De confirmarse las peores previsiones sobre el aumento de las temperaturas a corto plazo, la Tierra podría quedar hecha un erial. Desiertos por doquier, inundaciones en llanuras aluviales causadas por el aumento del nivel del mar, sequías espantosas y la liberación de tanto permafrost como pueda albergar la taiga ártica.
Necesitamos soluciones y las necesitamos ya. Una de las opciones pasa por reducir las emisiones de dióxido de carbono de la atmósfera, acordada en París y posiblemente insuficiente. Otras son bastante más creativas, y hay una de particular brillantez: dado que quizá no dejemos de emitir, ¿por qué no succionar el CO2 que generamos?
Tal fue la pregunta que se lanzaron a sí mismos los creadores de Climeworks, una empresa radicada en Suiza cuyo principal hallazgo tecnológico es una gigantesca aspiradora de CO2. Fundada por Jan Wurzbacher y Christoph Gebald en 2009, la start-up ha inaugurado hace algunos meses su primera máquina-succionadora en un pequeño pueblo cerca de Zurich. Y es el primer y modesto paso para un plan a escala global.
Si no puedes reducir el CO2, cómetelo
Su funcionamiento es relativamente sencillo. La gigantesca máquina, similar a un colector, succiona el aire a través de tres contenedores enormes que alojan seis filtros colectores en su interior. El aire entra, los filtros seleccionan las partículas de CO2, permiten que el aire limpio salga de nuevo a la atmósfera y se guardan en pequeñas cajas el preciado dióxido de carbono. No lo eliminan, sino que lo almacenan.
He aquí la clave de Climeworks: aunque su principal y pomposa función sea la de "limpiar el aire de CO2" en realidad abren una vía de negocio. Como sus propios fundadores cuentan a Fact Company, el dióxido de carbono es útil para diversas empresas. Por ejemplo, un invernadero de los alrededores les compra el CO2 almacenado para acelerar artificialmente el crecimiento de sus hortalizas y verduras, devolviendo el dióxido al aire.
El futuro comercial de la planta es bastante viable si tenemos en cuenta que no sólo grandes productores agrarios podrían estar interesados en la compra de CO2. Audi, sin ir más lejos, ha colaborado en el desarrollo de la máquina, la primera de su especie, y desde Climeworks se cree que el CO2 almacenado puede ser una excelente materia prima para el desarrollo de diversos productos.
Por ejemplo, en la industria de las bebidas energéticas o refrescantes. Todas ellas necesitan de algún tipo de "gas" creado a partir de CO2 que en la actualidad se extrae de fuentes no renovables y potencialmente perjudiciales para la salud, según Climeworks, como el generado en la potente industria química mundial. El invento permitiría carbonatar las bebidas transportando un "gas" no dañino a precios sostenibles.
Lo mismo cuentan para los ya citados invernaderos o para las industrias energéticas o manufactureras. La combinación de su dioxido de carbono con hidrógeno proveniente de generadores eólicos o hidráulicos permitiría generar hidrocarburos renovables (en el sentido de que no serían limitados, como las fuentes actuales de gas natural o petróleo). Estos podrían ser utilizados por aviones o automóviles (y el CO2 que emitieran reutilizado de nuevo por sus propias máquinas).
Las soluciones anteriores, naturalmente, tienen un propósito comercial, pero la planta de Climeworks también puede servir de forma eficaz para eliminar el dioxido de carbono sobrante del aire, reduciendo el calentamiento global.
Un proyecto muy, muy ambicioso
Según sus creadores, la idea a largo plazo es contar con centenares o millares de máquinas semejantes a la ya existente en Zurich para contribuir a retirar los 10 millones de toneladas de dioxido de carbono que la humanidad necesita combatir si no quiere que su planeta se convierta en un Mad Max eterno. Es un objetivo extremadamente ambicioso y tendría, como hemos visto, beneficios para algunas industrias.
En especial para aquellas que necesiten reducir emisiones a toda costa, que podrían contratar sus servicios para quitar el dióxido de carbono que viertan sus grandes fábricas.
La idea es naturalmente exagerada si pensamos en el volumen de colectores que Climeworks necesitaría para contrarrestar el 1% de las emisiones globales: 750.000. La cifra la aportan ellos mismos y es quizá el ejemplo más evidente de cómo, con la tecnología actual y con las máquinas diseñados por ellos, la posibilidad de retirar el CO2 que emitimos es un detalle nimio en proporción a la ingente cantidad que emitimos.
Lo interesante, sin embargo, es la idea, el proyecto, la posibilidad y la solución real de combatir el cambio climático no acudiendo a sus causas (la emisión de CO2) sino a sus consecuencias directas (hay mucho: quitémoslo y reutilizémoslo). Aunque la industria global necesitará reinventarse a una escala mucho mayor para evitar el temido aumento de las temperaturas de más de 2º C, ideas como Climeworks quizá espoleen otras de igual o mayor utilidad.
Esperamos que lleguen a tiempo.