En el siglo III antes de Cristo, en plena dinastía Qin, ya había gente siendo condenada por las marcas que dejaron sus dedos donde no debían. Han cambiado muchas cosas desde entonces, claro, pero una ha seguido siendo las tablas de la ley: salvo escasísimas ocasiones, las huellas dactilares son únicas.
Ahora hay un equipo de Columbia que está empeñado en desmontarlo.
¿Desmontarlo? En 2020, mientras esperaba a entrar en la Universidad de Columbia, alguien preguntó a Gabe Guo si creía que cada huella dactilar era realmente única. Durante los meses de confinamiento, Guo se obsesionó con el tema; pero en cuanto empezó la facultad se olvidó completamente de ello.
Un puñado de años después cuando trabajaba con redes contrastivas profundas (que se utilizan para cosas como el reconocimiento facial) recordó la pregunta y se dio cuenta de que ese tipo de algoritmos podían ser muy útiles para resolver, de una vez y por todas, la cuestión.
Manos a la obra. Ajustaron el algoritmo y pidieron acceso a una base de datos de 60.000 huellas dactilares. No eran 60.000 personas porque algunas de ellas provenían de dedos distintos de los mismos sujetos. Esto es importante porque, a la postre, fue clave para encontrar algo interesante.
Que las huellas de diferentes dedos de la misma persona se parecen mucho. Demasiado, a su parecer. Tanto que que el sistema es capaz de decir cuándo dos huellas pertenecían al mismo individuo (o no) con una precisión del 77%. Si las huellas fueran únicas (e independientes) esto no debería pasar.
Los investigadores creen que no, claro. Pero las pruebas distan mucho de zanjar el debate. Sobre todo, porque lo que ha hecho el estudio es "medir" y tratar de explicar algo que ya se sabía: que las huellas de la misma persona se parecen.
Según Christophe Champod, profesor de ciencias forenses en la Escuela de Justicia Penal de la Universidad de Lausana, "el argumento de que las huellas de un mismo individuo están en cierto modo correlacionadas se conoce desde los inicios de la dactiloscopia, cuando se hacía manualmente, y se ha documentado durante años".
A juicio de Guo y su equipo, documentarlo no es suficiente. El tema no se habría estudiado en profundidad y, lo cierto es que al estudiarlas, los datos señalan que se parecen tanto que no tiene sentido decir que las huellas son únicas.
En cambio, Champod dice que "han sobrevalorado su artículo, por falta de conocimiento, en mi opinión". "Han redescubierto algo conocido", lo han estudiado con detalle; "pero en esencia, [decir que las huellas dactilares no son únicas] es una exageración".
¿Qué consecuencias tiene? En realidad, muy pocas. En la medida en que hablamos de huellas de la misma persona, nada de esto tiene grandes implicaciones legales, ni empezará a sacar a gente de las cárceles. Sin embargo, es interesante por lo que nos habla del futuro.
No es más que un trabajo en el largo camino de desarrollo de una IA capaz de identificar (con gran exactitud) a personas determinadas gracias a sus huellas dactilares.
Imagen | Franco Antonio Gionavella
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