Los países que más han destinado a gasto militar desde 1914 hasta nuestros días, en un gráfico

Gasto Militar
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Pocas constantes han definido la historia del ser humano al margen de las épocas y de las culturas como la guerra. El enfrentamiento bélico ha moldeado y dinamitado estados, generado imperios y exterminado civilizaciones, y el resultado siempre ha sido el mismo: muerte y destrucción. El siglo XX fue especialmente prolífico en la materia, encadenando los dos enfrentamientos más sangrientos de siempre y un buen puñado de genocidios a escalas nunca vistas. Y todo ello fue posible gracias a otra constante histórica: el dinero.

Estudiar quién está gastando qué en materia militar es una buena forma de entender hacia dónde se dirige el planeta. A lo largo de los últimos cien años, los protagonistas de la guerra han cambiado, y con ellos la inversión en sus ejércitos y en alta tecnología armamentística. Se trata de una industria multimillonaria que ha variado enormemente con el paso del tiempo, y que dibuja un ecosistema geopolítico muy distinto y variable en función de cada década. Este gráfico de barras a la carrera elaborado por RakingTheWorld repasa año a año la evolución del gasto militar entre 1914 y 2018.

Hoy el ganador está claro: Estados Unidos. El país norteamericano invierte más en su ejército que la suma de sus cinco principales competidores. No siempre fue así. Si nos retrotraemos a 1914, a las puertas de la Primera Guerra Mundial, el escenario era muy distinto. Europa andaba sumergida en la mayor crisis política de su historia, y en una carrera armamentística que colocaba a Alemania a la cabeza. Le seguía muy de cerca Reino Unido, después Francia y, por último, Austria-Hungría y Rusia. Hasta 1918, la inversión sólo aumentaría.

Tiene sentido. La Primera Guerra Mundial fue el primer conflicto moderno de la historia, y durante su transcurso se desarrollaron armas revolucionarias como la ametralladora o el tanque. Tamaña revolución tecnológica se costeó con dinero. Las tres principales naciones de la época (Alemania, Reino Unido y Francia) pasarían la mayor parte del conflicto a la cabeza del gasto militar. A mediados de 1917, sin embargo, irrumpiría Estados Unidos: en un abrir y cerrar de ojos se colocaría a su altura, un gigantesco esfuerzo que contribuiría a decantar la guerra.

En el camino Rusia prácticamente desaparecería del ránking (por obra y gracia de la revolución) y Austria-Hungría se hundiría en el sumidero de la historia. En noviembre de 1918, finalizada la guerra, Estados Unidos estaba metiendo más dinero a su ejército que la suma de Reino Unido, Francia y Alemania, una pista de hacia dónde tornaría el orden geopolítico global en la resaca de la Gran Guerra. Sólo a mediados de los años veinte Reino Unido (potencia imperial) y la Rusia sumergida en una costosa guerra civil le pisarían los talones.

Sería la gran potencia euroasiática quien dominaría el escenario armamentístico en los años posteriores al conflicto. Stalin tomó una URSS anclada en el arado y la llevaría hasta el átomo, aunque para ello tuvieran que morir millones de personas y el gobierno soviético debiera invertir el doble que las tres principales potencias occidentales (Reino Unido, EEUU y Francia) a la altura de 1929. Una realidad que comenzaría a cambiar a partir de los años treinta, en el largo camino que desembocaría en la Segunda Guerra Mundial.

Alemania, desaparecida hasta entonces por obra y gracia del Tratado de Versalles, retomaría su pulso militarista con la llegada de Hitler al poder. En menos de un lustro tomaría la delantera global, superando a Rusia en 1936 e invirtiendo más que nadie hasta 1941. Es entonces cuando Estados Unidos entra en la guerra, primero en el Pacífico, y siembra los frutos que aún recoge a día de hoy. Al término de la contienda el presupuesto del Departamento de Defensa estadounidense duplica al de las otras seis naciones que le siguen (incluyendo Alemania y Japón). El precio a pagar por la bomba fue alto. 

La historia de las cuatro décadas siguientes es la de la mayor carrera armamentística que ha visto jamás la historia de la humanidad. Rusia hace frente a la potencia infinita de Estados Unidos, y comienza a abultar su presupuesto armamentístico y de defensa. La Guerra Fría genera un incentivo natural en las dos superpotencias para destinar dinero al desarrollo de nuevas tecnologías de defensa y ataque. Es en esta época cuando se registra el mayor número de detonaciones nucleares (crisis de los misiles incluida a principios de los años sesenta). La URSS tomaría la delantera en los setenta, y no la abandonaría hasta su desaparición.

Iempos Otros tiempos.

Desde entonces, Estados Unidos y muy poco más que Estados Unidos. Sólo China y Arabia Saudí han destacado durante las últimas décadas, pero siempre lejos de la potencia por antonomasia del siglo XX. 

En términos porcentuales, es interesante contrastar la información desplegada por el gráfico con el estupendo trabajo de Max Roser en Our World in Data. En su "finest hour", en plena Segunda Guerra Mundial, Reino Unido estaba invirtiendo más del 50% de su PIB en la batalla de Inglaterra. U porcentaje muy superior al de hoy en día: ningún país europeo occidental destina más del 2% a su presupuesto de Defensa, para enfado de Donald Trump. Estados Unidos alcanzó el 10% en los sesenta (NASA incluida, una barbaridad) y hoy se ubica en el 3,15%. En términos relativos, Rusia le supera: en 2016 el 5,5% de su presupuesto iba destinado al gasto militar. A nivel absoluto, una migaja de la cuantía estadounidense.

¿El futuro? Sigue perteneciendo a Estados Unidos. Su flota de portaaviones es sencillamente inigualable, y su compromiso en materia de seguridad le lleva a invertir tanto dinero en el ejército como China, Arabia Saudí, Rusia, Reino Unido, Francia, India y Alemania en conjunto.

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