¿Por qué nos afecta el alcohol del modo en el que nos afecta? La pregunta es tan científica como filosófica, y tiene tantos años como siglos lleva el ser humano bebiendo vino. De tanto en cuanto algunos investigadores tratan de resolverla, acotando cada vez más el abanico de respuestas. Uno de los estudios más completos hasta la fecha, Asociación Europea para el Estudio del Hígado y la revista The Lancet, tiene una hipótesis interesante.
La comisión EASL-Lancet. Primero de todo, el informe constatan un cambio en las tendencias en las enfermedades de riñón. El motivo es que, mientras se avanza en enfermedades como las hepatitis víricas, los hábitos de consumo han causado un retroceso en otras áreas. El consumo excesivo de alcohol y la obesidad están entre los factores de riesgo en los que inciden.
Cambio en el paradigma. Los expertos llaman la atención sobre la necesidad de adelantarse a la enfermedad. Según el informe, la salud hepática hoy por hoy es reactiva, lo que hace que las enfermedades se traten ya en etapas tardías. Frente a ello piden poner más énfasis en el diagnóstico temprano y en la prevención.
Tres días de descanso semanal y moderación. Aquí es donde encajan las recomendaciones sobre el consumo de alcohol. Siempre conviene recordar que existe un consenso sobre la cantidad diaria recomendada de alcohol: cero. Es cierto que hay cierto margen, pero, según recuerdan los expertos, no es muy amplio.
En declaraciones recogidas por El País, el vicesecretario general de la EASL, Aleksander Krag, recomendaba a modo de “reglas” a seguir un mínimo de tres días consecutivos sin cosnumir alcohol, no beber más de cinco unidades en cada ocasión (esto sería el equivalente a media botella de vino), y diez unidades a la semana.
Una recomendación habitual. La idea de aparcar el alcohol varios días por semana está lejos de ser una ocurrencia. Las autoridades británicas llevan años realizando recomendaciones semejantes, un tanto más laxas, eso sí. Según recoge la fundación British Liver Trust, es recomendable no consumir alcohol durante dos o tres días consecutivos a la semana y limitar su consumo a las 14 unidades.
Eso sí, sus cuentas son un poco más conservadoras al estimar las unidades de alcohol que podemos encontrar en nuestras bebidas. Así, por ejemplo, según la fundación, la botella de vino de 75cl contendría 10,1 unidades de alcohol, mientras que según otros cálculos sería el litro de vino el que correspondiera a 10 unidades.
Unidades de alcohol. Esto nos lleva a plantearnos qué es eso de las unidades de alcohol. Las unidades de bebida estándar (UBE) se miden en función de los gramos de alcohol puo con los que cuenta una bebida. Varía por tanto en función de la graduación de la bebida y de su volumen.
Por eso no es sorprendente que exista cierta variación en las UBE que representa cada bebida. Por ejemplo en el caso de las botellas de vino puede variar en función de la graduación del líquido, y si ya hablamos de copas varía según el volumen que se sirva. La medida, eso sí, no tiene en cuenta el ritmo al que consumimos el alcohol, que puede estar relacionado también con su toxicidad.
Foco en la prevención. Más allá de las estrategias individuales para reducir el daño que nos provoca el alcohol, los hepatólogos insisten en la necesidad de políticas europeas para la mejora de la salud del hígado. La obesidad, recueradan, es un factor de riesgo que se une al consumo de alcohol.
Otra llamada de atención tiene que ver con el estigma asociado a estas enfermedades. “El cambio debe incluir también la revisión sobre cómo conversamos sobre las enfermedades del hígado y cómo hablamos de la gente con enfermedades hepáticas. La nomenclatura de las engermedades del hígado está pladada con términos estigmatizantes”, explica Patrizia Burra.
Uno de los documentos del informe de la asociación formado por Graham Cooke y Shevanthi Nayagam añade que “la percepción de la culpa o valía puede aún estar implícita en la toma de decisiones sobre tratamientos para enfermedades hepáticas.”
A favor de la regulación de los precios. En cuanto a estas políticas de prevención, los expertos señalan algunas que pueden afectarnos como una mayor regulación en los precios. Un ejemplo de esto sería la introducción de un precio mínimo por unidad de alcohol. La idea es que a mayor el precio mayor el incentivo a moderar el consumo.
El peso de las enfermedades hepáticas en Europa. El peso de las enfermedades del hígado está ganando protagonismo en Europa según la EASL, hasta el punto de ser ya la segunda causa de pérdida de vida laboral en Europa después de las enfermedades cardíacas. Las enfermedades hepáticas, a diferencia por ejemplo del cáncer, se manifiestan antes en la vida de los pacientes, alrededor de los 50.
Los países europeos tienen los mayores niveles de consumo de alcohol del mundo. Esta sustancia además se ha vinculado con el 40% de las muertes prematuras relacionadas con el hígado en Europa, 287.000, aunque los expertos calculan que es una estimación conservadora.
Imagen | Zan/Unsplash
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