Una mujer que se autoproclamó "mujer de granjero" desencadenó hace un año una controvertida conversación en Twitter en Australia por parte de profesionales frustrados procedentes de zonas rurales y provinciales de todo el país. Kirsten Diprose era una periodista cosmopolita que trabaja para ABC, un medio local, y que se ha convertido en reportera regional. En un [artículo][1] para ABC, declaraba que siempre había sentido la necesidad de utilizar sus credenciales y su experiencia en la ciudad para justificar su valor a nivel profesional. En el artículo escribía que:
Son muchas las personas en las zonas rurales que sienten que tienen que justificar sus carreras profesionales, ya sea en los medios de comunicación, en el ámbito de la salud, de la educación o de los negocios. Hay quien opina que si no estás trabajando en un núcleo urbano es porque no eres lo suficientemente bueno en lo que haces: nunca "diste el pelotazo" o te daba demasiado miedo intentarlo.
Como investigadores con experiencia profesional en servicios sanitarios y en medios de comunicación no podríamos estar más de acuerdo con las observaciones de Diprose. Lo que describe se conoce en el mundo académico como "narcisismo geográfico", un [término utilizado][2] por la psicóloga clínica sueca Malin Fors para explicar las interacciones entre las zonas más rurales y la ciudad con las que se encontró mientras trabajaba en una pequeña ciudad al norte del círculo polar ártico en Noruega.
El concepto también ha sido descrito en otros términos como _urban splaining_ (una forma de "menospreciar" a la gente que vive en zonas rurales por sus homólogos cosmopolitas) o "juicio geográfico", tal y como lo define la periodista Gabrielle Chan en su libro _Rusted Off_ sobre las opiniones de la gente que vive en las zonas rurales de Australia. La bibliografía especializada, desde [la teoría del sistema-mundo de Immanuel Wallerstein][3] hasta [la obra del teórico cultural Raymond Williams][4], lleva mucho tiempo teorizando sobre las causas económicas y culturales de la división entre lo rural y lo urbano.
El narcisismo geográfico examina las consecuencias psicológicas.
Lejos de la ciudad, todos "de acampada"
Cuando consideramos las grandes ciudades como el centro de todo, se crea una visión narcisista en los habitantes de las ciudades que sutilmente (a menudo inconscientemente) devalúa los conocimientos, las convenciones y la subjetividad rurales, fomentando una "[creencia de que la realidad urbana es la definitiva][5]". Por ejemplo, a menudo los profesionales de la salud de las zonas rurales o provinciales se ven cuestionados por sus homólogos urbanos sobre su decisión de abandonar la ciudad: "¿Y cuándo piensas volver?".
Se supone que nadie se trasladaría de forma voluntaria a una zona rural por motivos profesionales, especialmente si no existen vínculos familiares o sociales en la zona.
Por otra parte, cabría sospechar, tal y como [señala][6] Fors, que las personas son desterradas a trabajar en zonas rurales por problemas personales. Se trata de un clásico del cine y de la televisión, cuando una persona con un currículum brillante en la ciudad se marcha a una zona rural debido a problemas con el alcohol, la adicción, el miedo o un crimen y una condena a servicios comunitarios. Uno de los ejemplos predilectos es la película franco-canadiense _La gran seducción_, en la que un cirujano se ve forzado a trabajar en un pequeño pueblo de pescadores mientras se enfrenta a conflictos internos por el consumo de cocaína y el amor por el críquet.
Este año hemos sido invitados a hablar en conferencias y eventos profesionales regionales sobre el tema y es evidente que existen muchos profesionales rurales que se tienen que enfrentar a esta mentalidad urbana para poder verse identificados (o verse a sí mismos) al mismo nivel que sus homólogos urbanos.
