“La Antártida no es un continente unificado, sino un gigantesco muro de hielo, como cuentan en Juego de Tronos, que rodea los continentes de la Tierra”. De esta frase hace ya unos años. Era Mark Sargent, youtuber y terraplanista, en el comienzo del documental de Netflix Behind the Curve sobre este “curioso” grupo que cree que el planeta está cubierto por una gigantesca cúpula, con el sol y la luna girando en círculos sobre nuestras cabezas. Años después, un grupo de “intrépidos” decidió dirigirse directamente al centro del meollo para demostrar de una vez por todas que la humanidad se equivoca. No ha salido como esperaban.
Resolver un debate infundado. Un grupo de 24 terraplanistas y 24 defensores de la Tierra esférica emprendieron un viaje a la Antártida, liderados por el pastor Will Duffy, con el objetivo de confirmar que la Tierra era efectivamente plana. Apodado como “El Experimento Final”, la expedición se centró en comprobar la existencia del sol de medianoche, un fenómeno conocido causado por la inclinación axial de la Tierra.
Según los terraplanistas, la presencia de este fenómeno pondría fin al debate sobre la forma del planeta. Sin embargo, al llegar a la Antártida, se encontraron con lo que ya es ampliamente aceptado: el sol de 24 horas es real, lo que refuerza la evidencia de que la Tierra es redonda.
Reacciones y contradicciones. Qué duda cabe, fue un jarro de agua fría. Jeran Campanella, un influencer terraplanista (los hay), admitió en un video posterior al viaje que había estado equivocado, al afirmar inicialmente que el sol de medianoche no existía.
El resultado contradice otra vez los argumentos centrales de la teoría terraplanista, que ya de por sí se enfrenta a todo tipo de críticas por su resistencia a la ciencia y su interpretación literal extrema de textos religiosos. A este respecto, la teoría ha sido impulsada por figuras políticas conservadoras de Estados Unidos como Candace Owens y Tucker Carlson, quienes han utilizado su plataforma para apelar a audiencias religiosas y escépticas de la ciencia.
No hacía falta ir tan lejos. Lo cierto es que averiguar si la Tierra es esférico no necesita de un viaje de miles de kilómetros. En realidad, todo lo que hace falta es un palo, y lo sabemos desde hace más de 2.220 años, cuando Eratóstenes, matemático, astrónomo y geógrafo griego, realizó uno de los experimentos más fascinantes y simples de la historia demostrando la curvatura de la Tierra.
Siendo director de la Biblioteca de Alejandría, descubrió en un papiro que en Siena (actual Asuán) los rayos del Sol caían perpendicularmente el 21 de junio al mediodía, de modo que un palo vertical no proyectaba sombra, algo que también se podía observar en el reflejo del Sol en un pozo. Esto le dio una idea.
El experimento de Alejandría. Intrigado por el fenómeno, Eratóstenes decidió realizar una observación similar en Alejandría, ubicada a unos 800 kilómetros al norte de Siena. Allí, el mismo día y a la misma hora, notó que un palo vertical sí proyectaba una sombra definida. La discrepancia lo llevó a una pregunta fundamental: ¿cómo era posible que en un lugar no hubiera sombra y en otro sí, al mismo tiempo?
Eratóstenes dedujo que la única explicación era que la superficie terrestre estaba curvada. Calculó que el ángulo de la sombra en Alejandría era de 7 grados y, utilizando este dato junto con la distancia conocida entre ambas ciudades, estimó la circunferencia de la Tierra con una precisión asombrosa para su época. Además, el experimento no solo refutó la idea de una Tierra plana, sino que también le permitió deducir la inclinación del eje terrestre y establecer conceptos clave en geografía como paralelos y meridianos.
Y luego llegó Sagan. Finalmente, muchos siglos después, Carl Sagan revivió este experimento en su icónico programa Cosmos, mostrando cómo un simple palo y una observación cuidadosa bastaban para demostrar que la Tierra es esférica. Con su estilo inigualable, Sagan ilustró cómo este descubrimiento cambió nuestra comprensión del mundo y, qué duda cabe, diríamos que sigie siendo una refutación elegante y contundente a cualquiera de las teorías terraplanistas.
Por cierto, además del famoso experimento, Eratóstenes dejó un legado notable: calculó la distancia entre la Tierra y el Sol, propuso el año bisiesto para corregir desajustes en el calendario y creó el primer mapa del mundo con paralelos y meridianos. Su trabajo no solo marcó un hito en la ciencia antigua, sino que demostró el poder del pensamiento crítico y la observación científica, poniendo fin a especulaciones infundadas hace más de dos milenios. Menudo genio.
Imagen | Roderick Eime
En Xataka | Para el terraplanismo, explicar los eclipses no es un reto: es una oportunidad
En Xataka | Los terraplanistas no levantan cabeza: Mike Hughes vuelve a fracasar con su cohete artesanal
Ver 14 comentarios