Pese a la larga ascendencia de algunas de ellas, las fronteras que dominan el mundo hoy en día no tienen nada de orgánicas. La mayor parte de ellas son constructos artificiales fruto del azar histórico o político, no tanto de los usos artificiales o geográficos. Esto es especialmente evidente en continentes nuevos, colonizados, donde el nacimiento de los estados se remonta a un puñado de décadas en el tiempo y donde las administraciones de la época se limitaron a trazar líneas y ángulos rectos.
Lo que no significa que no sea posible diseñar un mundo plagado de fronteras naturales, más en consonancia con los espacios y territorios donde se da cierta continuidad económica o social. Lo vimos en su momento a cuenta del mapa hiperracional que la administración napoleónica trato de imponer en España durante la breve ocupación francesa de principios del siglo XIX. Siguiendo la doctrina revolucionaria, la misma que arrasó con las regiones históricas de Francia para crear los departamentos aún vigentes hoy, el imperio trató de dividir a España en base a sus ríos, cabos y montañas. Sus provincias iban a tener ese nombre.
La caída de Napoleón acabó con aquel proyecto. Cuando el estado liberal se dispuso a dibujar las actuales provincias lo hizo teniendo en cuenta criterios más políticos o históricos que naturales. Ahora bien, pudo haber sido de otro modo. Aquel viejo sueño de UPyD llamado "Ebrorregión" tenía sentido económico y social, si bien carecía de fondo político e identitario. El valle del Ebro ordena similares usos económicos desde Miranda hasta el delta, por más que se reparta en cinco comunidades autónomas distintas. Más orgánico es el Duero (propiedad exclusiva de Castilla y León) y más evidente es este proceso en el Guadalquivir.
Si nos asomamos a Europa observaremos los mismos patrones. En algunos ríos, como el Po o el Ródano, es muy evidente, dado que transcurren íntegramente por un mismo país (Italia y Francia respectivamente). Pero en otros no tanto. Por más que el Rin se reparta entre Francia y Alemania, escenario de tantos conflictos entre las dos naciones históricas más poderosas de Europa Occidental, sus habitantes, su economía y sus tradiciones culturales no son tan dispares como el capricho fronterizo haría pensar. Otro tanto se puede decir del Danubio (aunque en menor grado). Los ríos forman regiones humanas naturales aunque las fronteras vayan por otro lado.
De ahí que contemplar un mapa de las cuencas hidrográficas resulte tan interesante, por lo que tiene de conectividad entre distintas regiones separadas sobre el papel por regiones dispares. Es la idea que ha propulsado esta pequeña cartografía de u/CountZapolai en Reddit. Partiendo de los treinta ríos más largos del planeta (que no los más caudalosos, muy distintos), ha dibujado países a partir de sus cuencas hidrográficas. El resultado pasa por encima de cualquier país que exista hoy en día. El mundo visto desde sus ríos ordenaría una geopolítica distinta.
Empezando por Europa, donde destaca el Danubio. Ningún estado moderno sigue sus líneas, pero sí lo hizo una vez una entidad tantas veces ridiculizada desde su extinción: el Imperio Austrohúngaro, o las tierras dominadas por los Habsburgo durante siglos. Había menos determinismo en su desaparición de lo que los vencedores de la Primera Guerra Mundial contaron al resto del mundo, aunque esa sea una batalla ya perdida. Lo cierto es que la cuenca del Danubio calca en buena medida las últimas fronteras del imperio. Un paralelismo próximo que ayuda a entender su lógica política: el Volga en Rusia. Su cuenca hoy parece incrustada por lógica en un mismo país, pero no fue así hasta mediados del siglo XVI.
Las cuencas hidrográficas ayudan a comprender regiones enormes cuyas dimensiones y lógicas históricas se nos escapan por desproporcionadas. Siguiendo con Rusia: es más sencillo entender la enorme extensión de terreno que supone Siberia, en nuestra imaginación siempre una masa uniforme cultural y geográfica, a través de sus grandes ríos, algunos de los más largos e imponentes del mundo. Sucesivamente: el Ob-Irtysh, el Yenisey y el Lena. También el Amur, en el impás entre Rusia y China. Similar ejemplo vale para el gigante asiático, cuya lógica geográfica y social se entiende mejor a través del Huanghe y el Yangtzé, principalmente.
¿El crisol de idiomas y culturas que es la India? Más intuitivo si lo ordenamos en torno al Ganges. El Indo tiene trampa porque Pakistán, el país donde termina desembocando, es tremendamente tramposo desde un punto de vista fronterizo (surgió del capricho delineante de la burocracia imperial británica y a partir de él se entienden mejor sus problemas actuales, los suyos y los de Afganistán). Caminando hacia el oeste nos topamos con la cuenca hidrográfica quizá paradigmática del poder de los ríos creando comunidades humanas: el Tigris y el Éufrates. Explicar Mesopotamia y el nacimiento de la civilización moderna es imposible sin entender el rol que sendos ríos jugó en Oriente Medio durante siglos.
Las cuencas son también útiles en África. Más allá de los múltiples países que componen el continente hay realidades culturales y económicas tangibles, como la que rodea al Níger en el África Subsahariana o la vertebrada por el Nilo desde los grandes lagos del centro continental hasta Egipto. Lo mismo para el Congo, aunque aquí sí hay un país que mimetiza gran parte de su cuenca (si bien de forma imperfecta).
Y lo mismo podemos decir de América. En el sur, el Amazonas ha funcionado históricamente como una gran unidad económico-social-cultural. Y a día de hoy lo sigue haciendo por más que las fronteras hayan fragmentado su cuenca: casi todas las poblaciones se alejan de la selva y se concentran en el altiplano andino, repitiendo un patrón poblacional desde Colombia hasta Bolivia. En el norte el Mississippi ejerce una función similar, aunque las bondades climáticas de la región permiten habitar su cuenca de forma regular y transversal. No obstante existen particularidades históricas, económicas y culturales afines a la cuenca que a día de hoy sirven como región divisoria dentro de Estados Unidos.
Lo que dibujan las manchas esparcidas por los continentes de las cuencas hidrográficas es un hipotético (e imposible) mundo político gestado a partir de fronteras más naturales. Uno que sirve para entender mejor las semejanzas en la diversidad de muchos países y culturas. Suele haber un río que las explica a todas.