El consumo enfervorizado de aguacate es uno de los clichés más identificados con la generación millennial. Asociado a la frivolidad de una juventud más preocupada por su perfil de Instagram que por comprarse una casa, el aguacate disfruta hoy de gran popularidad global y de cuantiosos retornos económicos para sus cultivadores. O mejor dicho: una variedad concreta de aguacate. La Hass.
Tanto que nuestros paladares ya no quieren cualquier otro aguacate.
¿Por qué? Australia es un buen ejemplo. El país es uno de los más entusiastas consumidores del fruto tropical. La mayor parte de producción local se dedica al Hass, pero su temporada termina a lo largo de este mes. En su lugar, los supermercados se llenarán del mucho menos popular Shepard, un aguacate de forma más ovalada y de piel verde. ¿Resultado? Un público desdén hacia la inocente variedad.
Cuando la asociación nacional del aguacate promocionó la temporada de Shepard, la reacción de los australianos fue odiar. Y llorar.
Los motivos. El aguacate Hass es el más popular en todo el mundo. Cultivado por primera vez en California a principios del siglo XX, representa más del 90% del mercado estadounidense y es el predilecto entre los paladares europeos. De piel oscura y rugosa y sencilla extracción, su sabor, equilibrado e intenso, se ha convertido en una suerte de fetiche para casi todos los consumidores.
Predilección. Hasta el punto de acaparar cosechas y mercados. Sólo hay un problema: no producimos tantos aguacates como desearíamos, y su precio es alto. Entre tanto, otras variedades languidecen. Como confiesa un productor español en Fresh Plaza, cuesta vender aguacates Fuerte o Bacon, de recolección más temprana que el Hass, pese a que sus precios son más baratos y su calidad sobresaliente.
Languidecen ante el gusto adquirido (y normativo) del Hass.
Marginación. La dinámica del mercado internacional obliga a marginar a numerosas variedades. En España, por ejemplo, la mayor parte de cultivos de Granada y Málaga, las dos provincias punteras en la materia, se dedican al Hass. Recolectado entre finales de noviembre y mediados de primavera, otras especies han tratado de abrirse camino en temporada baja. En ocasiones, mutaciones tardías del Hass.
Fenómeno global. Sucede en todas partes: los agricultores peruanos, por ejemplo, han puesto sus miras futuras en los crecientes mercados asiáticos. Corea del Sur cotiza al alza. La historia conecta bien con la obsesión contemporánea por el aguacate: cuando los neozelandeses experimentaron una carestía y precios desorbitados, comenzaron a asaltar los cultivos de aguacate y a robarlos de los árboles.
La guerra que viene es la del Hass.
Imagen: Thought Catalog/Unsplash