Optimista, desafiante y con una puesta en escena bajo un formato cuidadosamente organizado, Vladimir Putin ha cerrado el año con una extensa conferencia televisiva (se extendió más allá de las cuatro horas) dirigida a la nación donde repasó toda la agenda que ha tenido lugar. El evento tuvo como temas centrales los conflictos bélicos en los que Rusia es actor principal, junto a un poco de economía de la nación y una propuesta amenazante al enemigo histórico.
Una conferencia para subir el ánimo. Como decíamos, el evento vino a cerrar el año informativo en Rusia bajo el título de “Resultados del Año con Vladimir Putin”. Además de hablar y detallar los acontecimientos, Putin incluyó preguntas seleccionadas de periodistas regionales, blogueros de guerra y ciudadanos comunes.
Siempre con un tono optimista, el presidente subrayó los avances militares, sobre todo en Ucrania y Siria, afirmando que el ejército ruso está logrando todos sus objetivos en lo que denomina “operación militar especial”. Según el líder ruso, las fuerzas están ganando territorio a diario y el cambio en el frente es “palpable”.
El no a Zelenski y “quizás” a Trump. Putin reiteró su postura de no reconocer al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, como un interlocutor legítimo y afirmó que no se plegaría ante ningún acuerdo con su gobierno. Así todo, el líder ruso expresó estar dispuesto a negociar en el futuro bajo una serie de parámetros. A saber: que Ucrania adopte un estatus neutral, no se una a la OTAN, reduzca su capacidad militar y que Occidente levante las sanciones contra Rusia.
Además, Putin descartó un alto el fuego, al menos inminente, abogando por un acuerdo que ofrezca “garantías a largo plazo”. Estas condiciones han sido rápidamente contestadas en la otra acera calificándolas de maximalistas e inaceptables por Ucrania y sus aliados. Sin embargo, Putin mostró disposición para reunirse con Donald Trump, señalando que estaría abierto a discutir propuestas de paz planteadas por la próxima administración estadounidense.
La economía rusa. Otra de las patas que se trató. A este respecto, no rehuyó a explicar que la prolongada invasión ha comenzado a pasar factura en la economía rusa. Con una inflación anual del 9.3%, el Banco Central ruso se vio obligado a elevar las tasas de interés a un histórico 21% en octubre.
Aunque Putin reconoció estas cifras como “alarmantes”, aseguró que los salarios reales y los ingresos disponibles han mostrado crecimiento, describiendo la situación económica como “estable y segura en general”.
Postura nuclear. El líder del Kremlin enfatizó esa actualización de la doctrina nuclear rusa que comentamos hace unas semanas, permitiendo de esta forma ataques preventivos en respuesta a amenazas significativas, incluso convencionales, respaldadas por potencias nucleares. También destacó, una vez más, su misil balístico Oreshnik como una muestra de la capacidad militar rusa.
Duelo de misiles. Y entonces llegó el momento estelar de la comparecencia, quizás una bravuconada, quizás no, Putin, en un tono desafiante, sugirió una idea que nadie esperaba: un “duelo de misiles” con Estados Unidos en Ucrania para demostrar la capacidad de los nuevos misiles hipersónicos rusos Oreshnik frente a los sistemas de defensa estadounidenses. Las declaraciones, qué duda cabe, reflejan esa política más agresiva y buscan consolidar la percepción de fuerza militar rusa.
Una declaración que rápidamente fue recibida con escepticismo y críticas, especialmente por Zelenski, quien calificó la propuesta como totalmente irracional. Según Putin, para este hipotético duelo ambas partes deberían seleccionar un objetivo designado en una especie de juego real donde el enclave seleccionado debe ser protegido por misiles estadounidenses frente a los rusos. "Estamos listos para un experimento de este tipo", dijo Putin.
El problema es Oreshnik. Lo contamos en el momento que se supo de la aparición del misil. Un hipotético “duelo de misiles” como plantea Putin debería explicar qué se entiende como tal para iniciar la escalada. De Oreshnik se saben cosas, pero otras muy importante no porque la propia Rusia nunca ha llegado a desvelar la capacidad real de este híbrido de combate.
La nación disparó por primera vez el misil contra la ciudad ucraniana de Dnipro el 21 de noviembre, en lo que Putin presentó como una respuesta al primer uso por parte de Ucrania de misiles balísticos ATACM estadounidenses y Storm Shadows británicos para atacar territorio ruso con permiso occidental.
Origen y diseño. Los analistas que recuperaron el misil lanzado han explicado que Oreshnik parece un misil balístico de alcance intermedio diseñado como una modificación del intercontinental RS-26 Rubezh (aunque oficialmente descontinuado en 2018, el Pentágono sugiere que el diseño se retomó parcialmente). En este caso, Oreshnik tiene un alcance máximo de hasta 5.500 kilómetros, suficiente para cubrir la mayor parte de Europa, pero inferior al alcance global del Rubezh.
Además, presenta diferencias físicas, como un menor diámetro, lo que sugiere adaptaciones para objetivos más cercanos. Aunque no deja de ser teoría, si hacemos caso a su similitud con el RS-26, este último fue desarrollado a partir de 2008 por el Instituto de Tecnología Térmica de Moscú, un misil balístico de combustible sólido, móvil y de rango intermedio (IRBM). Derivado del RS-24 Yars, medía aproximadamente 12 metros de largo con un diámetro cercano a los 1.8 metros. Aunque en pruebas alcanzó rangos intercontinentales, esto solo fue posible con cargas ligeras, lo que lo limitó a rangos intermedios con cabezas nucleares o convencionales. De nuevo, en base a ello, podemos hacernos una idea del alcance de Oreshnik.
Capacidad. Oreshnik puede portar hasta seis ojivas, cada una equipada con submuniciones. Este diseño es inusual para misiles balísticos de largo alcance, pero los analistas sugieren que aprovecha tecnologías existentes, optimizando su eficacia sin necesidad de rediseños completos. Dicho esto, y aunque el reciente ataque en Dnipro no causó muertes y los daños a la fábrica fueron limitados, el impacto demuestra la capacidad destructiva del misil, incluso con ojivas inertes, gracias a la velocidad con la que descienden.
La guerra y el impacto en la nación. La propuesta/desafío/bravuconada de Rusia hay que entenderla en el contexto del evento, y es de suponer por sentido común que jamás se podría llevar a cabo un duelo de misiles. Pero la simple idea si parece tener un mensaje de fondo claro. El uso de Oreshnik no solo busca ventajas en el campo de batalla, sino también proyectar la resiliencia de la industria militar rusa frente a las sanciones occidentales. El misil, el de mayor alcance usado en Europa, subraya la intención de la nación de demostrar su superioridad tecnológica y su disposición a escalar el conflicto si fuera necesario.
Por cierto, Putin terminó la maratón televisiva admitiendo que la invasión en Ucrania ha cambiado su perspectiva personal, indicando que ha perdido el sentido del humor y rara vez ríe. Además, defendió su decisión de iniciar la guerra en 2022, argumentando que evitó un colapso nacional y que, de haber tenido la oportunidad, habría comenzado la ofensiva antes y con mejor preparación. Para el líder, la operación no solo salvó a Rusia, sino que la alejó del “borde del abismo".
Imagen | Global Panorama, National
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