Pocos espectáculos resultan tan divisivos en España como el toreo. Fervientemente adorado por unos, vilipendiado por otros, la tauromaquia lleva años en el centro de un debate en el que se mezclan cifras y argumentos de toda clase para defender una y otra postura. El ruido mediático a su alrededor es tan denso que, en ocasiones, resulta complicado entrever cuánto hay de real en la pervivencia del espectáculo, en su teórica decadencia o en su inesperado resurgimiento de la mano de profesionales y aficionados. De modo que, para descubrirlo, hemos acudido a los datos en bruto. ¿Qué dicen los números del toreo en España?
Uno de los principales problemas a la hora de responder la anterior pregunta es la naturaleza esquiva de los mismos. En el debate sobre la tauromaquia es complejo encontrar posturas o informes que no traten de defender una u otra opinión. Así, los colectivos animalistas blanden sus propias estadísticas denunciando la inevitable muerte del espectáculo taurino, mientras los defensores de la tauromaquia se aprestan a resaltar su aún notable impacto económico y su creciente interés entre nuevos toreros y recortadores.
¿Pero cuál es la tendencia real de la tauromaquia? ¿Camina hacia su desaparición o se mantiene como uno de los espectáculos que más dinero generan, por encima de otros deportes? Veamos qué dicen las cifras.
Menos corridas y mucho más concentradas
Probablemente la fuente más fiable en relación a la tauromaquia sea el informe anual de asuntos taurinos realizado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Aquí se pueden ver los últimos publicados. Cada uno toma como referencia el último cuatrienio, lo que permite observar las tendencias. Si la pregunta es "¿cuántos festejos taurinos se han celebrado en el último año?", la respuesta, excluyendo los festejos populares (como los encierros o las vaquillas, por ejemplo), es 1.736. ¿Y son muchos o son pocos? Pues son menos, bastantes menos de los que tuvieron lugar hace cuatro años.
Dentro gráfico:
Pese al pequeño repunte de 2014, cuando se celebraron diez festejos más que el año anterior, la realidad es testaruda: en los últimos cuatro años el volumen de eventos organizados en España se redujo en un 24%. La reducción es aún más espectacular si también incluimos datos previos a 2011 y nos vamos a 2007. Entonces, se celebraron 3.651 festejos taurinos en todo el territorio nacional. En alrededor de una década, la práctica del toreo ha descendido en un 52%. Cada vez hay menos corridas, novilladas o rejoneos. Muchas menos.
El resto de cifras se pueden consultar aquí. Hay más datos interesantes. Por ejemplo, así se reparten los festejos en 2015: las corridas representan sólo el 22% del total, aunque son las más frecuentes; le siguen otro tipo de eventos como las novilladas sin picadores, las novilladas con picadores, las becerradas o el rejoneo; a la cola, las corridas mixtas con rejones o los festejos mixtos.
La distribución geográfica, por su parte, es muy desigual. Sólo en un puñado de comunidades se registraron más corridas en 2015 que en 2014 (Aragón, Andalucía, las Castillas, Cantabria, Murcia y País Vasco). Y en cuatro de ellas (Andalucía, las Castillas y Madrid) se concentraron el 68% de las corridas de 2015. Algunas comunidades, como Cataluña, las Islas Baleares o Galicia apenas contaron con eventos de este tipo en sus plazas.
Se puede decir algo parecido de las corridas de rejones: disminución y concentración.
Eso sí, cada vez participa más gente
Uno de los aspectos más paradójicos de los datos desglosados por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte es el número de personas registradas en cada categoría profesional dedicada al toreo. Crece año tras año, en un ciclo inverso al que parecen sometidos los festejos taurinos. Si bien cada día se celebran menos corridas, parece haber más gente inmiscuida en ellas. Prácticamente todas las secciones de profesionales taurinos indexadas por el ministerio aumentaron su número en 2015, y es algo que lleva sucediendo durante los últimos diez años. Por ejemplo, así evolucionó su número entre 2007 y 2011:
2.000 nuevas inscripciones en cinco años. Que no han parado de crecer desde entonces: entre 2011 y 2015, las altas se dispararon hasta los actuales 10.481 (desde 2007, el aumento porcentual ha sido del 41%, algo por debajo del ritmo de decrecimiento de los festejos taurinos). El mundo del toro, por cierto, continúa siendo abrumadoramente masculino: el 97,5% de los registrados por el ministerio son hombres (la sección donde más mujeres se cuentan, los rejoneadores). Los 10.000 profesionales se reparten así por secciones.
