No está siendo una buena temporada para el Ibex 35, y con los últimos cambios en el sector textil, y el buque insignia empresarial de nuestro país ha perdido, al menos parcialmente, el liderazgo que durante tanto tiempo ocupó.
Inditex perdió el trono por capitalización bursátil: como se acaba de anunciar en los medios salmón, las acciones de Fast Retailing, la matriz propietaria de Uniqlo, cerraron el martes en 10.8 millones de yenes, 84.456 millones de euros al cambio. Inditex cerró ese mismo día a 81.700 millones de euros.
Antes de la pandemia, en febrero de 2020, la acción de la empresa de origen gallego estaba en 32 euros y hoy está a 26, en torno a un 20% menos interanual. En ese mismo período, las de Fast Retailing han pasado de 59.600 yenes (466 euros) a 107.000 (836€). Prácticamente doblando.
La importancia de China: aunque el aumento de confianza por parte de los inversores hacia la cadena nipona ha sido progresivo, sobre todo ha crecido desde agosto. En Asia en general, y en China en particular, los consumidores se han recuperado mucho más que en las potencias occidentales, y si Uniqlo tiene el 60% de tiendas en este continente, siendo China el segundo mayor destino de tiendas de la cadena, Inditex sólo cuenta con un 20% de tiendas de la red Zara en este país. Y lo que es más, el grupo ha decidido cerrar todas sus tiendas de Pull&Bear, Stradivarius y Berhska en China este año.
Capitalización no son ingresos: a fin de cuentas, lo beneficios previstos para Zara en 2021 son 2.630 millones de euros, mientras que Fast Retailing augura el equivalente a 1.310 millones de euros. Si nos atenemos a los ingresos ordinarios, la de Amancio Ortega sigue siendo una empresa que mueve tres veces más capital al año.
La oportunidad de lo básico: sí, la pandemia y los encierros nos han hecho pasarnos a la sudadera y al pantalón de chándal, algo que ha favorecido mucho más a una cadena centrada en lo comfy que Zara, que había conseguido sublimar su fast fashion a microcolecciones constantes de propuestas puramente estéticas, que huían del estilo casual y exigían más desempeño de puesta en escena en el día a día del comprador.
Pero si queremos hacer una lectura menos coyuntural, lo que se comenta es que la generación millennial estaba necesitada de prendas básicas e impersonales. Lo que ofrecían en épocas pasadas Gap o United Colors of Benetton ha vuelto de la mano de los japoneses, que le dan a sus prendas de cortes sencillos (y por tanto buen fondo de armario) la posibilidad de variar sólo a través de sus diferentes tejidos y opciones cromáticas. Colecciones atemporales, de calidad relativamente alta y con precios muy competitivos, sólo un poco por encima de sus competidores. De fondo también la idea de la moda “conscious”: comprar menos y que te dure más, para salvar el planeta. Aunque luego, en realidad, acabes volviendo a sus tiendas cada primeros de enero a ver qué cae en las rebajas sin fallar.
Producto o canal: de todo lo anterior lo que se desprende es que ambas corporaciones, siendo los dos principales competidores de su sector con muy válida trayectoria, están en momentos vitales distintos. Zara está consolidada mientras que Uniqlo se encuentra en fase de expansión, de comprobar hasta dónde puede llegar. Por eso mismo lo que se sustrae de los objetivos que ambos proyectos se plantean en el medio plazo difieren. Zara quiere ir cerrando tiendas y se va a volcar de forma desmedida en sus canales de venta online. Los japoneses dicen querer abrir más y más tiendas en grandes ciudades europeas para expandir su filosofía en el vestir y apuestan porque los clientes abrazarán el que sea el “mejor producto, independientemente del canal” por el que lo adquieran.