Una versión anterior de este artículo fue publicada en 2018.
La humanidad necesita reducir sus emisiones de CO2. Tanto por estrictos motivos de salud pública como por la futura habitabilidad del planeta. Pese a que aún estamos (muy) lejos de conseguirlo, hay una tendencia clara: las energías renovables. Numerosos países aspiran a desprenderse de los combustibles fósiles antes de 2050, trasladando su producción de energía de las centrales térmicas a los paneles solares.
¿Buena idea, no?
El informe. A priori sí. Pero la creciente demanda de paneles podría tener una consecuencia no tan inesperada: los metales raros necesarios para su fabricación son escasos. Un informe del Ministerio de Infraestructuras de Países Bajos, uno de los muchos países que ha establecido una fecha límite para liquidar las energías no renovables, ilustra hasta qué punto la transición renovable podría morir antes de lo esperado.
Doce veces más. Para la fabricación de los paneles, baterías recargables o circuitos complejos se emplean determinados tipos de minerales como el imán de neodimio, el indio, el praseodimio o el disprosio. La demanda de todos ellos se multiplicará durante los próximos años, siguiendo el interés de muchos gobiernos por las energías renovables. Antes de 2050, podríamos necesitar doce veces más indio o siete veces más neodimio que hoy.
¿Hay tanto? El problema no surge tanto de las reservas de metales raros como del ritmo de producción. Como se explica aquí, abrir una mina y procesar los minerales lleva su tiempo. Es probable que el interés por la construcción de paneles supere en ritmo y exigencias a la viabilidad de la industria minera para encontrar, abrir y explotar nuevos yacimientos. De ser así, no sería descartable toparnos con una carencia en la oferta.
Al fin y al cabo, el informe sólo analiza una industria: la de las energías renovables. Los metales estudiados se emplean en otros sectores, dependientes de su extracción para la fabricación de toda clase de productos tecnológicos. Es probable que las previsiones del ministerio holandés se queden cortas, y que las estrecheces en la ofertas de minerales raros (y su consecuente encarecimiento) llegue antes de lo previsto.
Quién extrae. Dicho de otro modo: hay negocio. ¿Y quién lo controla? China, cuya producción de metales raros es muy superior al del resto de países involucrados en el negocio. Con lo que ello significa. De forma significativa, es China el país que con más entusiasmo ha apostado por la energía renovable, multiplicando de forma salvaje la potencia solar instalada. Su interés es puramente estratégico (y de ahí su apoyo al Acuerdo de París).
¿Qué pueden hacer todos los países que han declarado el fin de la energía fósil dentro de quince o veinte años? Por un lado, aprender a reciclar. Por otro, como analiza este artículo de The Verge, comenzar a producir. Los metales raros no son tan raros: se encuentran repartidos por todo el globo. Sin embargo, sus características químicas hacen difícil su extracción. Difícil, peligrosa y cara.
Imagen: Antonio García/Unsplash