Hay dos posibles explicaciones a la disparidad de cifras. La primera: cada vez hay menos corridas y becerradas, entre otras muchas festividades taurinas, pero cada vez participa más gente en ellas. La segunda: si consideramos que el número de personas dedicadas a una corrida o a una novillada siempre es más o menos estable, o bien una sustancial parte de los registrados no participan en festejo taurino alguno (pero tampoco se han dado de baja) o bien tan sólo participan en un puñado de ellas a lo largo del año. Es lo que sostiene AVATMA (Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia y del Maltrato Animal).
Es decir, que la cifra real de profesionales empleados durante todo el año sería más baja. AVATMA es una organización abolicionista.
Festejos populares, la otra cara de la moneda
Pese a que el propio informe ministerial admite que son universos distintos, también incluye datos relativos a los festejos populares (aquellos que, como los correbous o las vaquillas, amén de los encierros, utilizan reses pero no toros de lidia). Su estado de salud es óptimo, aunque el desglose de datos sea muy limitado. En 2007 se celebraron 14.262 en toda España, y en 2015 la cifra había alcanzado ya los 16.383, un modesto crecimiento del 14%, pero muy llamativo en comparación a los festejos taurinos.
Asistencia e impacto: el rosario de la aurora
Hasta aquí los datos son relativamente indiscutibles. Las estadísticas oficiales apuntan a un descenso progresivo e inexorable de los festejos taurinos, con las corridas de toros a la cabeza, pero también un mayor número de profesionales dedicados a ello cada año. Al mismo tiempo, muestran que otras festividades donde se involucran a reses bovinas mantienen un estupendo estado de forma, creciendo año tras año. Quizá por eso el campo de batalla no esté aquí, sino en los números de asistencia y en el retorno económico.
Como vimos en su momento con motivo del Dakar, calcular el retorno económico para un espectáculo cualquiera es muy complicado. Se tiende a hacer en base al ROI y tiene en cuenta diversas variables, como el volumen de ocupación hotelera, la economía generada en los alrededores del estadio/plaza y la reactivación del empleo que puede generar en el lugar donde tiene lugar el evento. Sin embargo, las cifras tienden a ser estimaciones y, para el caso del toreo, con sesgo.
Una de las formas más neutras de acercarse a la asistencia a espectáculos taurinos es la Encuesta de Hábitos y Prácticas Culturales en España. La última, relativa de forma específica al periodo 2014-2015, dice lo siguiente:
Asistencia | |
---|---|
2006-2007 | 9,8% |
2010-2011 | 8,5% |
2014-2015 | 9,5% |
La muestra es de 16.000 personas, así que es relativamente fidedigna y representativa. El toreo sería así una de las actividades culturales menos frecuentadas por los españoles, muy por debajo de otras como los espectáculos deportivos, la feria, el zoo, las conferencias, las mesas redondas, las visitas al aire libre a recintos como los jardines botánicos, o los parques de atracciones. En porcentaje, de hecho, sólo estaría por encima del circo, cuyos niveles de asistencia se han desplomado en tres puntos desde 2006.
Sólo el 6,9%, por cierto, habría acudido a corridas de toros o de rejones.
Una vez más, el buen o mal estado de salud de las corridas de toros y de otros festejos taurinos varía en función de a quién preguntes. En 2012 El País, en un reportaje sobre el estado del sector, cifraba en un 17% la caída de abonos para la Feria de Sevilla, una de las más relevantes del mundo taurino. El año pasado, La Razón, por su parte, se remitía a un informe de Unión de Criadores de Toros de Lidia y la Economía del Toro (ambos en favor del mantenimiento y la promoción de las corridas) en el que se cifraba en 360.000 el número de espectadores que habían acudido a una plaza de toros en los 100 primeros días de ese año.
Y según la Junta de Andalucía, sólo en su comunidad se congregaron 977.116 personas en distintos festejos taurinos durante 2014. Sin embargo, diversas encuestas ponen en duda el carácter mayoritario de la tauromaquia entre el público. Por un lado, Ipsos MORI constata una amplia oposición o indiferencia hacia el espectáculo:
Amigos editores: es muy probable que la mayoría de vuestros lectores esté en contra de los toros vía @RamosMa_ pic.twitter.com/t80HibnMYt
— eduardosuarez (@eduardosuarez) 20 de mayo de 2016
La cifra anterior es concordante con la que han ofrecido otras encuestas de Gallup en el pasado. En 2006, el 72% de los encuestados afirmaban no estar interesados en las corridas de toros, en un teórico proceso de desconexión progresiva que se había agudizado de forma paulatina desde finales de los setenta. Por desgracia, es imposible conocer cuál es el estado de opinión de los españoles respecto a los toros de la mano de un organismo oficial. La última vez que el Centro de Investigaciones Sociológicas nos preguntó al respecto fue en 1995. Para entonces, un 45,5% estaba a favor, frente a un 39% en contra.
