¿Cuándo llegarán los OVNIS? Es la visión que muchos de los humanos del siglo XXI comparten acerca del espacio exterior. Después de que Fermi y su paradoja expresasen en los años 50 la magnitud de nuestro vasto universo y lo poco probable de nuestra excepcionalidad, para muchos no es una cuestión de posibilidad o no de que existan, sino del tiempo que tardaremos en dar con ellos. Es imposible que no haya más vida inteligente que la nuestra ante todo lo que recogen nuestros telescopios.
Esta poderosa idea es lo que acaba de dar un vuelco gracias a las investigaciones de unos científicos de la Universidad de Oxford cuyos resultados se han publicado en la revista de la Royal Society of London, pero para eso tenemos que explicar, primero, cómo se mide todo esto.
La ecuación de Drake: es la herramienta más extendida para estimar el número de civilizaciones extraterrestres posibles. Se basa en varias divisiones de un total de ocho factores, partiendo de una generalidad (el ritmo anual de formación de estrellas "adecuadas") y descartando todas las fracciones que van en contra de la vida (una de ellas, por ejemplo, son los años en que una civilización inteligente puede perpetuarse en el tiempo).
Y sus múltiples revisiones: la fórmula se ha mantenido intacta desde los años 60, el problema es dar a cada valor de esa ecuación un número ajustado. Esto es lo que se ha ido actualizando bastantes veces, y por ejemplo hace unos meses el científico Robert Zubrin actualizaba sus análisis matemáticos para afirmar que había muchas posibilidades de que tuviésemos vecinos en esta misma galaxia.
Nada había solucionado hasta ahora el problema de Drake: su ecuación carecerá de precisión siempre que no podamos dar soluciones numéricas concretas a esos valores. Dado que, en mano, contamos con muy pocos parámetros precisos, los analistas han ofrecido resultados tan dispares como la posibilidad de una sola civilización ajena a la nuestra, 24 o diez millones. Cálculos de probabilidades con márgenes de error tan grandes (dada la incertidumbre que manejamos de muchos números) tan grandes que, para los de Oxford, eran inaceptables.
Cómo manejar lo desconocido: no sabemos con precisión la tasa de formación de estrellas de cada año, tampoco la fracción de estrellas con planetas ni el número de planetas habitables por todo tipo de vida potencialmente inteligente. Lo que sí tenemos son rangos de estimaciones de estos números. Lo que han hecho los físicos del último estudio es sustituir los números que se le asignaban a los valores desconocidos de los mecanismos químicos y genéticos plausibles por un rango. Por ejemplo, decir que hay una probabilidad 1/100 de que la vida evolucione no deja claro si significa que las probabilidades son exactamente 1 entre 100, entre 1/1000 y 1/10, o entre uno y uno en un rengo de 10 ^ 100.
No busques más, estamos solos: varios cálculos después, las probabilidades de que seamos la única especie de vida inteligente en la Vía Láctea oscila entre el 53 y el 99.6 por ciento. Las probabilidades mejoran un poco cuando se incluye todo el universo observable: la probabilidad de que la humanidad esté sola oscila entre el 39 y el 85 por ciento. Así que, dado que la Vía Láctea solo representa una minúscula porción del Universo observable, y que a su vez el Universo observable por los humanos (y a cuyo límite que no llegaríamos ni en mil vidas) es una pequeñísima parte, resulta poco probable que surjan dos civilizaciones inteligentes en el mismo Universo observable. Es muy probable que estemos solos. Si quieres seguir el debate del descubrimiento, puedes hacerlo aquí.
Y aún con todo, deberíamos seguir buscando: puede que todos estos cálculos no sean más que una distracción ante el hecho de que otra raza superior esté escondiéndose de nosotros al saber que vigilamos los cielos. Que sea todo un complot gubernamental para ocultarnos la verdad, que llevamos siendo manejados por los aliens desde hace eones. O peor aún: que todo sea una simulación por ordenador. Sí, hay gente que defiende a muerte esta idea.