A Sito Miñanco no le cabía la energía en el pecho, y sus múltiples detenciones a lo largo de las últimas tres décadas jamás impidieron que continuara su actividad empresarial, puro entrepreneurship, ya fuera dentro o fuera de la cárcel. La última data de fechas tan recientes como 2018, cuando la Guardia Civil volvió a apresarle por su papel al frente de una extensa red de narcotráfico que operaba desde Algericas. Cinco toneladas de cocaína rubricaron su caída.
Fue un timing impagable: el penúltimo regreso a los titulares de Miñanco, cuyo nombre real es José Ramón Prado Bugallo, coincidió con dos acontecimientos que le consagraron como figura popular antes que como personaje histórico. El primero, Fariña, el libro escrito por Nacho Carretero que repasaba décadas de actividad narcotraficante en Galicia, puerta de entrada a la mayor parte de la cocaína consumida por Europa, y que fue retirado y regresado a las librerías tras la denuncia de uno de los alcaldes citados en sus páginas.
El segundo fue Fariña, la serie. Basada en el libro, sigue las aventuras del Sito Miñanco, un hombre que ha alcanzado en Galicia un grado de mitología comparable al de Pablo Escobar en Colombia o el Chapo Guzmán en México. Miñanco fue un criminal, lo sigue siendo, pero uno surgido de una humilde familia de pescadores que construyó un emporio a fuerza (bruta) de intuición y olfato. Un hombre hecho a sí mismo.
Todas las circunstancias de Miñanco, carismático hombre empeñado en trabajar codo con codo con su subalternos y en dirigir las operaciones en primera persona, causa de su particular desgracia policial, confluyeron para que Galicia le dedicara su particular rincón de mitología pop. Más allá de Fariña, Miñanco llevaba años siendo una suerte de icono gracias a la canción 'TeknoTrafikante (Sito Miñanco Preso Político)' de Os Papaqueixos, publicada en 1999.
De letra inconcebible (mezclando euskera, italiano y gallego), el mensaje era claro: "Sito Miñanco, preso político", un motto que encaja bien con la larga historia de irreverencia musical gallega inaugurada en su día por Siniestro Total y seguida con acierto por tantos y tantos grupos, desde Golpes Bajos hasta Cuchillo de Fuego, pasando por Triángulo de Amor Bizarro. Una canción que elevaba al altar de la sordidez, tan gallega, a Miñanco, y que descomponía por completo la idea de "preso político".
Populachero y narcocorrido gallego
Por aquel entonces las cárceles españolas estaban repletas de presos de ETA cuyos movimientos políticos afines definían como "presos políticos". No eran criminales, sino víctimas de su ideología, según sus defensores. Por ahí quizá se explique el "aurrera" de la canción. ¿Y el italiano? La conexión original de Miñanco era Colombia-Galicia-Sicilia (operaba hasta el final de sus días, se cree, también en Italia y Albania), lo que explicaría la elección idiomática. Sea como fuere, la canción se convirtió en un hit en Galicia al poco de ser lanzada, y a día de hoy aún suena regularmente en los bares de turno.
El guiño humorístico terminó por absorber a la propia figura de Miñanco, cuyas continuas actividades (ya sea desde la cárcel o en tercer grado desde Algeciras) le permitieron mantener el control de la cocaína. Hombre de la calle y populachero (se ocultaba poco y llegó a presidir su particular equipo de fútbol, el Deportivo Cambados que casi llega a 2ª División), Miñanco regó de dinero a sus afines y, como tantos otros narcos, a los pueblos y las comarcas desde la que operaba, lo que contribuyó a elevar su popularidad a pie de calle.
Para redondear el mito, cuenta la leyenda que Sito Miñanco solicitó declarar frente al juez en gallego, y que al serle denegada la petición tuvo que hacerlo en castellano. Tan trivial anécdota se convirtió en una leyenda urbana suficiente para aupar a Miñanco a los altares del galleguismo bizarro. La anécdota abre la canción 'Teqnopresidente 2.0', homenaje años después a la canción de Os Papaqueixos y a la foto de Feijoo, presidente del PP, con Marcial Dorado, otro célebre narco gallego.
Y en qué lugar sino en Galicia podría haber surgido una réplica bastarda y paródica de los múltiples narcocorridos de Sinaloa y el norte de México dedicados a glosar la vida y la cultura del narcotraficante. Fue en Galicia donde la actividad criminal hilada al tráfico de sustancias alcanzó su apogeo a mediados de los ochenta, merced del monopolio tabacalero del Estado que propició el contrabando de cajetillas americanas, y que se transformó posteriormente en un emporio de la fariña directamente ligado a los cárteles colombianos para la venta de cocaína en Europa.
El proceso continúa a día de hoy, como ilustra este reportaje de La Voz, y Galicia (y la ría de Arousa) continúa siendo un epicentro de la distribución de cocaína en el viejo continente, un consumidor tan goloso para los productores como Estados Unidos. Es allí donde llegan las miles de toneladas anuales escondidas en el doble fondo de los cargantes o en los barcos fletados por los propios narcos. Y es allí donde Miñanco, mal que bien, sigue siendo el mayor y, a su modo, más admirado narcotraficante de la historia de España.
En Xataka | El último grito entre los narcotraficantes son los drones submarinos. Y los están fabricando en España
*Una versión anterior de este artículo fue publicada en marzo de 2018