Como ejemplo, este tweet a modo de respuesta al [artículo de Diprose][7]:
¡Gracias! Aunque ya no trabajo en una zona rural, la idea de que de alguna manera eres inferior es algo que ha marcado toda mi carrera en una zona rural y todavía tengo que luchar con la idea de que no "llegué a ser algo" en mi profesión por no irme a una ciudad a trabajar de periodista.
O este otro:
Es lo mejor que he leído en todo el año. La gente me mira con cara de pena cuando digo que llevo trabajando en una zona provincial durante casi 9 años. Mi evolución profesional aquí ha sido mucho mejor que si me hubiera decantado por un puesto en una zona metropolitana.
También hemos visto a nivel personal en la asistencia sanitaria y en la universidad cómo el narcisismo geográfico afecta a la vida de los profesionales, distorsionando la percepción de tiempo y distancia. Siempre parece que es más complicado para los profesionales de la ciudad acudir a los campus universitarios y hospitales regionales que para sus colegas de provincias trasladarse a la ciudad.
Muchos trabajadores rurales o de provincias se sentirán identificados con la expectativa de viajar en ambos sentidos en un solo día para asistir a una reunión en la ciudad. Cuando se trata de empleados de oficina en la ciudad que se desplazan a una zona regional, normalmente necesitan una noche de alojamiento y un pequeño elogio narcisista por su intrépido viaje a la provincia.
Esta falta de aprecio también puede interferir con la eficacia de los profesionales urbanos que tienen buenas intenciones a la hora de mejorar las prácticas rurales. Un profesional urbano que busca reorganizar una zona laboral de provincias puede sentirse desconcertado por el comportamiento pasivo-agresivo de sus colegas rurales. Como apuntaba Fors, se desconfía de estos profesionales que vienen de la ciudad recibiendolos como si fueran colonizadores cuando ellos esperan ser recibidos como salvadores.
Los estereotipos están interiorizados
Los profesionales rurales a menudo sueltan una carcajada a modo de reconocimiento cuando oyen hablar de narcisismo geográfico. Sin embargo, la realidad es que ellos mismos han interiorizado estas ideas y acaban reforzando los mismos estereotipos.
Al igual que la propia experiencia de Diprose, muchos profesionales rurales o provinciales optan por legitimar sus habilidades ante un homólogo urbano enumerando sus títulos académicos y su experiencia profesional en la ciudad, como si fuera lo que en realidad importa. Esto genera una dialéctica rural en la que los profesionales de provincias tienen la opinión aparentemente contradictoria de que el trabajo rural es de alta calidad y, a su vez, no lo es.
Manejar estos puntos de vista polarizados puede llevar a compromisos psicológicos inútiles. Un ejemplo es dividir los elementos de las profesiones provinciales en buenos y malos. Una de las creencias más preocupantes es cómo un profesional por sí mismo es de alta calidad, pero el resto de la organización provincial no lo es, por lo que si quiere progresar en su carrera profesional debe trasladarse a la ciudad.
Por supuesto, también existen espacios sociales y ámbitos profesionales donde el narcisismo geográfico no es aparente. Es menos problemático cuando aquellas personas que trabajan y viven en las provincias cuentan con sus principales vínculos económicos, profesionales y sociales en un mismo lugar. Sin embargo, cuando se trata de competencia profesional o se está expuesto a recursos que dependen de los centros neurálgicos de la profesión (a menudo en las grandes ciudades), el narcisismo geográfico cobra peso.
El auge de las tecnologías digitales (y sus promesas de erradicar los problemas de la distancia) puede que haya puesto de manifiesto la divulgación y la aceptación no explícita del narcisismo geográfico. Los entornos rurales y urbanos plantean diferentes retos a los profesionales en activo. Las buenas y malas prácticas se pueden dar en ambos lugares, pero sí que es narcisista dar por hecho que la localización es un factor determinante clave de la calidad laboral.
Imagen: Matthew T Rader/Unsplash
Autores: Timothy Baker y Kristy Hess, profesores en la Universidad de Deakin.
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.
Traducido por Silvestre Urbón.