Sus posibilidades caldean la imaginación de ingenieros, arquitectos y políticos desde hace unas cuantas décadas, pero el proyecto de túnel submarino España-Marruecos es de momento solo eso, un proyecto. Pude que no siempre sea así. Puede incluso que ya se haya dado el paso clave para que la idea salga al fin de los cajones y algún día suture un estrecho con alto valor estratégico.
Al menos eso invita a pensar el último movimiento del Gobierno.
Una inyección de 750.000 euros. Difícil impulsar un proyecto de la envergadura del túnel España- Marruecos sin fondos, así que eso es precisamente lo que ha decidido hacer el Gobierno español: inyectarle dinero. No una gran partida, pero sí significativa. Los Presupuestos Generales que acaba de presentar el Ejecutivo para 2023 reseñan 750.000 euros para el estudio de un túnel ferroviario entre ambos países bajo el Estrecho de Gibraltar. Aunque no es la primera vez que lo hace —es el segundo año consecutivo en el que se consigna la partida—, ha generado cierta expectación.
Y también algo de retórica. Así es. Tan o incluso más interesante que la cifra es la retórica que la acompaña. En las cuentas públicas se apunta que la traspaso de capital a SECEGSA —la sociedad española adscrita al Ministerio de Transportes encargada de promover el proyecto— “supondrá el paso definitivo y necesario para estar en disposición de iniciar los procesos de construcción de la obra”. elDiario.es señala incluso que la empresa estatal habla de “relanzamiento” desde 2021.
¿Cómo interpretar la asignación? He ahí la gran cuestión. La consignación de 750.000 euros reflejada en las cuentas estatales de 2023 ha despertado un interés considerable, pero es importante tener presentes varios factores importantes. El primero, por supuesto, es que lo que de momento es un proyecto son los propios presupuestos generales, que deben recibir el plácet parlamentario. Otra clave se la ha aportado a El País el Ministerio de Transportes, que han querido rebajar el tono.
El departamento de Raquel Sánchez recuerda que la misión de SECEGSA es la “realización de estudios, nunca obras”, para las que además serían necesario un acuerdo con su homóloga en Marruecos, la Société Nationole d´Études du Détroit (Sned). El ministerio recalca que el túnel es un plan “a muy largo plazo” y su construcción requeriría un nuevo acuerdo con Rabat.
Objetivos a corto y medio plazo. Hay algunas señales para el optimismo, en cualquier caso. La primera es que en el Plan de Recuperación se incluyó la actualización del anteproyecto de conexión trazado hace ya 15 años. La segunda es significativa y la avanza El País, a quien Transportes apunta un “objetivo realista a corto-medio plazo” para el dinero que se invierte ahora: “La construcción de una galería de reconocimiento que permita identificar características geomecánicas”.
Para sacarla adelante sería necesario el plácet de las autoridades marroquíes y su construcción llevaría al menos un lustro, pero la obra presentaría alguna que otra "ventaja" valiosa más allá de los datos técnicos que pueda aportar de cara a un túnel submarino. Podría aprovecharse para "trasladar por ella otros activos, tales como fibra óptica o líneas de energía de alta tensión". La idea se pondrá sobre la mesa en noviembre, cuando se reúnan los representantes de SECEGSA y Sned.
¿Y al otro lado del estrecho, en Marruecos? En abril de 2021 los ministros de Transportes de España y Marruecos abordaron durante una videoconferencia la posibilidad de revitalizar el proyecto. El escenario era entonces complejo. Primero por la presencia de otro actor en el tablero, Reino Unido, que habría mostrado su interés en un subterráneo que enlace con Gibraltar; segundo, por que las relaciones entre Madrid y Rabat se enturbiaban poco después por el caso Brahim Ghali, lo que pareció alejar, al menos de forma temporal, cualquier hipotética conexión en el estrecho.
Tiempo después y tras el cambio de postura de Pedro Sánchez en lo que se refiere al Sáhara Occidental —un giro que favoreció un nuevo clima entre ambos países—, la prensa de Marruecos apuntaba un futuro esperanzador para el megatúnel del Estrecho de Gibraltar. En junio el periódico Assabah aseguraba que la infraestructura podría beneficiarse del futuro gasoducto entre Nigeria y Marruecos. Algunos medios llegaron a apuntar incluso que las obras comenzarían ya en 2030.
El contexto, fundamental. Difícil entender el atractivo, interés y posibilidades del megatúnel sin tener en cuenta su contexto. La decisión del Gobierno de consignar fondos en los Presupuestos llega meses después del cambio de postura de Moncloa ante el conflicto en el Sáhara Occidental, lo que generó molestia entre el Frente Polisario y Argelia, pero facilitó que se normalizaran unas relaciones hasta entonces tensa con Rabat. La segunda clave es el escenario de crisis energética.
La lectura en clave energética. Marruecos disfruta de una posición estratégica como puerta a Europa y un potencial envidiable para las energías renovables, con cerca de 300 días de sol anuales, zonas desérticas y un amplio litoral con miles de millas marinas a su disposición. En otras palabras: un escenario más que notable para beneficiarse de la energía fotovoltaica y la eólica offshore.
A Europa no le ha pasado inadvertido su potencial como socio y suministrador, de hecho ha financiado parte de la megaplanta solar de Noor Quarzazate, de 3.000 hectáreas. Tampoco lo ha hecho en Inglaterra, donde la empresa Xlinks ha lanzado el ambicioso proyecto Marruecos-Reino Unido: generar electricidad con una potencia total de 10,5 GW a partir del sol y viento en Guelmim Oued Noum, Marruecos, para combinarla con un sistema de baterías y un gigantesco cable submarino de 3.800 kilómetros que le permitirá exportar energía a Reino Unido.
Rabat también dispone de una hoja de ruta para el desarrollo de hidrógeno verde y su papel se vuelve aún más interesante con el futuro gasoducto entre Nigeria y Marruecos, que acaba de recibir el respaldo de ambos países y CEDEAO, la Comunidad Económica de Estados del África Occidental. El conducto transcurrirá a lo largo de 7.000 kilómetros y 13 países, suministrando gas y creando una interesante ruta para la exportación a Europa al conectarse con el Gasoducto Magreb Europa.
Una infraestructura histórica. ¿Y cuál es el objetivo final? ¿En qué consiste exactamente el subterráneo entre España y Marruecos? El proyecto lleva bastante tiempo sobre la mesa, tanto, de hecho, que los planes de enlazar ambos territorios se remontan ya a la segunda mitad del siglo XIX. Desde entonces se han barajado diferentes opciones que intentaron definirse con sondeos.
El resultado es una propuesta de trazado entre dos terminales separadas por 42 km con un subterráneo de 38,5, gran parte de él (28 km) en un tramo sumergido. Para el recorrido los técnicos optaron por el tramo menos profundo, entre Punta Paloma y Punta Malabata. Por las canalizaciones transcurriría tráfico ferroviario convencional y de alta velocidad, vehículos ligeros y pesados.
Imágenes: SECEGSA y José Rambaud (Flickr)