sin haber cumplido ni los nueve años.

Tanto es así que incluso se organizan campamentos para futuros youtubers en los que se les enseña a comunicar, a producir, a editar y a monetizar. Sus responsables son 2btube, que representa a varias decenas de youtubers entre los que también se encuentran niños, como la mencionada La Diversión de Martina, SoyJessi o NatalyPop.

El punto de vista psicológico

Para la psicóloga valenciana Maite Mora lo preocupante de algunos de estos ejemplos es pensar en qué valores quedan inculcados para niños de tan corta edad que, por orientación de sus padres o simplemente con el permiso de ellos, quedan expuestos en YouTube con frases como la mencionada “¿naturales u operadas? ¿Rubias o morenas? ¿Quién la tiene más grande, tu tío o tú?".

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También apunta a la teoría de Minuchin: "una familia funcionará mejor cuando exista una autoridad flexible". Una figura paternal más autoritaria podrá persuadir al hijo para que adopte ciertos patrones de conducta en vistas a conseguir popularidad en YouTube. En el caso contrario, se podría dar el caso de que sea el hijo quien se convierta en líder, cuando no debería ser así. Esto puede conducir a problemas de personalidad: narcisismo, problemas de autocontrol, o problemas de tolerancia a la frustración. Es complicado para una persona tan joven gestionar una fama que llega a niveles de idolatría.

La legislación en España está entre el vacío legal y la obligación de contar con una autorización especial del Gobierno para los menores de edad que ganen dinero trabajando

El aspecto económico también es delicado: la responsabilidad como característica no se desarrolla por completo hasta los 22-25 años. Es crucial el acompañamiento paterno. Incluso con él, ¿es positivo que se gane tanto dinero siendo menor de 16 años? Una vez más, Maite se refiere a la diferencia entre niños usados desde el principio o a partir de cierto éxito para obtener unos ingresos, y niños que han desarrollado unas habilidades orientadas a un canal de YouTube.

"Por supuesto, no todos los niños o adolescentes con canales forman parte de los primeros. Solo cabría preguntarse qué papel ocupa esa actividad en la vida del niño, principal o secundario, y qué otras conductas llevan a cabo los padres con el hijo en el entorno familiar", añade Maite. También incide en los valores transmitidos al niño y la capacidad de valorar el esfuerzo que requiere lograr ciertas metas.

También queda para el debate si el día de mañana, cuando los mozos vayan cumpliendo años, querrán que sus vídeos de cuando eran niños sigan estando ahí, y si querrán seguir produciéndolos. Un punto de posible conflicto si los padres han llegado al punto de contar con esos ingresos para el tren de vida familiar de cada mes o en cambio es una decisión que únicamente atañe al niño y la economía familiar no se ve resentida.


Las condiciones de uso de YouTube incluidas en los recursos para padres publicados por la plataforma especifican que los menores de trece años no pueden tener un canal, norma que como hemos visto es habitualmente vulnerado sin que nadie ponga problemas no solo para la existencia de esos canales, sino también para su monetización.

Para crear una cuenta de YouTube, debes confirmar que tienes por lo menos 13 años. Si se marca un video y descubrimos que el usuario que subió el video no proporcionó su edad correcta durante el proceso de creación de la cuenta, cancelaremos la cuenta.

Para este reportaje también hemos tratado de ponernos en contacto con los tutores de PINO, con su tío Tobbal, y con los padres de Nico, de Los Mundos de Nico. En ninguno de los casos hemos obtenido respuesta.

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