Cuando el gobierno anunció la introducción de peajes en todas las autovías de España muchos conductores se rascaron la cabeza sorprendidos: ¿pagar aún más por conducir? El coche es objeto de numerosas cargas impositivas. Desde el impuesto especial a los hidrocarburos hasta el impuesto sobre Vehículos de Tracción Mecánica, conocido popular y erróneamente como "de circulación", los conductores lidian a menudo con la administración pública. Se paga mucho, por todo, o al menos esa es la percepción.
¿Una errónea?
El mapa. Así lo evidencia al menos una comparación realizada por ACEA, la asociación europea de fabricantes de automóviles. En este mapa muestran cuánto recauda cada por coche matriculado. España se sitúa en la última posición. Las arcas públicas se embolsan 1.068€ por vehículo, lejos de los 3.187€ cosechados por Bélgica cada año. Su caso es extremo, pero España está lejos de todos. Irlanda (2.400€), Alemania (1.963€) o Francia (1.911€) están por encima. La renta no explica la asimetría. Portugal (1.528€) o Grecia (1.264€), países más pobres, también recaudan más.
Es común. Los motivos son variados, pero el resultado era previsible. España es un estado muy ineficiente recolectando impuestos. También en materia de infraestructuras. La red de carreteras españolas, autovías incluidas, recauda un 76% menos por usuario que la media europea. La península ibérica es junto a Alemania uno de los últimos santuarios de la conducción gratuita. Las autovías generan un déficit aproximado de €8.000 millones. Creamos que paguemos mucho o poco, hay un agujero.
Más cifras. Año a año, las arcas españolas se embolsan unos €30.000 millones en materia de impuestos y tasas al coche. Como ya hemos visto, no es demasiado. Alemania supera los €90.000 millones; Italia, los €76.000 millones; Países Bajos, un país un tercio más pequeño, unos €21.000 millones. Los principales mercados automovilísticos europeos generan unos €440.000 millones en ingresos fiscales. En España, casi todo llega por los hidrocarburos (€20.000 millones) pero en otros países los conceptos (propiedad, ventas, reparaciones) están más repartidos.
A favor. En paralelo, España sí ha sido generosa en sus políticas favorables al automóvil. Siguiendo la línea anterior, basta echar un vistazo a la extensa red de autovías que vertebra el país: es la más accesible de toda Europa (34 kilómetros por habitante, el doble que Francia o Alemania) y también una de las más amplias (29 kilómetros construidos por cada 1.000 kilómetros cuadrados; Alemania tiene 35). Aquí siempre han operado factores políticos (la infraestructura como arma electoral) y...
Económicos. Porque no sólo son los conductores, es la industria que pivota en torno a ellos. La construcción de automóviles genera el 20% de las exportaciones de la economía; el 10% del PIB; y da de comer a más de 650.000 trabajadores. Ante estas dimensiones no es de extrañar que el coche, pese a lo que pueda parecer, goce del favor público. Planes como el MOVES III, anunciado este año y dotado con hasta 7.000€ por vehículo (eléctrico) han sido una constante de todos los gobiernos desde principios de siglo. En España el coche se subvenciona más de lo que se penaliza.
Hay buenos motivos para estar a favor de ello (y para oponerse). Pero en perspectiva comparada, España no es especialmente hostil al coche.