Las empresas no pueden obligar a un católico a quitarse el crucifijo del cuello o amonestar a un musulmán por exigir que se le haga un menú que no incorpore cerdo. Ahora tampoco podrán obligar a los veganos a aceptar de forma directa o indirecta situaciones empresariales en las que se maltrate animales. Esas son las conclusiones de hoy de un tribunal laboral en Norwish, Reino Unido, que ha considerado que el veganismo es una creencia religiosa o filosófica que debe ser protegida de cualquier tipo de discriminación.
El caso: Jordi Casamitjana, vegano desde hace casi dos décadas, trabajaba para la League Against Cruel Sports (organización que lucha contra deportes como la caza del zorro o el toreo). Según el demandante, el empleado se encaró con sus superiores cuando descubrió que dentro del paquete de inversiones en el plan de pensiones de la compañía había empresas que testeaban en animales, lo cual era para él una ofensa a su estilo de vida. La LACS lo despidió después. Aunque la asociación niega que fuese por esto y aduce un “carácter errático” por parte del empleado, Casamitjana sostiene que fue por aquella discrepancia.
La Ley de Igualdad de 2010. El fallo aludía a la necesidad o no de meter el veganismo en esta ley sobre los derechos de protección contra la discriminación de los individuos. Hasta ahora se incluían nueve supuestos protegidos, como raza, embarazo o paternidad, entre otros. “Religión o creencia” era uno de ellos y el veganismo ha entrado ahora en esta categoría, aunque los jueces tuvieron que dilucidar primero si esta creencia era “digna de respeto en una sociedad democrática”, “compatible con la dignidad humana” y si entraba o no “en conflicto con los derechos fundamentales de los demás”, según The Guardian. El abogado del afectado ha argumentado que una importante parte de la sociedad británica ya practica esta creencia.
Veganos dietéticos y éticos: los individuos que se adhieren a ambas etiquetas practican una dieta basada en plantas y rehuyendo cualquier producto derivado de los animales y su sufrimiento, pero el vegano ético lleva además una vida que rehúye la explotación animal en todas sus formas. Casamitjana es un ejemplo de ello. Tal y como contó a los jueces lleva 17 años evitando usar el transporte público (mucho menos el privado) por evitar las colisiones de insectos, no cree en los animales de compañía y no se acercaría jamás a un zoo.
Jolgorio animalista: por supuesto la noticia ha sido muy bien recibida por la comunidad de los defensores de los animales, que están a la espera de ver cómo este precedente afectará a parcelas tan significativas como la empleabilidad y los lugares de trabajo, la educación, el transporte o la provisión de bienes y servicios.
Según una encuesta realizada por el equivalente a nuestro Infojobs a 1.000 empresarios británicos, un 48% de ellos reconocía no dar opciones alimentarias para los veganos y sólo un 18% de ellos hace lo propio para las bebidas calientes (como poner a disposición del personal leche de soja). El 96% decía que alguno de los asientos de sus oficinas estaba hecho de cuero y un 94% de los empleadores que dan uniformes a sus trabajadores lo hacen con ropas hechas con materiales con cuero o lana. La lista sigue, aunque se resume a que el 94% de los jefes afirma que es incorrecto que los veganos exhiban sus creencias en el trabajo y un 3% de ellos reconoció formalmente que no contratarían a alguien de saber que es vegano.
Es de esperar que la resolución de hoy de los tribunales de Norwish vayan a traer cola.