He aquí una historia típicamente australiana que no implica el protagonismo de animales que desean matarte: un tren cargado de mena de hierro, las rocas y minerales de los que se extrae el hierro, ha pasado más de 90 kilómetros funcionando sin conductor al frente. Cincuenta minutos después, la compañía de ferrocarriles australiana logró descarrilarlo desde Perth, a más de 1.500 kilómetros del lugar de los hechos, sin que hubiera que lamentar heridos.
Sí habrá que lamentar consecuencias económicas. El tren en cuestión, cuatro locomotoras, más de 268 vagones cargados hasta arriba de mena de hierro, lo operaba el gigante minero BHP. Es el tercer productor mundial de este material esencial para la industria siderúrgica en todo el mundo, y la línea en la que se ha registrado tan surrealista suceso conecta las principales vetas de Pilbara con el puerto estratégico de Port Hedland.
¿Pero cómo ha podido suceder algo así? Que los trenes caminen a la deriva no es algo extraordinario, pero que lo hagan durante tanto tiempo y a más de 100 kilómetros por hora sí. Al parecer, el operario en cuestión se bajó de la cabina a las 04.00 de la madrugada del pasado lunes para comprobar que todos los vagones estaban en su sitio. De algún modo, el tren comenzó su alocada huida hacia adelante en ese momento.
No cuesta imaginar la cara del maquinista al observar a tan gigantesco aparato perderse por el inmenso horizonte australiano. La región de Pilbara es uno de los muchos rincones remotos de la geografía australiana, con la particularidad de ofrecer las mayores reservas de mena de hierro del país. Es un vivero para la gran industria minera, que opera trenes mastodónticos hasta los puertos del oeste australiano con el objetivo de exportar su carga.
Los trenes cubren distancias gigantescas en medio de la nada. De hacerlo en los escasos entornos urbanos de Australia supondrían un gran peligro. No en vano, el tren fue descarrilado bruscamente y de forma remota gracias a un sistema instalado en los raíles de la infraestructura ferroviaria. Ante la imposibilidad de frenarlo de forma paulatina, el accidente debió ser apoteósico, provocando la pérdida de toda la carga dirección Port Hedland.
Tan es así que las posteriores imágenes de la desolación tras la batalla han dado la vuelta al mundo. El tren es ahora un amasijo de hierro en los laterales de la vía, totalmente destrozada. Alrededor de kilómetro y medio de infraestructura ha quedado reducida a polvo, lo que paralizará las operaciones de BHP durante, al menos, una semana. La compañía espera seguir exportando con las reservas que acumula en el puerto.
Escasez de hierro mundial
¿Serán suficientes? Por un lado sí. La carga que transportan los trenes industriales de Pilbara es increíble: alrededor de 30.000 toneladas en un sólo viaje. Pero el montante también ilustra lo voraz del la demanda internacional. Durante la próxima semana BHP no podrá llevar trenes a su puerto, lo que podría favorecer cierta escasez en el mercado y una repentina subida de los precios globales del hierro. Todo por un tren a la carrera.
Según explican algunos expertos a Bloomerg, el incidente podría retirar alrededor de 6 millones de toneladas métricas de mena de hierro del negocio. Unido a ciertas políticas recientes de China, uno de los grandes demandantes del material del planeta, es probable que su valor se dispare. Para BHP es un palo importante: desde Port Hedland exporta lo extraído en sus enormes minas a China y Japón, un negocio que representa el 40% de sus beneficios.
Por fortuna para la industria siderúrgica, BHP no es la única empresa operando en Pilbara, región desértica (como tantas otras en Australia) rica en minerales. Desde Port Hedland también operan Fortescue Metals o Roy Hill Holdings, haciendo del puerto el líder mundial del hierro con un volumen de alrededor de 519 millones de toneladas métricas anuales. Las imágenes aéreas de la instalación, de intenso color rojizo, son alucinantes.
Como en general cualquier historia que involucre la palabra "Australia". Un accidente así, de tamaña magnitud, sólo es posible en un país de proporciones incomparables prácticamente deshabitado en su interior. El plano desierto australiano disfruta de otros hitos reseñables a nivel ferroviario: el tren más largo jamás ensamblado (precisamente dirección Port Hedland y transportando minerales, 7 kilómetros de vagones, 80.000 toneladas de carga) y probablemente la recta más larga jamás diseñada y producida por el ser humano.
Y ahora llega la pregunta del millón: ¿no hay alguna tecnología capaz de impedir que un tren se dé a la huida por accidente? La respuesta es sí, como analizan en Wired: los sistemas de Positive Train Control, ya utilizados en otras partes del mundo, hubieran permitido a BHP frenar su tren en cuanto se hubiera notificado la ausencia de conductor. No habría perdido miles de toneladas de mena de hierro y tampoco habría volado por los aires su ferrocarril.
Imagen: Peter Boer/Flickr