¿Y qué hay del impacto económico? El informe más citado por los medios de comunicación al respecto es el de la Asociación Nacional de Organizadores de Espectáculos Taurinos (Anoet). Según la organización, más de 6 millones de personas acudieron a las plazas de toros en 2015 (una media de unos 3.400 espectadores por festejo). El estadio de fútbol con la asistencia media más baja de la LFP, Eibar, contó con más de 4.000 espectadores cada fin de semana (la media de la Liga triplicaría a la del toreo). Según los datos de 2013, todos los pabellones de baloncesto también superarían la media de las plazas de toros (la media de la ACB doblaría a la del toreo).
Los festejos estarían por delante de otros deportes minoritarios (el estadio con la mejor asistencia de la liga ASOBAL no supera los 3.000 espectadores de media). Y su impacto económico, según el mismo informe de Anoet, sería importante: la organización, de marcado carácter protaurino, estima en 3.500 millones de euros el imapcto de la actividad taurina en la economía (aunque las cifras varían según el medio: Las Provincias lo reduce a 1.600 millones). Se habla de 200.000 empleos directos. Las cifras sorprenden comparadas con las del fútbol (un impacto de 7.000 millones de euros y 140.000 empleos generados).
¿Y qué hay de las subvenciones?
El lienzo dibujado hasta ahora ofrece la siguiente imagen: cada vez hay menos festejos taurinos, y es una de las actividades culturales menos frecuentadas por la población; pero, al mismo tiempo, cada vez más personas parecen estar involucradas en ellos, además de asistir de forma estable cuando no al alza a los espectáculos. Por otro lado, genera miles de millones de euros (aunque hay quien pone en duda tanto la aportación al IVA como su impacto real, señalando que se incluyen las plazas hoteleras de cada ciudad cuando hay corrida dentro del pack).
Nos falta el último punto candente del toreo: las subvenciones.
Es otro de los caballos de batalla de protaurinos y abolicionistas. Los primeros afirman que la tauromaquia o bien no recibe o bien apena recibe subvenciones por parte de las instituciones públicas, y que aquellas que pudiera obtener se ven compensadas por su importancia económica. El informe de Anoet afirma que el estado sólo destina 30.000 euros anuales, en concepto del Premio Nacional de Tauromaquia, a la tauromaquia. Sería una cantidad menor que a otras actividades culturales disfrutadas por los españoles como el cine y el teatro, que cuentan con partidas económicas mucho más amplias.
Eso sí, Anoet obvia las subvenciones que la industria recibe de la mano de la PAC, la principal partida de gasto de la UE. Dado el elevado número de explotaciones ganaderas dedicadas a la cría y cuidado del toro de lidia, el animal indispensable para la práctica del toreo, el sector obtenía alrededor de 130 millones de euros anuales en concepto de subvenciones. En octubre de 2015 el Parlamento Europeo votó su retirada. Según Cultura, cada año hay menos ganaderías, pese a la reducción de festejos: en 2015 se contabilizaban 1.341, cincuenta menos que en 2011 (una reducción del 3,5%, pequeña comparada con la de festejos).
Las cifras anteriores no tendrían en cuenta el coste organizativo de las ferias desarrolladas por los ayuntamientos. Según ERC, su coste dispara el montante total de las subvenciones a alrededor de 700 millones de euros.
Como se aprecia, las cifras que rodean a la tauromaquia son difusas y están altamente preñadas de sesgos ideológicos, por lo que es complejo obtener una foto fidedigna del momento que atraviesa el toreo. En términos generales, las estadísticas del ministerio sí apuntan a un retroceso de los festejos, pero a un crecimiento de las festividades populares. De forma paralela, es posible estimar un alto impacto en aquellas regiones donde se continúan celebrando numerosas corridas al año, equiparable al de otros deportes minoritarios. Pero también, a tenor de la PAC y de otras partidas de gasto, un alto nivel de gasto público.