Cinco millones de kilómetros cuadrados avalan al Amazonas como la masa boscosa más relevante de la Tierra. El futuro del globo depende en gran medida de su destino: sus árboles almacenan alrededor de 100.000 millones de toneladas de CO2, diez veces más de lo que la humanidad en su conjunto es capaz de emitir en un año (un ritmo que, por cierto, sigue sin decrecer). Pues bien: el cambio climático lo está modificando sustancialmente.
Y no a mejor.
¿Qué? Un reciente estudio de la Universidad de Leeds ha tratado de averiguar qué está pasando en el interior del Amazonas. Qué está siendo de sus ecosistemas una vez los efectos del cambio climático se han hecho evidentes. Y la primera respuesta es casi intuitiva: se está volviendo un bosque más seco. A consecuencia de las sequías, los árboles menos dependiente de la humedad están imponiéndose a aquellos peor preparados para la sequedad.
¿Es malo? Es un cambio. El estudio constata una dinámica: el Amazonas cada día adolece de mayores periodos secos, más drásticos y prolongados. Por lógica, los árboles más adaptados a tales condiciones prevalecerán. El problema, explican los investigadores, es el ritmo: el Amazonas se está adaptando al cambio climático (es decir, está sobreviviendo) pero lo está haciendo a un ritmo demasiado lento. No puede igualar los drásticos cambios.
Los árboles más aptos para las condiciones húmedas mueren, pero no están surgiendo los suficientes adaptados a las condiciones secas para sustituirlos.
¿Cómo afecta? Es una incógnita. El Amazonas es demasiado grande como para evaporarse o cambiar sustancialmente de la noche a la mañana, pero sabemos que está mutando. A las duras sequías cada vez más prolongadas hay que sumar periodos húmedos más violentos. Su equilibrio tradicional se está rompiendo, y las inundaciones masivas (y destructivas, muy lesivas para la flora local) serán más frecuentes.
¿Y al bosque? De forma paralela, el estudio ha constatado otra dinámica. Los árboles se están imponiendo a otras especies vegetales más pequeñas. Al ocupar el techo del bosque, se ven beneficiados de forma directa por la ingente cantidad de CO2 que emitimos día a día, combustible para su crecimiento. Esto está perjudicando a especies que viven en las escalas más inferiores del ecosistema y que se ven encorsetadas por los árboles.
Entre los árboles, además, hay un ganador claro: los "pioneros", especies que, como la Cecropia, crecen más rápido que otras y aprovechan los espacios dejados por otros árboles muertos.
El efecto. A largo plazo, las dinámicas internas del Amazonas se están alterando, lo que alteraría de forma sustancial la realidad del bosque y nuestro conocimiento sobre él. Es uno de las muchas amenazas que afronta el Amazonas: la otra proviene de la mano humana, ya sea a través de la minería, de la extensiva ganadería o de la agricultura. La elección de Bolsonaro como presidente de Brasil no augura nada positivo.